También atribuyen al patianac la muerte de los niños: dicen que el pájaro llamado tictic, es el que enseña al patianac la casa donde hay un recien nacido: con este aviso el fantasma se coloca en un tejado inmediato, y desde allí alarga la lengua en forma de hilo hasta el vientre del niño, sacándole las tripas.

Sin el fantasma de la intervención norteamericana, ¿quién podría escribir en Méjico?...

Y el fantasma

Eso es lo que deseaba el fantasma, hacerle daño.

El fantasma, agarrándole de su extraña cabellera, hablaba por fin.

Mas no al embozado, que aun sangre su espada Destila, el fantasma terror infundió, Y el arma en la mano con fuerza empuñada, Osado a su encuentro despacio avanzó.

Ni vió el fantasma entre sueños Del que mató en desafío, Ni turbó jamás su brío Recelosa previsión.

EL FANTASMA DE MARÍA CLARA [Nota 27: Heroina de Noli me tangere.

Si hoy te humilla derrota pasajera mañana te alzarás, más grande y fuerte, sobre el fantasma de tu infausta suerte.

El fantasma dorado de la gloria, el de fortuna deshechado empeño, ante mis ojos, por su brillo atónitos, plácidos otra vez aparecieron.

Con el alimento y la nueva fuerza reapareció el fantasma del crimen.

Sabe que el fantasma que acaba de cruzar al alcance de sus perdigones es la hembra, la Dulcinea perseguida y recuestada por innumerables galanes en la época del celo, a quien el pudor obliga a ocultarse de día en su gazapera, que sale de noche, hambrienta y cansada, a descabezar cogollos de pino, y tras de la cual, desalados y hechos almíbar, corren por lo menos tres o cuatro machos, deseosos de románticas aventuras.

El plan del señor Maura se desechó; pero se planteó otro nuevo, que llevó el nombre de Abarzuza; y aun cuando la generalidad entre nosotros creyó que se iba a obtener menos de lo prometido, la mayoría se resignaba a obtener aquello, a cambio de no tener delante de sí el fantasma de ninguna agitación, de ninguna revolución, de ninguna lucha.

Si después de todo su conciencia no se adormece y el fantasma insiste... ¿Entonces? Entonces mataos.

Imposible era reconocer al tío Frasquito en aquel esperpento, y Jacobo no vino en la cuenta de quién era hasta que tendiendo el fantasma hacia él los brazos abiertos, gritó angustiado: ¡Jacobo!... ¡Jacobo!...

Comenzaba a molestarle el otro, el fantasma ilustre que había surgido en Zurich, en Venecia, en todos los lugares visitados por ellos que guardaban recuerdos del paso del maestro... Él se haría viejo, y la música, su temible rival, se conservaría siempre fresca.

Su amor, o más bien el fantasma, la apariencia de amor que ella creaba y alimentaba en su alma, era tan sutil y vaporoso, que se deslizaba hasta el seno de los más empedernidos, despertando a veces tempestades, y no dejaba huella ni rastro de su paso.

Allá van todos, enroscada la horrible duda al corazón, en triste compañía con el fantasma de la bancarrota, luchando entre el pesimismo de sus impresiones y la promesa de sus esperanzas.

El fantasma se achicaría, haciéndose invisible, para engañarle y resurgir luego en todas sus horas de pensativa soledad; iba á amargar sus noches en vela, á perseguirle á través de los años lo mismo que un remordimiento.

El hombre ya no quería fundar su moral sobre lo desconocido, sobre Dios, el fantasma bondadoso ó terrible de la infancia de la humanidad.

Su género de vida no había despertado en él ningún deseo de evocar el fantasma del apetito.

» Es decir, que pongo el fantasma en lugar de un olor y viceversa.

El fantasma vacilaba, se anegó poco a poco su cuerpo en la penumbra, la blancura del rostro empezó a diluirse y al fin se extinguió también la apariencia de las manos juntas.

Le pareció que el fantasma temido tomaba formas y se sentaba frente a ella, familiarmente, con una sonrisa de curiosidad irónica bajo la sombría capucha.

Por eso, si no me casara con otro, para poner cuanto antes una barrera delante de mí, sería capaz de correr a casa de Julio y suplicarle que nos marcháramos de aquí, lejos, a cualquier parte, a un sitio donde no pudiera perseguirnos el fantasma de la pobrecita Laura.