50 colocaciones para bruma

Ahora flotaban sobre él vaporosos velos de brumas, y aquella tierra normanda color verde de esmeralda pálida, sin horizontes, humedecida por la niebla, parecía salida, como en las primeras edades del mundo, de las ondas y del caos.

Contemplaba vagamente los bosques, por encima de los cuales flotaban jirones de bruma y entre cuyos árboles los pájaros lanzaban aquel grito lastimero que anuncia los días lluviosos.

Contemplábamos atentos el telón gris de la bruma.

Era el día lluvioso y frío, la carretera, amarillenta, llena de baches, ondulaba por entre campos verdes; no se veía el monte Itzarroiz, envuelto entre la bruma.

Me gusta ver, al amanecer, cómo se aligera la niebla y sube por el monte Izarra, y comienza a brotar la ciudad y el muelle de las masas inciertas de bruma; me encanta oír el cacareo de los gallos y el chirriar de las ruedas de las carretas en el camino.

A veces es bastante lisa la faja de vapores; el nivel de las ondas de bruma se sostiene á altura casi uniforme en todo el contorno de rocas que sobresalen como promontorios, y en muchos sitios cimas de colinas aisladas se yerguen encima de la niebla como islas ó escollos.

A la luz de la luna este manto de bruma resplandecía tan blanco como la nieve.

Resonaba un lejano estrépito, como si dos flotas enemigas se estuviesen cañoneando detrás de la cortina de bruma del horizonte, aproximándose con ésta.

El barco indio de que habla Fra Mauro, buscaba en 1420 («verso ponente fuora del Cavo de Diab»), á través de las Isole verde y de los bancos de bruma del mare tenebrosum, las islas de hi Homeni è de le Done.

Después prosigue la poetisa: ¿Qué buscas en lo ignoto? ¿Cómo, adónde, por quién vas empujado? Envuelto en los profusos torbellinos De la hervidora tromba de tu espuma, E irisado en fantástico espejismo Con frenesí de ciego terremoto, Entre tu aérea clámide de bruma, Te lanzas despeñado, Gigante volador, sobre el abismo.

Esfumábase la costa con una bruma rojiza.

Y estos velos de polvo, de rayos, de destellos y de colores extendiéndose unos detrás de otros, a pesar de su transparencia apenas dejaban ver con vaga indecisión, como al través de una bruma, los cristales y arabescos de las paredes.

Sus reuniones son hacia los polos, en los desiertos ancones de la Groenlandia, en medio de la bruma del estrecho de Behring, é indudablemente también en el tibio mar descubierto junto al mismo polo.

Y en seguida emergen de la bruma las torres de la gran ciudad, las chimeneas humeantes, las cúpulas.

En la luz de sus claros de luna cristalizó más de un collar de perlas del más mágico oriente; hay versos suyos eternamente húmedos de rocío de sus florestas y campos; el ensueño alemán flota, con su legendaria bruma, en el canto musical y entristecido del prusiano rhenano.

He hecho lo imposible por no ser un melancólico, porque nada hay más ridículo que eso, en cualquier edad, pero sobre todo en la mía; pero hay en el alma de ciertos hombres no yo qué especie de bruma elegíaca siempre dispuesta a condensarse en lluvia sobre las ideas.

Ceniciento velo ocultaba las rocas y sólo podía yo divisar á trechos vagas masas negras y amenazadoras que, según lo espeso de la bruma, se acercaban y alejaban alternativamente.

Sara Bernhardt, en Hamlet, era no más que una estatua inmóvil, tras de una bruma, y una voz, que no se sabía de donde venía.

Manila se achica, se contrae, se confunde, y por último, al aclararse las costas de Cavite, solo una faja de bruma señala en el horizonte el lugar de partida.

Si entre los fantásticos vapores de la bruma, y a la caída de la tarde, dirigimos la mirada sobre este castillo, lo vemos desaparecer entre las sombras.

Juan pasea su vista a lo lejos; la llanura que se extiende delante de él, plateada por la luz de la luna, le hace el efecto de un golfo sobre el cual flotaran brumas; le parece que el brazo que en aquel instante se desliza bajo el suyo de modo tan dulce, tan acariciador, lo arrastra allá abajo, al fondo de ese abismo.

Quizá entre los harapos de su miseria, en los horribles crepúsculos de mil días sin pan, entre las brumas mortíferas de aquella América donde había arrastrado los diez años de su estéril juventud, sintió brotar en su corazón la chispa del remordimiento y el anhelo de la paz de la conciencia y del bienestar del cuerpo.

Cuando veo volar al pájaro en las alturas del azul del aire; cuando veo deslizarse los barcos en la lejanía de las brumas grises, me parece que dice palabras el pájaro al hender los espacios, y otras palabras escucho al rápido paso de la embarcación.

Estos lagos, me decia Francisco, se hielan en el invierno, y aquí y en los otros lucen su habilidad caballeros y ladies, patinando con suma destreza: entónces es el contraste de las risas, los juegos y el contento, entre los esqueletos de los árboles y la mortaja de bruma que oscurece el sol.

Los vinos habían puesto en mi imaginación su movimiento de brumas de oro, y alrededor de la figura de encanto y de misterio hice brotar un vuelo de suposiciones exquisitas.

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