474 colocaciones para pieles

Venía envuelto en un magnífico gabán de pieles que no había querido quitarse a la entrada por hallarse acatarrado.

Vestía rico abrigo de pieles, con traje de seda del color del sombrero, cubierta la falda por otra de tul o granadina, que era por entonces la última moda.

La forma de la cara, la estructura de la frente, el ojo, la nariz, la boca, las grandes líneas, los angulas huesosos, las protuberancias, el color mismo de la piel y aún la naturaleza del pelo, contienen mil revelaciones del carácter del hombre.

Era alto, más que el de Caórnica; de luenga y puntiaguda barba blanca, moreno de color, de nariz muy prominente y aguileña, ojos pequeñitos y verdes y cejas erizadas y blanquísimas; la cabeza cubierta con un alto gorro cilíndrico de piel de nutria, y todo el cuerpo, hasta los pies, con un capotón de paño ceniciento.

Allí, desde tiempo inmemorial, afluían los raqueriles productos de todo el pueblo, que, aunque singularmente valían cortísimas cantidades, llegaron, según es fama, á formar, en cuerpo colectivo, un decente capital al humilde mercader que, ocultando su mustia fisonomía bajo una gorra de pieles, y detrás de unas gafas como dos ruedas de polea, tenía fuerza de voluntad ó codicia bastante para luchar de sol á sol con tan notabilísima parroquia.

Pero hombre, ya que no te mudes de casa deja ese dichoso comercio de pieles, que no es digno de un hombre de tu representación y tu fortuna.

El encargado del establecimiento le saludaba familiar y respetuoso, como á un parroquiano conocidísimo; las mujeres admiraban de lejos las joyas de Elena; un groom diminuto como un gnomo se llevaba la rica capa de pieles de la señora, que esparcía un perfume de jardín de ensueño.

Y sin embargo, usaba barba, una barba recortada á flor de piel en las mejillas y formando sobre el mentón una punta corta y aguda.

gamones **** gamon: planta liliacea, usada "contra las enfermedades de la piel" (Laza Palacios, 135); "E la ulcera suzia es curada quando la costra o la suziedat que y es con el poluo de los gamones el qual se dira en el fin o con otro mundificatiuo de los dezideros e despues consoldando con las melezinas consoldatiuas" (Compendio de Cirugia ; DETEMA I, 763).

Estos granos de resplandor lunar eran para ella animalillos vivientes, criaturas que necesitaban el contacto de su piel para alimentarse con su jugo.

Se despega este trozo de piel en toda su extensión, salvo el vértice inferior que debe permanecer adherido.

¡Mi Antonio, un hombre tan serio, con esa mala piel! ¡

Me sentí extremadamente gordo; tenía en la boca sabor de oro y una sequedad de polvo de oro en la piel de las manos; las paredes de las casas parecían brillar como largas láminas de oro, y dentro de mi cerebro rodaba un mar de ondas de oro.

El prurito ardiente en la piel que aumenta rascándose, sobre todo en el dorso, los granos en la nariz y la ceja, pueden justificar su uso en ciertos dartros, si se considera á estos síntomas como el rudimento de una accion sobre la piel: esto es presumible, porque el guayaco está mal estudiado y peor esperimentarlo.

33 Y trajeron el tabernáculo a Moisés, el tabernáculo y todos sus vasos; sus corchetes, sus tablas, sus barras, y sus columnas, y sus basas; 34 y la cubierta de pieles rojas de carneros, y la cubierta de pieles de tejones, y el velo de la cortina.

Porque haces olvidar, con tus engaños, que el amor sólo brinda desengaños, y fingiendo el amor, el amor creas; por hacemos creer, con tus pudores, en la sinceridad de tus amores, ¡por hacernos creer, bendita seas! III Cuando estoy solo, sueño en la blancura de tu piel y en el negro de tu pelo, y enardecido de pasión, me encelo por la sensualidad de tu cintura.

Llevaban consigo hijos y mujeres, testigos de su gloria, ó afrenta, y como los Alemanes en todos tiempos lo han usado, el vestido de pieles de fieras, abarcas, y antiparas de lo mismo.

Si querían robarle, que le buscasen allí, sobre los campos que eran pedazos de su piel, y como á tales los defendería.

Mas el viejo, al notar que le perseguían, zambulló el rostro en su gran cuello de pieles, y ocultando con presteza en el bolsillo del gabán algo que en la mano llevaba, entróse prontamente en el cuarto contiguo al de Jacobo.

Una ráfaga de viento sopló con furia en torno de la casa y dio una embestida violenta contra la puerta de entrada, mientras que Ingomar, el bárbaro, en su lecho de pieles de la trastienda, roncaba con placidez beatífica.

Durante la ceremonia de hacer los esqueletos, se visten los indios de mantos largos de pieles, cubriendo las caras con ollin, y andando al rededor de la tienda, con unas adargas ó lanzas en las manos, cantando tristemente, ó hiriendo la tierra para espantar los valichos, ó demonios.

Todo en él era, sin embargo, elegante y aristocrático, y desde las correas de piel de Rusia con hebillas y asa de plata que sujetaban su exiguo equipaje, hasta la cartera de la misma piel en que había ajustado sus cuentas de realidades y esperanzas, revelaban ese señoril lujo de nimios detalles, propio de las personas nacidas y acostumbradas a vivir siempre en medio de la opulencia.

No era negligencia, era indiferencia y caimiento de ánimo lo que manifestaba aquel traje obscuro de mezclilla, aquella cadena de oro, impropia para un viaje, aquella corbata atada sin esmero y al caer, aquellos guantes nuevos, de fina piel de Suecia, de color delicado, que no iban a durar limpios ni diez minutos.

Entró Pirovani llevando un gran paquete y vistiendo otro traje nuevo, cuadriculado de diversos colores, como la piel de un reptil.

Después se encasquetaban el sombrero de pieles, pesada mole, cuyo objeto nunca me pude explicar, y luego iban a sus puestos si tenían que hacer guardia, o a pasearse por el combés si estaban libres de servicio.

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