62 oraciones de ejemplo con acoges

Las señoritas alzaban la cabeza para recibir los saludos de la gente de los balcones, ó acogían con ligera sonrisa las ojeadas de los jóvenes agrupados en las esquinas.

Entonces era de ver la indignación con que tíos y hermanos acogían lo del abandono.

Y aquellos hombres de fe inquebrantable acogían como risueña esperanza las ambiguas palabras del banquero, prestándoles esto cierta energía para sobrellevar el golpe.

Muchos se acogían al indulto, ganosos de volver a sus casas.

Y Luna notaba en este silencio cierta rebeldía semejante al irónico gesto con que los compañeros de Barcelona acogían sus ilusiones sobre el porvenir y sus anatemas a las violencias de la acción.

Los ojos dulces del padrino, unos ojos amarillos moteados de pepitas negras, acogían á Ulises con el amor de un solterón que se hace viejo y necesita inventarse una familia.

El silencio con que acogían su victoria molestábales más aún que los gritos irónicos de algunos forasteros, que parodiaban la fanfarronería de los bilbaínos, ofreciendo un duro por un real, en favor del guipuzcoano.

Quédate conmigo, monaguillo insigne, que quiero con parte de estos regalillos pagar la buena gracia con que me acoges y hospedas toda noche en tu encogido aposento, librándome así del frío que derrama el zaguán de la iglesia o las plagas que derrama y llueve el mesón único que permite gallardamente el señor duque a estos infelices vasallos.

Acogían ruborosas los aplausos y gritos de entusiasmo, y así iban hasta sus asientos escoltadas por la familia.

Acogían con incredulidad

Acogían con el interés de un gran suceso la noticia de los que marchaban al viejo mundo.

Miraban aquel buque lo mismo que si fuese suyo porque venía de su país; aclamaban a las pequeñas personas alineadas en sus bordas creyendo reconocerlas; acogían como una respuesta a estos vivas el rugido apagado que llegaba hasta ellos por encima del mar.

Primos suyos eran también, y parientes en grado más o menos cercano, todos aquellos señoritos que antes le acogían con la familiaridad un tanto desdeñosa con que los aficionados de rango hablan a los toreros, y a los que ahora comenzaba él a tratar como si fuesen sus iguales.

María de la Luz y su padre acogían como un honor la asiduidad con que Luis visitaba la viña.

Le respeta la tolerancia con que los monarcas sarracenos acogían todas las doctrinas religiosas, y convierte a sus dos hermanas, dos hermosas moras que toman los nombres de Gracia y María, e inflamadas de santo entusiasmo quieren acompañar al hermano en sus predicaciones.

Estaban habituados a aquella catástrofe casi anual, la inundación era un mal inevitable de su vida y lo acogían con resignación.

Los que habían bailado con las bellezas de la sala tenían la cara resplandeciente de felicidad y acogían, sonriendo, las bromitas de sus amigos, mientras los que habían apechugado con las feas, un tanto mohínos, ponían por las nubes la destreza en el baile de sus parejas.

Maltrana y su amigo acogían con movimientos afirmativos las palabras del anciano.

En las casas de amigos y parientes adonde me llevaban, me acogían con gritos de alegría, me agasajaban y regalaban, nunca querían dejarme marchar.

Como si la alegría le hubiese descargado del peso de los años, bajó la escalera con la rapidez de un mancebo, y al pie de ella encontró a su sobrino rodeado de muchos caballeros que, con muestras de infinita satisfacción, le acogían y saludaban.

Verdad que nunca se las comía; pero les hacía creer que , á juzgar por las voces de espanto con que acogían sus furores.

El mayor contingente que á la enfermedad se ofrecía era procedente de los campos, cuyos moradores, tan pronto como experimentaban los primeros síntomas de la dolencia, se acogían á la ciudad, en la cual la muerte hallaba juntas numerosas víctimas en todas las casas.

Si a tus negros presidios penetras, en tus patios ruidosos te paras, en la jerga del preso meditas y acoges y estudias los dijes que labra: sentirás que tu lengua y tus artes de los fondos humanos arrancan, como van por el cieno, latentes, los lirios, los nardos, las rosas, las dalias.

El sectarismo y la rivalidad política, que se pronunciaba cada vez más en ofensas, los acogían con predilección singular, reconociendo sus méritos hasta el punto de darles á desempeñar cátedras en la misma Oxford.

No se acobardaba el ingenioso aventurero por la rechifla graciosa con que los amigos de la casa acogían sus proyectos; antes bien, hallábase excitado, sentía en su mente audaces iniciativas y una pasmosa fecundidad de recursos para trabajar en aquel negocio.

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