29 oraciones de ejemplo con alelí

Que brillaron en rosas y alelíes; Mientras, por celos de su flor, empieza Á romper la granada su corteza, Descubriendo un tesoro de rubíes.

Cartagena es una gran ruina, es una tumba inmensa, y entre las ruinas y las tumbas se encuentran siempre, lo mismo el hermoso lirio lleno de perfume y misterio, y el blanco alelí de las murallas, que el lagarto feo y descarnado vagando por entre los pedriscos y los escombros donde vegeta la hiedra....

¿Por qué aderezaros con flores mústias de otro clima, cuando nuestros soles crian en nuestros campos tantos jazmines y alelíes?

La libertad con que comemos, nos hace creer que nos encontramos en una romería, entre tomillo y alelíes.

Por el suelo rastrea muchedumbre de pajes y espoliques, alelíes, espuelas de caballero, gentezuela menuda que vive de la adulación, á la sombra de los grandes señores, y el bíblico lirio, vestido siempre de Nazareno.

Iba un fraile muy flaco que era el padre Alelí, un señor pequeñito con anteojos, que era el papá de Isabel, algunos militares y otros tipos que se confundían en su mente con las figuras de los dos mandarines.

Los sucesos de España eran los que jamás se sabían por Gacetas ni papelotes, y era preciso recibirlos por el vehículo del padre Alelí, amigo fiel sobre todos los fieles amigos, cada vez más perturbado de caletre y más difuso de explicaderas.

D. Benigno, dejando que Alelí se durmiera en el sillón del comedor y que Crucita hiciera lo mismo en su cuarto, envió a los muchachos a la escuela, y a su cuarto a Sola, entabló con ella una conversación de la cual es preciso no perder punto ni coma.

Pero nuestro buen criterio no nos permite admitir ciegamente esta versión, y así reducimos a tres las seis horas de que habla Alelí, el cual como Herodoto era muy inclinado a exagerar y dar proporciones a lo que veía.

Partió, pues, a los Cigarrales en compañía de Alelí, que ya casi no se podía tener derecho, y allí, en aquel delicioso edén de almendros, aconteció lo que pronto, muy pronto verá el juicioso lector.

Rumores corrieron de que el bondadoso Padre Alelí había perecido en las ferocidades del 16.

Miraba Chinto a la bahía con la boca abierta, y cuando al fin salió Amparo, no pudo verla: ella en cambio le divisó desde lejos, y veloz como una saeta, varió de rumbo, tomando por la insigne calle del Sol, que componen media docena de casas gibosas y dos tapias coronadas de hierba y alelíes silvestres.

Los alelíes y las plantas trepadoras se deslizan por todas las grietas y perfuman el camino como un jardín.

Hasta las guardesas, viejas y pobremente vestidas, que, con la bandera recogida, daban paso al tren, ostentaban entre sus cabellos grises algún clavel o alelí.

Luego que hube examinado todo lo que allí había, acerqué la nariz a estas flores, claveles, alelíes, rosas, y me pasé algunos segundos tratando de embriagarme con su perfume para calmar la inquietud que me atormentaba.

Se levantaba muy temprano y salía á la huerta, donde hizo por su mano algunas notables mejoras, como fué la de trasplantar algunos claveles que estaban demasiado prietos y se molestaban, y limpiar el polvo con delicado esmero á las hojas de una enredadera: también colocó una esterita de quitaipón sobre los alelíes para que el sol no los quemase á ciertas horas del día.

Entonces Andrés dió a la muchacha un gran ramo de alelíes, parásitas y azucenas silvestres que había cogido en el camino, acompañando el obsequio con una frase de elogio.

La huerta le enviaba, como saludo matinal, un soplo cargado de los aromas de sus claveles y alelíes, de sus malvarrosas y jacintos; el mar, brisa fresca y saludable; el cielo, los efluvios de luz radiosa.

En torno de estas casitas de techo puntiagudo, metidas casi siempre en un bosquete de naranjos, granados y algarrobos, se extiende un cultivo simétrico de flores y legumbres, grandes cuadros de claveles, azucenas, rosas, alelíes, mezclados con otros de fresa, alfalfa y alcachofas.

El sol dejaba un reflejo dorado en los cristales, los viejos alelíes florecían entre las grietas del muro, y un lagarto paseaba por el balaustral.

La buhardilla á cuya ventana se habia asomado la jovencita tenía en el exterior un aspecto alegre: dos macetas de barro encarnado hacian centinela á la ventanita, y contenian: la una, un alelí cuajado de flores encarnadas, y la otra, una frondosa mata de sándalo: en las vidrieras se veian cortinillas de muselina blanca cogidas con unos lacitos de cinta rosa.

Había flores blancas de arrayán, alelíes, alhucemas y anémonas, cuyas corolas se cubrían con una diadema de lágrimas de nubes.

Francisca bajó por más flores y doña Serafina subió llevando unos alelíes que ella misma cogiera.

Esmeraldas, sin agravios, diamantes, perlas, rubíes azucenas, alelíes, vierten sin cesar los labios.

Había hasta ochenta especies de claveles y muy variadas de alelíes, rosas y dalias; injertos admirables; árboles gigantescos que producían frutos diminutos y árboles enanos que daban frutos enormes.

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