49 oraciones de ejemplo con al raso

Además, la noche ha cerrado ya; me comprometí, lector, á acompañarte á una feria para que supieras con un ejemplo práctico lo que es una robla: he cumplido mi palabra como me ha sido posible, y creería abusar de tu amabilidad obligándote á pasar la noche al raso.

; y, como rapaz que á la sazón era, caminaba más que de prisa, casi asustado de verme fuera de mi casa á horas tan avanzadas; como que quizás era aquélla la vez primera que yo las oía sonar hallándome al raso.

Salí del cuarto y bajé con Mary al raso del caserío.

A tales horas nada malo podía hacer el viejo: que durmiese al raso, si tal era su gusto.

En unos cuantos años de fatigosa peregrinación por las carreteras de la provincia, comiendo mal, durmiendo al raso y sufriendo el tormento de pasar meses enteros lejos de la familia, á la que adoraba con el afecto reconcentrado de hombre rudo y silencioso, Batiste sólo experimentó pérdidas y vió su situación cada vez más comprometida.

Y el compañero se mantenía de pan seco, impetraba el auxilio de los camaradas menos pobres que él, dormía al raso, para llevarla en la inmediata visita un ramo de flores.

Desde el lavadero público hasta el alto de Agua santa, ameno y risueño, se había esparcido la gente, sentándose, si podía, a la sombra de un vallado o en la pendiente de un ribazo, y si no, donde Dios quería, al raso, sin paraguas ni quitasol.

No se condena una por bocona, sino por rica, mayormente cuando quita la limosna a los pobres de buena ley, a los que tienen hambre y duermen al raso.

Me da el corazón que anoche no pagó... y como esa condenada Bernarda no fía más que una vez... será preciso pagarle toda la cuenta... y a saber si le ha fiado dos o tres noches... No, aunque yo tuviera el dinero, no me atrevería a dárselo; y aunque se lo ofreciese, primero dormía al raso que cogerlo de estas manos pobres... ¡Señor, qué cosas, qué cosas se van viendo cada día en este mundo tan grande de la miseria!».

«¡Pobre señor!dijo Benina; habrá dormido al raso... Es un dolor... a sus años... Mejorando lo presente, es más viejo que la Cuesta de la Vega».

Estaba próximo á los sesenta años, y la vida ruda del campo, las cabalgadas bajo la lluvia, los ríos vadeados sobre el caballo nadador, las noches pasadas al raso, le habían proporcionado un reuma que amargaba sus mejores días.

Cuando don Melchor y su sobrino entraron, se hablaba de un proyecto de mercado cubierto para preservar de la intemperie a las pobres mujeres que vendían al raso legumbres y leche.

Reumatismos nada más, según decía el médico de mi pueblo, por haber dormido al raso en el campo muchas noches.

Si la marcha era de varias jornadas, acampaban al raso o eran admitidos por caridad en el pajar de una venta.

Cuando duermo en algún cortijo o me escondo en mi casa por unos días, la primera vez que me meto en cama como cualquier cristiano y como de caliente en una mesa como ésta, me lo agradese el cuerpo; pero endispués me canso y paese que me tira el monte con sus miserias, y que me hase farta dormir al raso envuelto en la manta y con una piedra de cabesera... ; yo sirvo pa sordao;

Había dicho que dormiría con los gañanes, y era capaz de pasar la noche al raso, si no le dejaban cumplir su gusto.

Y salió bruscamente, sin que el abate tuviera tiempo para darle un terrón de azúcar a Loulou, o más bien dicho, unos terrones de azúcar, pues llevaba cinco o seis en el bolsillo, considerando que bien merecía Loulou este regalo por los diez días de marcha y las veinte noches pasadas al raso.

Del sexo masculino asistían los poquísimos que en Madrid estaban, y eran de la clase más baja; pero es el verano muy democratizante, y mis queridos Bringas, anhelosos de sociedad, no se desdeñaban de alternar, en una tertulia al raso, con porteros de Banda y de Vidriera, con el encargado del Guardamuebles, con el ayudante de Platería, con dos casilleres, gente toda de seis mil reales para abajo.

Las marchas interminables por la sierra, las noches pasadas al raso y las privaciones de todo género que han tenido que sufrir nuestros soldados, no fueron bastante, sin embargo, á abatir el espíritu de esos bravos luchadores que parecían insensibles á las fatigas corporales.

Pasamos de todo, bueno y malo, durmiendo al raso y en los pajares; en algunos pueblos, porque llevábamos el pelo largo, nos quisieron pegar; en otros marchamos muy bien.

Pero no os quedéis al raso.

Era al final del verano y todavía se podía dormir al raso.

Blasco Ibáñez, apenas salió de la Albufera donde, para estudiarla de cerca, acababa de pasar ocho ó diez días pescando y durmiendo al raso en el fondo de una barca, empezó á escribir su novela sin saber aún cómo la concluiría.

La noche era bastante apacible, para ser de invierno, y únicamente el vientecillo helado que enviaba el Guadarrama hacía incómodo el permanecer al raso paseando sobre aquel empedrado, que parecía sudar frío.

Pero... había que ser atrevido y llegar a casa antes que, avanzando todas las tropas sobre el sur de Madrid, cortasen las comunicaciones y se viera él obligado a pasar la noche al raso.

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