84 oraciones de ejemplo con endulzar

Hubiera querido amarte en plena juventud; ser hermosa y sana sólo para ti; tener la belleza y los encantos de una gran señora para endulzar el resto de tu vida.

Verdad es que doña Manolita dio a su padre un par de cariñosos besos para endulzar aquella mortificación de amor propio.

¿qué podría para endulzar su desgracia?

Encontrábase don Gil en la sala de San Ignacio vigilando que los topiqueros no hiciesen mucho gasto de azúcar para endulzar las tisanas cuando una mano se posó familiarmente en su hombro y oyó una voz cavernosa que le dijo: ¡Avariento! ¿Dónde está mi mortaja? Volvióse aterrorizado don Gil.

Enseguida leyó Juanita en alta voz una revista de Asmodeo, como para desinfectar la casa y endulzar los paladares; y no volvió a mencionarse allí el nombre de los Bermúdez, cuanto más el inaudito suceso que en aquellos instantes corría de boca en boca por toda Villavieja.

Tan escamado estaba Leto con la nariz del comandante, que se sobresaltó con la pregunta, pensando que iba enderezada a otra cosa de las que se habían tratado en el balcón y llevaba él guardadita en la memoria y paladeaba a ratos con avidez para endulzar los amargores de sus recuerdos de la mañana.

Luego que almorzaron, alegres y satisfechos del buen principio que tenía una vida tan arreglada y económica, Isidora fue a vestir a Riquín y a endulzar con él la tristeza que no podía vencer.

Un interés discreto y una caja de bombones no menos discretamente enviada para endulzar las horas de convalecencia, acabaron; indudablemente, de captarme su confianza, por cuanto casi repuesta ya me envió un recado, diciéndome que tendría sumo placer en verme.

Hubiera querido dividirse en dos para endulzar los últimos momentos de su hija y para conducir la vejez alocada de su incorregible marido.

y una multitud de otras gracias destinadas a endulzar los últimos momentos de los pobres piratas, que tenían el cuidado de abandonar una honorable existencia sin saber demasiado a dónde iban.

Era el primero que, en virtud de la buena conducta del joven, debía ella endulzar lo amargo de su reprimenda llamándole y dándole su absolución.

Quedose pasmada la de Bringas ante estos primores, y no halló mejor modo de endulzar su disgusto que estrenando un hermoso sillón, cuya comodidad y amplitud eran tales que no había visto ella nada semejante.

Una gran pasión vino á endulzar los últimos años de su vida, pasión mística que le procuraba goces inefables.

Pepita salía poco de casa, y todo el día y gran parte de la noche lo pasaba a su lado, procurando endulzar aquella reclusión forzosa a que lo obligaba la vigilancia de los liberales.

Gustaba de entregarse a una profunda meditación, recordando sus entrevistas con María, aquellos paseos por el Prado y las calles de Madrid; pero esto no siempre conseguía endulzar sus horas de tedio.

Se veía casi abandonada de los suyos, mas no por esto se consideraba sola, pues la rodeaban hermosos recuerdos que parecían endulzar sus últimos instantes.

Trato de endulzar la tremenda amargura de aquella voz y me apresuro a prometer cuanto Luisa pide.

Somos espejo el uno del otro,» afirmó ella tratando de endulzar con un grano humorístico la hiel que ambos apuraban en una misma copa.

Al ir á misa, los arcos de la iglesia me harian pensar en los escollos donde puede dar de traves mi pobre barco, y perderse todo su cargamento, sirviendo las especias orientales para endulzar las olas, y mis sedas para engalanarlas.

La contienda había concluido; contienda entre compatriotas y hermanos, no quedaba para el vencedor más que el triste y piadoso deber de curar á los heridos, de sepultar á los muertos y endulzar la suerte de los prisioneros: esto habría hecho cualquier caudillo que hubiera tenido de su parte el derecho y la legitimidad.

Primeramente, conservas de guindas y ciruelas claudias, queso de Flandes y miel de abejas; después, chocolate con sobadas de manteca y bollos de Mallorca; y para endulzar el agua, azucarillos de color de rosa.

Orar, asistir al confesonario, endulzar con las esperanzas de mejor vida los últimos instantes de los enfermos, fueron sus principales ocupaciones.

Cuando los tres se hallan juntos á ciertas horas del día y casi todas las de la noche, el afán de los hijos se consagra á endulzar las amarguras del inválido, cuya paciencia no es tan grande como el amor y la gratitud que siente hacia aquellos pedazos de su corazón.

¿Por qué no estaba ella allí para asistirle, y acompañarle y endulzar sus torturas?

¡Acompañar a los desgraciados, endulzar su tristeza con palabras de consuelo! La pobrecita te lo agradecerá mucho.

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