197 oraciones de ejemplo con quinque

(Señalando al quinqué.) Venga un abrazo.

octo et scrupulum unum: cinnamomi, gariophyllorum ana drachmas duas et semissem; zinziberis, melanopiperis ana drachmas duas et grana quinque; galange, thymbre, calamenthi ana drachmam unam et scrupulos duos: ameos, levistici ana drachmam unam et grana decem et octo; macropiperis drachm.

El ciego volvió hacia él sus ojos vacíos y muertos, su cara que parecía un quinqué sin encender, y le dijo con profundísima tristeza: «¿Pero es verdad, D. Juan Pablo, lo que usted nos cuenta?

Trabajaba todas las noches junto a un quinqué de petróleo que le abrasaba la frente.

[30] Singularia moralis Theologiæ ad quinque præcepta Ecclesiæ nec non ad eclesiasticas censuras et poenas opus posthumum.

Acuérdate de aquellas horas venturosas que juntos pasábamos en las noches de verano, debajo del gran quinqué de petróleo cuando todo callaba ya en la aldea y tu pobre madre sentada frente a ti trabajando con la aguja de ganchillo apenas se atrevía a toser para no turbar tus estudios.

Al mismo tiempo acerqué el quinqué a su rostro y fingí que le examinaba con gran atención.

El cuarto, la antigua galería fotográfica, estaba iluminada con un quinqué de petróleo.

Había obscurecido; Esther encendió el quinqué y lo colocó sobre la mesa.

El grueso anillo que ceñía su meñique, despedía pálidos reflejos á la luz ya mortecina del quinqué, y fijos los cansados ojos en las cartas, las pasaba y repasaba, mezclándolas y remezclándolas de todas las maneras posibles.

Entonces se retiró de puntillas y fué a sentarse en un sillón, después de cubrir con un papel la parte inferior del quinqué colocado sobre la chimenea, para que su luz no le molestase.

, temiendo que se lastimara, cogió el quinqué y penetró en la alcoba; Gabriel, que a pesar de su aparente tranquilidad no había perdido un solo detalle de la escena, se apresuró a seguirle, comprendiendo que el momento decisivo llegaba.

: Ab ea (scilicet quadam insula Atlántica de qua ibidem tangit) quinque dierum navigatione solitudines ad Ethiopes Hesperios, etc.

Los suelos estaban alfombrados, los cortinajes de las ventanas corridos; en el hogar ardía un buen fuego de tuero y encina; el quinqué con pantalla verde puesto sobre mi mesa de trabajo, proyectaba á su alrededor un cono luminoso: las manecillas de un grave reloj de bronce colocado en la chimenea, bajo un almanaque de pared, marcaban las tres de la madrugada.

El quinqué les separaba, y su luz, iluminando los dos rostros, hacía resaltar el vivo contraste entre una y otra persona.

La claridad del quinqué puesto sobre la mesa del despachillo que precedía á la alcoba y cuarto tocador del estudiante cayó sobre el rostro de la muchacha, y Rogelio observó mejor que nunca cómo en una quincena había empalidecido y se había demacrado, afinando y espiritualizando su tipo, que ahora podría servir de modelo para esas imágenes labradas en cera, donde se encierran los huesos de alguna mártir desconocida.

El quichua, el aimará, el yunca, el puquina y el atacameño o calchaqui son, pues, los cinco idiomas expuestos por el misionero Alonso de la Bárcena en su obra, hoy perdida, Lexica et Præcepta en quinque Indorum linguis, dada a conocer en Lima el 1590.

Aquella noche, después de pagar el imprescindible tributo á la política exterior y al movimiento europeo, ambos cónyuges, después de apagar el quinqué soplando fuertemente en la boca del tubo, entre el silencio y la oscuridad y el bienestar del lecho, que refuerza muchísimo la potencia discursiva, se echaron á indagar, comunicándose sus reflexiones, qué demonios sería aquella venida del señorito don Gabriel.

De noche encendía su quinqué y seguía leyendo o trabajando.

Menguaba la llama en el quinqué.

«Prætore Portugallico Fernando, ab insularibus bello exagitatis in regione aromatum æquatori vicina interfecto, quatuorque reliquis é classicula quinque navium deperditis, una tantum regressa est, dicta Victoria, cribro terebratior», escribe el mismo mes Pedro Mártir de Anghiera al Obispo de Cosenza.

Sorprende ver que este error que indicamos durara tanto tiempo, pues lo hallo en un mapamundi del año 1546, que forma parte de una obra rara, Circuli Sphæræ cum quinque zonis, y que en nuestras bibliotecas públicas encuéntrase con frecuencia anejo al libro titulado Rudimentorum cosmograficorum Joan.

bresilico puppes nostras onustas efficiendo, quinque persistimus mensibus.

Díjome, con aquél su estilo figurativo y genuinamente andaluz, que era inútil quisiera yo hacer el niño del mérito, guardando una reserva que era lo mismo que poner persianas al viento; que no intentara trastear al público, que es animal de mucho quinqué, y, por fin, que los tiempos de notoriedad que corremos hacen imposible el tapujito, lo que viene á ser una ventaja de nuestra edad sobre las precedentes.

Está usted apañao del quinqué.

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