123 oraciones de ejemplo con serpenteaba

El camino serpenteaba subiendo el desnivel de la sierra de Andía.

Los que corrían hacia él vieron en primer término la cúspide de su cabeza, y saliendo de ella un hilo de sangre que serpenteaba entre la hierba.

En el fondo, bajo numerosos puentes ó casi escondido al pié de las rocas y la vegetacion, serpenteaba el riachuelo.

El valle en que serpenteaba el río que iba ensanchándose, por ambos lados estaba cerrado por una cadena de colinas, las unas cubiertas de matorrales y secas aliagas, las otras de verdeantes sotos.

Comenzamos en el momento á subir una escarpadísima senda que serpenteaba sobre el flanco de la montaña, atravesando aquí y allá algún bosquecillo.

Algo negro serpenteaba formando hilillos sobre la seda del almohadón.

La consideración de que las raíces de las plantas tocaban tal vez con sus cabelleras el mismo rostro que él había besado amorosamente, de que la lluvia serpenteaba en húmedas filtraciones á lo largo de su cuerpo, fué lo primero que le sublevó, como si fuese un ultraje.

De repente, se adelgazaba, partiendo como un relámpago hacia las alturas, hasta convertirse en un alarido agudo, en un grito que serpenteaba, formando complicados arabescos de salvaje bizarría.

A un tiro de fusil de la base de este promontorio se elevaba una cadena de enormes bloques de granito que formaban, avanzándose hacia el mar, los bordes escarpados de un estrecho canal que serpenteaba entre ellos y el pie de la montaña y no tenía más salida que a través de los rompientes más peligrosos.

Los árboles eran grandes y sombríos donde estábamos parados, inclinándose algunos de ellos sobre la profunda quebrada por donde el río serpenteaba.

Los dos hombres se creían náufragos abandonados en un mar sin límites, en una noche eterna, sin otra compañía que la llama rojiza que serpenteaba en la proa y aquellas vegetaciones sumergidas que aparecían y desaparecían como los objetos vistos desde un tren a gran velocidad.

Muchas veces en su época de resistencia, al contemplar por la noche desde su balcón aquel río que serpenteaba a través de la campiña dormida, había pensado con delicia en un paseo por el inmenso jardín del brazo de Rafael, en deslizarse por el Júcar, llegando hasta la isla.

Los días de recorrer la estación, acudían allí gran número de frailes franciscanos, que eran como los encargados de regular la procesión, y el cordón de gente serpenteaba á lo largo del camino, produciéndose más de una vez bullicio y alborotos, que turbaban la grave seriedad del piadoso ejercicio.

Se juntaron al borde del mar, en un ancho camino que serpenteaba entre las rocas sueltas orladas de espuma y las paredes casi verticales del acantilado.

Fuera del pueblo, a lo lejos, se extendía la llanura madrileña en suaves ondulaciones, por donde nadaban las neblinas del amanecer; serpenteaba el Manzanares, estrecho como un hilo de plata; se acercaba al cerrillo de los Ángeles, cruzando campos yermos y barriadas humildes, para curvarse después y perderse en el horizonte gris.

Las arboledas i las viñas amarillaban al lado de los verdes potreros, al Oriente i al Sur; el rio corria solitario i serpenteaba a lo largo del tajamar, dejando a la orilla opuesta un blanco pedregal que se iba a perder en las lejanas arboledas de San Cristóval; i al poniente estendia la ciudad sus largas calles de techos brillantes, sobre los cuales se alzaban los templos i uno que otro edificio público.

atravesó un bosque y un monte, hasta llegar á una hermosa fuente, que serpenteaba por en medio de una pradera rodeada de árboles seculares que le prestaban grata sombra: el dulce murmullo de las cristalinas aguas convidaba á los viandantes á apagar en ellas su sed, y lo apacible del lugar, resguardado además del calor del mediodia por una colina que se elevaba hácia la izquierda, á disfrutar algunos momentos de reposo.

Don Álvaro cruzó el arroyo y comenzó a trepar la empinada cuesta en que serpenteaba el camino, que después de numerosas curvas y prolongaciones acababa en las obras exteriores del castillo.

El camino, angosto y arenoso, serpenteaba entre las espesas retamas y chaparros que cubrían el despoblado, tan altos, a veces, como un hombre.

Ante se extendían inmensas planicies limitadas en la lejanía por montañas gigantescas, y a mis pies serpenteaba entre márgenes escarpadas la vena angosta y profunda del Tajo.

Desde lo alto de la colina la vista abarcaba un horizonte extenso: de un lado Zapotecas, Cholula, haciendas y aldeas; del otro, Puebla con sus innumerables cúpulas esféricas y pintadas, que la daban apariencias de ciudad oriental; luego campos de maguey, trigo o agave, por en medio de los cuales serpenteaba, trazando una línea amarilla, la carretera de Méjico.

Silencio y soledad alrededor de la torre, silencio y soledad dentro de ella: tal era la suerte de la pobre doncellita, condenada á la eterna contemplación del cielo y del bosque, y del río caudaloso que serpenteaba lamiendo los muros del recinto.

¡infeliz! de sangre un rio que yo no derramé, serpenteaba entre los dos; mas ahora el brazo mio en mar inmenso de tornarlo acaba.

A lo lejos, el río serpenteaba luminoso y fantástico.

Debajo de la conversación verbal, serpenteaba la intencional como la víbora entre hojas.

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