Qué preposición usar con vayan
EL CABALLERO Para vosotros, que yo me voy a pie desde aquí a Flavia-Longa.
Y sin duda se hubiera logrado el intento, si la tropa se hubiese sugetado á la obediencia: pero lejos de esto, repechó hacia la cumbre inmediata, y trabó combate con los enemigos, que por instantes aumentaban el número, y de esta suerte se acaloró tanto la accion, que los mismos que iban al socorro de los otros le pidieron á poco rato.
Al siguiente dia se presentaron los vecinos por escrito, manifestando estaban prontos y dispuestos á ir en busca del enemigo.
Alborotáronse todos con la novedad, y resolvieron ir á avisar á los milicianos la desgracia que los amenazaba: determinacion, á la verdad, impropia de aquellos sugetos, y que tiene muchos visos de sediciosa; porque sin reflexionar en consecuencias pasaron al cuartel, llamaron al capitan D. Bartolomè Menacho y á otros, y les dieron noticia de lo que sabian, haciéndoles la prevencion de que se guardasen.
Más lejos un mozo aldeano deja pacer la yunta de sus vacas, y a lo largo de los caminos, que se pierden entre verdes y sonoros maizales, trotan cabalgadas de chalanes que van de feria, y cruzan graves y procesionales, viejos vestidos de estameña, con sus grandes bueyes de cobre luciente, hermosos como ídolos, con verdes ramos de roble en las testas.
¡He visto sus luces! EL CAPELLÁN La muerte va con nosotros desde que nacemos.
EL POBRE DE SAN LÁZARO Antes vuélvame el palo con que voy por el mundo, que si no me lo vuelve yo lo tomaré.
Si intentaba ir hacia la capital, ó si avanzaba por el lado opuesto más allá del río, sentiría inmediatamente en su cuello el enroscamiento de uno de aquellos hilos de platino que le amenazaban con la decapitación.
Yo no puedo ir para decirte: Buenos días.
¡Oh! exclamó Garcés, en cuanto á eso estad segura que como yo la topase á tiro de ballesta, aunque me hiciese más monos que un juglar, aunque me hablara, no ya en romance, sino en latín como el abad de Munilla, no se iba sin un arpón en el cuerpo.
La ingratitud del terreno la suplen ventajosamente los vecinos de Lucban con su industria y trabajo, pues aunque el natural de esta provincia es laborioso, ninguno llega á aquellos; ellos van hasta Mambulao á cambiar sus productos por oro; van á Polillo por balate, concha y cera; en fin, son los chinos de la provincia, agenciando con el comercio lo que les niega la naturaleza.
ARTEMISA ¡Espanto en el alma me pusieron sus palabras! DOÑA MONCHA ¡Son bien de espantar! LA RECOGIDA ¡Quiere morir! ANDREÍÑA ¡Y buscará la muerte! ARTEMISA ¡Y condenará su alma! LA RECOGIDA ¡Adonde irá! DON GALÁN ¡Si no le temiere, iría tras él! El CAPELLÁN ¡No acosemos al león!...
DON PEDRITO ¡No me tiente, señor! EL CABALLERO ¡Apéate, para que sepas quién es el lobo! Trémulo, con los ojos ardientes, salta a tierra el primogénito y va contra su padre, que le espera en medio del camino con el bastón enarbolado.
Las tropas pasaban también, con sus músicas al frente, para desfilar ante la tumba de aquella mujer de laboratorio que se había ido del mundo sin sospechar su gloria.
La niña mostraba deseos de ir desde que supo que él asistiría también.
Con los muchos indios que se habian juntado á Tupac-Amaru, y las armas de que ya se habia apoderado, resolvió ir sobre el Cuzco, con el fin de posesionarse de esta ciudad, y logrado su intento, coronarse en ella, por ser la antigua capital del imperio peruano, con todas las solemnidades que imitasen la costumbre de sus antiguos poderes.
El comisario de policía, que acababa de regresar de Fuerte Sarmiento, iba entre ellos, hablando á unos y á otros para que se retirasen.
Oye, Blanca, será menester que vayamos á ver al Comendador, que vive sin duda en casa de su hermano exclamó D. Valentín.
¿Quieres que nos vayamos a quemarlas al campo?...
¿Quieres que vayamos al comedor?
alitang "ng, mga," at iba pa upang ipakita ang dating estilo sa pag-sulat ng Tagalog na sa ngayon ay hindi na ginagamit.
Mi poder no va mas lejos.
que fuimos à vifta de Apalache, el Governador mandò, que Yo tomafe nueve de Caballo, i cinquenta Peones, i entrafe en el Pueblo, i anfi lo acometimos el Veedor, i Yo; i entrados no hallamos fino Mugeres, i Muchachos, que los Hombres, à la façon, no eftaban en el Pueblo, mas de ai à poco, andando nofotros por èl, acudieron, i començaron à pelear, flechandonos, i mataron el Caballo del Veedor, mas al fin huieron, i nos dexaron.
Seis mil hombres de Buenos Aires y Santa Fe se estaban alistando para la empresa; López era el general en jefe; Balcarce, Enrique Martínez y otros jefes iban bajo sus órdenes; ya el elemento pastoril domina, pero tiene aún alianza con la ciudad, con el partido federal: todavía hay generales.
´ 014:028 Sin embargo, después de que resucité, iré ante ustedes en Galilea.