277 Adjetivos para describir cuarto

La venta era de esas mixtas entre campesina y marinera; tenía las puertas y las paredes pintadas de verde, mostrador en el portal y a un lado un cuarto pequeño con una mesa de pino, blanca, un espejo cubierto con gasa y varias sillas.

Le hemos de poner dentro de un cántaro en un cuarto obscuro, como a las maricas, para enseñarle a hablar... ¿Quieres ver que pronto se despabila el pájaro?

Imaginó más bien que vendría a visitar a alguno de los inquilinos de los cuartos principal o segundo, que eran personas de calidad.

Ambas amigas se hallaban en un cuarto contiguo á la alcoba de Doña Blanca.

En el mismo instante mi caballo flaqueó de sus cuartos traseros.

La casa estaba dispuesta de tal modo, que acercándose á la puerta se oía cuanto en los cuartos inmediatos se hablaba.

La primera vez que pudo hablar con ella un cuarto de hora seguido, se mostró muy enojado.

Allí establecía de una vez si el viento era entablado o simple vahajillo, si era francamente a la estrella o se inclinaba al cuarto cuadrante; si el semblante estaba calimoso o cerrado; si la mar estaba picada o de leche; cuánto tiempo duraría todo esto; qué viento apuntaría al mediodía; si la mar sería gruesa a la tarde o abonanzaría, etc., etc.

Al ponerse el sol sintieron el ambiente muy cálido, cosa extraordinaria en estas costas: dieron fondo con un anclote al sud-oeste, un cuarto al sur de un cerro, el mas alto de esta costa, distante seis leguas.

Y el agua empezó a brotar por entre las flores con un suave murmullo refrescó el aire del patio, y cayó en cascadas tan abundantes que al cuarto de hora ya el pozo estaba lleno, y fue preciso abrir un canal que llevase afuera el agua sobrante.

Carruajes y caballos se detienen a la puerta del fondo, de la que por un corredor alfombrado, con grabados sencillos adornadas las paredes, se va a la vez a los cuartos interiores que abren a un lado y a otro, y a la sala.

La cámara del capitán y la del teniente se hallaban bajo cubierta y tenían ventanas con rejas; delante de ellas estaba nuestra cámara y encima de las tres la sobrecámara, en el alcázar de popa, formando dos cuartos separados por un mamparo: uno que ocupaba el piloto, Franz Nissen, un dinamarqués que no hablaba nunca, y otro el médico, el doctor Cornelius.

A la mañana siguiente, muy temprano, Nébel llamaba al pobre cuarto de aquél.

Otras veces metía la cabeza entre los cuartos delanteros y se daba a[10] hacer corcovos tan altos, ondulados y bruscos, que no había jinete que los resistiera.

Al quedar solos la jardinera y su sobrino, oyeron los sollozos ahogados de la muchacha, que rompía a llorar viéndose en su antiguo cuarto.

y empleado alguno, que empleaba el tiempo en no asistir á la oficina. Aquel cuarto, tan reducido que bien hubiera podido llamarse ochavo, constaba de un pasillo estrecho, que parecia ancho á fuerza de ser corto, un gabinete donde bien podrian caber seis personas de pié, pero incómodamente, y un balcon á la plaza de los pájaros.

Un lienzo místico de pura escuela toledana ocupaba el centro de la sala al lado del décimo cuarto Porreño (padre feliz de doña Paz), pintado por Vanlóo.

Subieron, precedidas por el doctor, una escalerilla y en un bonito cuarto, tapizado de tela persa, encontraron al herido confortablemente acostado en un mullido lecho, en el fondo de una alcoba.

Atravesaron el portal y entraron en un cuarto pequeño, iluminado por un quinqué encendido, puesto encima de una mesa.

Pase, pase Vd. Hiciéronle atravesar un ancho corredor dado de cal, con alto zócalo de azulejos, y entró en un cuarto espacioso, donde todo el mueblaje consistía en un par de docenas de sillas de Vitoria, y en uno de cuyos muros se veía una estatuilla de la Virgen de Lourdes con las manos cruzadas sobre el pecho, túnica blanca y faja azul.

Inútilmente llamó a su cuarto, situado cerca de la torre en que Julián dormía.

¡Qué hermoso cuarto es este! Me parece que he vivido en él toda mi vida.

De los cuartos cerrados se escapaban escandalosos ruidos de besos, persecuciones y caídas de muebles.

Las casas de huéspedes exigen dos ó tres dollars diarios por un cuarto regularmente alhajado, sin manutención; los cafés, licores, gastos de peluquería, limpiabotas, etc., distan mucho de parecerse á los precios europeos, y por tanto, el que se decida á visitar la Exposición de Chicago es necesario que haga buena provisión de dollars, si no quiere concretarse á vivir muy modestamente, y á sufrir toda clase de impertinencias y desazones.

Rodaba en el cielo un luminoso cuarto creciente; el mar tenía irisaciones de plata y mansa voz de remotas canciones...

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