27 Adverbios para describir cómo aplaudo

Por fortuna la filarmonía pudo más en esta ocasión que el patriotismo vidrioso, y la Stolz fue aplaudida frenéticamente, y llevada a su casa en triunfo, con música, antorchas y faroles encendidos.

Pepita aplaudía también calurosamente, con su habitual exageración, en cada obra que examinábamos.

Se aplaudió muchísimo; las señoras se conmovieron y agitaron los pañuelos con entusiasmo, esparciendo por el ambiente caldeado mil perfumes de opoponax, fleur d'Italie, reseda, etc.

A juzgar por lo que, con mayor o menor sutilidad, se ha dicho en casi todas las críticas teatrales de los diarios, la obra no gustó gran cosa, y el público no aplaudía Sor Simona precisamente, sino al autor de otras hermanas mayores de esta andariega monjita.

Seguramente los que aplaudieron las magnificencias de pensamiento y de forma que resplandecen en «Rosas de otoño», «La princesa Bebé», y «La noche del sábado», no recuerdan ese dramita que representado dura media hora apenas, y es, no obstante su brevedad, una de sus creaciones más afortunadas y memorables del extraordinario dramaturgo.

Pero la cosa fué en aumento cuando al comenzar los banderilleros sus suertes, el francés y su compañera aplaudían desusadamente; y cuando, al llegar los picadores, comenzó el desventrar de los caballos por los toros, Barrès se puso de pie, y sus protestas a gritos desolados llamaron la atención, y las aceitunas de sus vecinos, que comían rebanadas de salchichón y bebían vino en bota.

Efectivamente, a poco, el público, repuesto, aplaudía la aparición de un toro arrogant

El público entretanto me aplaudía...

¡Cuán gran verdad es, señores, que esto matará aquello... como dijo, y dijo muy bien... quien todos sabéis! (Aplausos prolongados.) En el grupo de los críticos, á veces se ríen con descaro, á veces disimulan su hilaridad, aplaudiendo estrepitosamente, en solfa.

Los que no lo tenían se contentaban con sonreír y aplaudir estúpidamente los chistes de los otros.

Al año siguiente el poeta, modesto y obscuro, desposaba á cierta señorita de notable belleza y distinción, que también publicaba versos bajo el seudónimo de «Rosamunda Gérard», y á quien los literatos que concurrían á las reuniones de Leconte de Lisle habían aplaudido fervorosamente más de una vez.

¡Poder maravilloso de la poesía! Se aplaudió furiosamente con las manos y con las cucharillas.

Después, las hembras más rabiosas rectificaban sus opiniones para aplaudir igualmente al sexo enemigo.

Salvas de artillería, músicas, cohetes, repiques, paseos, todo anunciaba el gozo de la colonia, porque en México se aplaudía instintivamente el esfuerzo de un pueblo que buscaba su salvación, porque toda tiranía tiene siempre, tarde ó temprano, una reacción de libertad, porque aquella lucha era ya la alborada del día de la independencia de los mexicanos.

La segunda la desempeñó un discípulo de Frégoli, llamado Minutoitaliano, de Rosario de Santa Fe, ¡qué pensáis!y la gente le aplaudió largamente, y con mucha justicia.

Algunas la habían oído en América, otras la habían aplaudido recientemente en Covent-Garden, y todas la conocían, pero ninguna la había visto de cerca y su reputación de artista así como su belleza de mujer hacían que su presentación fuese un verdadero acontecimiento.

Aplaudimos esta vez más sinceramente.

El pueblo se hallaba dividido en dos bandos que aplaudían sucesivamente á cada litigante; los heraldos aquietaban á la muchedumbre, y los ancianos, sentados sobre pulimentadas piedras en sagrado círculo, tenían en las manos los cetros de los heraldos, de voz potente, y levantándose uno tras otro publicaban el juicio que habían formado.

Enrique aplaudía tibiamente; hubo un instante en que creyó que las miradas del dramaturgo se detenían sobre Alicia con avidez.

(¡Vivan los nuestros!)gritaron los de la calle de Urbia aplaudiendo torpemente.

Fueron universalmente aplaudidas estas disposiciones en el Rosellón y Cataluña y calmaron mucho los ánimos; pero en Madrid el Conde-Duque las recibió con sumo disgusto.

Al recordar lo que ha soñado, con regocijo infantil evoca el sugestivo nombre de una comedia que antaño aplaudió en Torremar: Sueños de oro... El sol, como una bella realidad de aquella fábula, entra en el cuarto y se posa á los pies de Regina en dorada columna, viva y ardiente, y un ramo de flores que el astro besa, embalsama el aire con perfumes de laureles y rosas...

perfectamente; aplaudo esa decisión.

Hoy asquean lo que aplaudieron ayer y mañana acriminarán lo que buscaron hoy.

Su madre la adoraba con pasión loca y aplaudía ciegamente todos sus actos de piedad.

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