38 Adjetivos para describir huelgas

Hay tendencias a la huelga general... ¡La huelga contra el matrimonio!exclamó la abuela, que no sabía si reír o enfadarse.

No hay mas que leer en los periódicos las recientes huelgas de San Petersburgo, las manifestaciones de los huelguistas con pretexto de la visita del presidente Poincaré...

Una mitad de la aristocracia rusa es alemana; alemanes los generales que más se han distinguido acuchillando al pueblo; alemanes los funcionarios que sostienen y aconsejan la tiranía; alemanes los oficiales que se encargan de castigar con matanzas las huelgas obreras y la rebelión de los pueblos anexionados.

Pero una huelga seguida de incendios y saqueos fué sofocada inmediatamente por los soldados chilenos con abundante empleo de ametralladoras, lo que devolvió la prudencia á Rosalindo y á la mayoría de sus camaradas.

Había, no obstante, un personaje que no llevaba bien aquel alboroto, sino que estaba escandalizado de la constante huelga, si bien lo disimulaba y sufría porque era prudentísimo.

Todo era allí jácara, diversión, horrible huelga.

Sentíme bastante mal aquel día; y después de lo que hablé atropellada y dificultosamente, la lengua me hacía cosquillas y se declaraba en huelga completa, negándome hasta los monosílabos.

La reciente huelga ferroviaria ha venido a dilatar la inauguración de esta línea.

Varias veces había intentado rebelarse, y los resultados de su protesta, de las huelgas ruidosas, terminadas, en más de una ocasión, con sangre, no le habían hecho mejorar gran cosa.

Las minas y fábricas conocen las huelgas dolorosas, ya motivadas por la escasez del salario, ya por el exceso de producción.

! Y lo más horrible es que ya no eran viejos y viejas: era la vejez; el yo mio, muriendo en efigie en el yo de aquellos; era una alucinacion en que yo desterrado, yo viejo y sin arrimo, me veia y me sentia en aquella espantosa huelga de los habitantes de los sepulcros....

Como los sabios ancianos venían algo fatigados de la inocente huelga que habían tenido, el fámulo dejó que reposasen y durmiesen la siesta un par de horas, y luego llevó a Morsamor y a los suyos a la presencia del señor Sankarachária, quien los recibió con distinguida afabilidad y extremada finura.

De otro modo, al escuchar el otro día á esos oradores franceses en tornéey nunca pudo anunciarse con mayor fundamentopour l'Espagne et le Maroc, y oirles amenazar con la huelga general internacional si el Gobierno de Francia ó cualquiera otro se lanzaba á guerreras aventuras, nuestros buenos socialistas, en vez de aplaudir, debieron preguntar, desconfiados, á los compañeros franceses:¿Qué apostamos á que ustedes no?

y en las repisas y en las paredes, el despilfarro del martirio, la orgía de la putrefaccion, la tortura de todas las secciones del cuerpo humano, el banquete del gusano, la huelga loca de las vísceras y los intestinos.

¡Consuela tanto ver otros peores y otros más tontos! XXXV Todas las huelgas mayores ó menores, tan menudeadas en estos últimos tiempos por todo el mundo, no son más que ensayos parciales de la huelga general que tendremos más tarde ó más temprano y quizás cuando menos se piense.

Es también un peligro que esta huelga modistil traiga otras muchas huelgas de mayor transcendencia.

Las minas y fábricas conocen las huelgas dolorosas, ya motivadas por la escasez del salario, ya por el exceso de producción.

Refiriéndose a la concepción que de la dignidad de su arte han tenido dos ilustres prerafaelistas inglesescasi huelga nombrarlos: Rossetti y Burne Jonesdice un escritor britanico que la desventaja única de la elevación aristocrática de su ideal es la de ser incomprensible excepto para unos pocos.

La iniciativa de la reunión, la primera noticia, la creían obra del Madrileño, un joven forastero que había aparecido en el campo de Jerez en plena huelga, enardeciendo a los simples con sus predicaciones sanguinarias.

La presunta huelga agraria de 1913-14 nos dejó algunas enseñanzas que es necesario no echar en olvido.

¡Todo el poderío, toda la riqueza del Imperio británico á merced de una huelga proletaria! ¡Oh! ¡El brazo de reyes, emperadores, hombres de guerra y hombres de Estado, ese brazo extendido, que parece en nuestras estatuas imperioso, dominador! Ya son los brazos cruzados del obrero, del trabajador, del miserable, los que rigen, gobiernan y mandan en el mundo.

Serafina se había acostumbrado a su inocente Reyes y a la vida provinciana de burguesa sedentaria a que él la inclinaba, y a que daban ocasión su larga permanencia en aquella pobre ciudad y la huelga prolongada.

Todas las huelgas resueltas arbitrariamente por poderes niveladores; todos los decretos socialistas, y todas las leyes agrarias, no impedirán que sea miserable el ignorante desmoralizado y que cerca de él no posea excesivas riquezas el inteligente que no repara en los medios de acumularlas.

De otro lado, la huelga sangrienta, el alarido desesperado de los hambrientos, que, por ser legión, quieren también ser poderosos un día á su manera, que es destruirlo todo, aunque no estén muy seguros de lo que después ha de edificarse.

Véase cómo una sencilla huelga de modistas, que en su origen puede parecer cosa de broma, podría ser el principio de una revolución social.

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