40 oraciones de ejemplo con crujientes

Clementina estaba con el brazo levantado y amenazador, la cara descompuesta por la rabia, los ojos verdes de bilis, los dientes apretados y crujientes.

page lxxx Imitemos ¡oh Musa! las crujientes estrofas que en el Norte se arrastran con la gracia de un tren, y que giren las rimas como ruedas veloces y que caigan los versos como varas de riel.

Si entraban raudales de luz y aire fresco, salían corrientes de alegría, carcajadas que iban a perder sus resonancias por las calles solitarias de la Encimada, ruido de faldas, de enaguas almidonadas, de manteos crujientes, de sillas traídas y llevadas, de abanicos que aletean....

Apagó la vela y se tendió en la cama, experimentando una sensación de bienestar al verse en la obscuridad, con la espalda hundida en las crujientes blanduras del jergón.

No había mas que quebrarlas de un puñetazo para que soltasen su viscosidad, y luego se perdían en los paladares como bocados crujientes de un pan dulce y picante, alternando con las cucharadas de arroz.

Acercose más, y algo que parecía ser un animal asustado, moviose por entre las crujientes ramas del árbol y corriose hacia arriba de los extendidos brazos del caído monarca, y amparándose en algún follaje amigo.

En la devastadora avenida que arrebataba árboles quebrados y maderas crujientes, y en la oscuridad que parecía deslizarse con el agua e invadir poco a poco el hermoso valle, poco pudo hacerse para recoger los desparramados despojos de aquella incipiente ciudad.

Los copos de yerba crujientes y delicados, que rodeaban el nido abierto por sus cuerpos, fueron los cortinajes de su lecho nupcial.

Estrella descolgó una llave y, seguida de su compañero, encaramose por estrecha escalerilla de altos y crujientes peldaños de madera.

En aquel silencio, mis pasos resonaban crujientes sobre la nieve.

Allí, las princesas de desvaída tez y lacios cabellos color de miel, tímidas, afectadas, con aspecto de rancias figuras de cera, las más jóvenes; acartonadas, tiesas, finchadas en las crujientes sedas, con sus pechos planos, sus labios llenos de desdenes, sus gestos banalmente ceremoniosos, las que ya habían salido de la juventud.

[imagen decorative no disponible] AL CAER de la tarde llegaron aquellas dos señoras de los cabellos blancos y los negros y crujientes vestidos de seda.

Las dos señoras de los negros y crujientes vestidos de seda, salieron de la iglesia, y pisando en la punta de los pies, atravesaron corriendo la plaza, para ver la procesión desde las ventanas del Palacio.

Me despojé del abrigo, acerqué una silla de brazos a los crujientes leños, y me dispuse a esperar pacientemente la llegada de Legrand.

Pero si existía algún placer en tales conversaciones mientras se encontraban abrigados y protegidos en el rincón de la chimenea, en una habitación vivamente alumbrada por el resplandor de los crujientes leños y donde ningún espectro se hubiera atrevido por cierto a asomar la faz,

Aguardó un espacio razonable de tiempo creyendo escuchar sobre las crujientes hojas el paso ligero de su hijo que volvía a referir sus proezas.

Todos los domingos, después de almorzar, don Matías, con su levita, sus guantes, su sombrero de copa y sus botas siempre crujientes, se marchaba al Casino Moderado, y no volvía hasta el anochecer.

Allí estaba la Astuta, la Invencible... Se removía en la estancia el toldo de la sombra con rumores macabros, tal vez de mandíbulas crujientes ó de áspera guadaña, y Regina, en un esfuerzo viril de angustia y de valor, alzaba los brazos sobre Daniel como queriendo defenderle.

A su donaire bravío, un poco canallesco, de hija del pueblo, iba unida cierta distinción de gestos y de aficiones que aderezaba su belleza y la mejoraba; tenía las manos menudas y pulidas, y gustaba de ir finamente calzada y con enaguas bien limpias y crujientes.

Al andar, sobre sus botas de charol, levantadas de tacón y de agudísima punta, sus enaguas, reciamente almidonadas y muy blancas, revolaban crujientes.

A tal punto, lanzó otro ronquido el tío Cristóbal, revolvióse con sacudidas largas y crujientes, y en un esfuerzo, como si quisiera levantarse, clavó en tierra las uñas de ambas manos.

Las ligeras naves, con sus graciosas velas latinas, traian en el siglo décimo las telas de seda crujientes, que podrian llamarse, por su color, por su brillo y por su orígen, radiosas apariciones de la antigua India, en medio de las tinieblas de la Edad Media.

Los vidrios, embutidos y crujientes de porquería, no se abren sin esfuerzo titánico.

Subieron unos crujientes escalones.

Las damas en cabeza, para lucir mejor los altos peinados; y con amplios y crujientes vestidos de seda; escotadas las jóvenes y aun algunas que habían dejado de serlo; y los hombres de frac y chistera, envueltos en sus capas.

40  oraciones de ejemplo con  crujientes