101 oraciones de ejemplo con luna de miel

Su luna de miel fué tan pegajosa como breve.

¡La juventud! ¡Oh, qué gran cosa! Ya conozco yo eso, ¿verdad, Teresa? Y como si presintiese lo que pensaba su mujer y quisiera apaciguarla de antemano, lanzaba a la obesa señora una mirada de ternura, como un hombre honrado y de costumbres intachables recordando su tranquila luna de miel.

¡Pero bueno era el otro para dejarse coger! Y para todo tenía el ingenioso culpable palabras bonitas: «La luna de miel perpetua es un contrasentido, es... hasta ridícula.

En cuanto su mujer dio por terminada la luna de miel, que fue bien pronto, como se encontrase él demasiado libre de ocupaciones, porque el tío mayordomo seguía corriendo con todo por expreso mandato de Emma, se dio a buscar un ser a quien amar, algo que le llenase la vida.

ATILANO.¡Pobrecitos! Voy á amargarles la luna de miel.

Miquis les envió los dulces de la boda, acompañados de estos renglones: «Desde la mazmorra de flores, desde el delicioso ataúd de la luna de miel, el inmolado Miquis saluda a los señores de Castaño y a la señora de Bou.

Para romper después, cuando yo me hubiese amoldado para siempre a tu cariño, mejor fue que lo hicieses en plena luna de miel.

¿Hay nada más agradable que repetir la luna de miel, ese feliz estado en que ustedes se encuentran ahora, una y otra vez?

¿Dónde estaban aquellos pucheretes sabrosos de su luna de miel, aquellos platos que daban ganas de comerse a besos las manos de la amada hacendosa?...

Encontré a éstos risueños y felices en su llena luna de miel.

Aquella temporada fué para Tona una luna de miel en plena madurez de su vida.

Se despidieron de y fuéronse a su viaje de luna de miel.

Quise hacer de la ciencia un narcótico y a la vez un estimulante!» VI Al poco de haber vuelto los novios de su viaje de luna de miel, cayó Abel enfermo de alguna gravedad y llamaron a Joaquín a que le viese y le asistiese.

¿No sabes que se llama así á tu p... país por venir de Felipe?»La mujer, que soñaba en su luna de miel, quiso obedecer y dijo Felepinas.

Luna de miel harto extraña

María Egipciaca trabajó horrendamente en las tinieblas de su atormentado cerebro por representarse como nefandos y teñidos de lúgubres colores, los alegres días de su luna de miel y las más pacíficas y dulces horas de su vida de casada.

Acordóse de sus primeros y únicos amores, de las felicidades y legítimos goces de su luna de miel; sobre estos recuerdos volvió insistente como una manía la idea de que aquel hombre era muy interesante, muy simpático, muy... ¿por qué no decirlo?

Lo particular es que ni aun en los días de la luna de miel á Pepa cariñosa con su marido.

Todo distracción, todo embeleso en la encantadora luna de miel del muchacho con su jaca.

Tan rara concordia duró años; fué una desmesurada luna de miel.

Ser tenida en concepto de mujer de bien, fué su ambición y su sueño; pero desconfiaba de conseguirlo nunca, por aquello de la escapatoria... Pasada la corta luna de miel, Adolfo comenzó á distraerse, y so color de política, se acostumbró á retirarse tarde, á pasarse los días fuera, sin venir ni á comer.

* * * * * El general Lachambre logró hacer suyo aquel tesoro, la «adorable japonesa» fué generala, y luna de miel pasó en España, de donde volvió a la isla el distinguido militar, a ocupar el puesto de gobernador de Santiago de Cuba.

En breve experimentó Zadig que, como dice el libro de Zenda-Vesta, si el primer mes de matrimonio es la luna de miel, el segundo es la de acibar.

Claro es que, durante la luna de miel del microscopio, no hacía sino curiosear sin método y desflorar asuntos.

Yo, por obra de la fatal convivencia, sorprendí las gradaciones y matices de aquella renovada luna de miel.

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