122 Adjetivos para describir regalo

Según les decir, los méritos de Churruca como sabio y como marino eran tantos, que el mismo Napoleón le hizo un precioso regalo y le colmó de atenciones.

Los pequeños regalos mantienen las amistades.

La prueba de su riqueza era el espléndido regalo que enviara últimamente a su novia...

También Amalia era creyente y aun pasaba en la población por piadosa; pertenecía a varias cofradías; era protectora de algunos asilos; hacía frecuentes regalos a las imágenes y se la veía acompañada de clérigos.

: «¡oh, hermano pájaro de oro, canta, te ruego que cantes! ¡yo te he dado regalos ricos de oro! ¡yo te he colgado al cuello mi chinela de oro!

Cada vez que nacía un príncipe o una princesa los tres solteros aumentaban los impuestos para comprar magníficos regalos para el recién nacido.

Acabo de hacer llevar á vuestras habitaciones los últimos regalos recibidos por Herminia, porque ahora no debo guardar nada suyo....

El único lujo, el único regalo de doña Luz, era un magnífico caballo negro, en el cual solía ella salir a paseo con D. Acisclo o con un criado llamado Tomás, que había envejecido en el servicio de su padre.

El moro le abre sus puertas y penetra en su dormitorio; pero la dama lo recibe con la orgullosa majestad de la inocencia ofendida, y lo reconviene tan vivamente por su indigna conducta, que él renuncia á su pasión, y para borrar su falta hace á Dorotea un cuantioso regalo, que, aumentando considerablemente su fortuna, la habilita para dar su mano á D. Juan con anuencia de su padre.

A la mañana siguiente tiene lugar la recepción de los parientes y amigos, provistos de su correspondiente regalo.

¡Qué!, ya no hay conventos, reglas ni ayunosdijo campechanamente Manuel, para animar al pobre anciano a que participase del regalo general.

Con todo eso, no pasaba día sin que le hiciera la madre algún regalo costoso, teniendo además la costumbre de ponerle todas las tardes en la faltriquera del chaleco media onza de oro, a veces una onza.

Baste haber tocado esto, con ocasion de la merced que la Reina de gloria hizo á los nuestros, cuando iban tan apretados y perseguidos de los Mejicanos: lo cual todo se ha dicho para que se entienda, que ha tenido nuestro Señor cuidado de favorecer la Fe y Religion Cristiana, defendiendo á los que la tenian aunque ellos por ventura no mereciesen por sus obras semejantes regalos y favores del Cielo.

No se pueden contar los regalos pendientes de sus hojas.

Ahora Dulce Nombre sabe de cierto que el amado viene; acaso ya descubre la ribera a la luz de esta luna cismontana, aparecida en el valle amorosamente, como un regalo nupcial.

Cuando al siguiente día, rodeado de la alegría y bullicio de los niños, desembalé los regalos comprados en Londres, advertí con sorpresa que se me habían adelantado en el obsequio: La señora de D. Facundo Riaño, la hija del sabio Dr. P. Gayangos, con una delicadeza de sentimientos que nunca olvidaré, había, durante la ausencia del padre, consolado á los pequeños obsequiándoles con preciosos juguetes.

Y por fin sacó dos trípodes relucientes, cuatro calderas y una magnífica copa que los tracios le dieron cuando fué, como embajador, á su país, y era un soberbio regalo; pues el anciano no quiso dejarla en el palacio á causa del vehemente deseo que tenía de rescatar á su hijo.

Cuando recordaba que a veces había creído recibir favores y regalos sobrenaturales, y había oído susurros místicos y había estado en conversación interior, y casi había empezado a caminar por la vía unitiva, llegando a la oración de quietud, penetrando en el abismo del alma y subiendo al ápice de la mente, D. Luis se sonreía y sospechaba que no había estado por completo en su juicio.

Como era tan lejos, ni la madre ni la niña podrían acompañarle, y él se fué solo, despidiéndose de ellas y prometiendo traerles, a la vuelta, muy lindos regalos.

En cuanto á los perales, todavía no se sabe á punto fijo lo que darán; pero esta noble familia, que es sumamente cortés y atenta, manda en este mes, como regalo extraordinario, unas peritas sabrosas, que aceptamos con júbilo.

´ 015:005 Pero ustedes dicen, `Cualquier puede decirle a su padre o a su madre «Cualquier ayuda que de otro modo pudieras haber recibido de mi es un regalo ofrecido a Dios,» 015:006 y entonces no honrará a su padre o madre.

No haré a tu cultura la ofensa de informarte que se amueblan hoy las casas con un estilo y un «confort» tan admirables que superan a ese regalo ficticio, llamado en otro tiempo Bienaventuranzas.

No llegó el rey, por malquerencia y chismes de sus cortesanos, a premiar tan generosamente al poeta, pero consta que le envió a Tus, lugar de su nacimiento, donde él estaba retirado, un regalo casi equivalente, si bien fue ya tarde, porque le llevaban a enterrar cuando entraron en Tus los que dicho regalo traían.

Pero Harcourt, como diestro, disimuló su resentimiento, y no correspondió á él, sino llenando de delicados regalos y obsequios á los hijos de los Grandes y á los Grandes mismos, menos aficionados á Francia.

Porque la falta de religión hace que se hunda la moralidad, como edificio cuyos cimientos se socavan, mientras que el excesivo regalo y el esmerado atildamiento del cuerpo apartan a las almas de toda seria meditación diabólicamente hacia lo temporal y caduco, y abrasándolas en el infernal apetito de poseerlo y de gozarlo.

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