342 oraciones de ejemplo con tentación de

El joven aragonés había tenido la peor de las tentaciones: la tentación de ser largo y difuso.

No pude resistir a la tentación de venírselo a leer a éstas....

Un día, sofocada con la lana negra de su corpiño, tuvo la tentación de ponerse uno de sus vestidos blancos de Luzmela.

Hizo Salvador un movimiento de repugnancia como si se le aproximara un reptil, la midió con mirada despreciativa y colérica y salió de la sala muy altivo, sonriéndose, con una audacia nueva en él, tan provocativa, que Narcisa le persiguió diciéndole desvergüenzas, extinguido ya el resto de pudor que hasta aquel día la contuvo en su tentación de insultarle a la cara.

En cuanto á los actores no puedo resistir la tentación de bosquejar á D. Bernardo Carpio.

» Muchos y buenos artículos, en broma y en serio, hay escritos sobre los gallos filipinos y sus peleas, destacándose entre todos ellos, según mi pobre opinión, por el sabor local de sus apreciaciones, el firmado por el Padre Buceta, no pudiendo resistir á la tentación de transcribir algunas líneas.

Á la cual concurrió el señorío en doble número que á las anteriores, llevado de la tentación de la orquesta, con cuya salsa, y la buena disposición en que se hallaban los ánimos, se hizo una pepitoria de bailoteo que tuvo que ver.

Y aún lo último corría el riesgo de naufragar tras el anticipo, por minúscula que fuera su tentación de tallar.

Cuando en sus evoluciones pasaba ante la puerta de la pieza ocupada por Torrebianca, sentía la tentación de entrar.

Llegaba á él cuando era viejo y no podía sentir la tentación de los placeres que engañan y entretienen á los demás mortales.

Siento la tentación de besar también, de besar á la muchacha ácida; pero me inspira miedo.

Un rey de Francia quería que todos sus vasallos pusiesen a diario gallina en la olla, porque de esta suerte serían felices y no se verían en tentación de cometer delitos contra el Estado.

Puede llamarse novela naturalista a Madame Bovary; pero no cabe duda de que Flaubert vivió y murió romántico impenitente, y nadie negará, por de contado, que La Tentación de San Antonio es obra de un desenfrenado idealismo, y que Salambó pinta un mundo tan convencional y tan falso como el de cualquiera otra de las novelas con pretensión de históricas.

Aquel tío era la esperanza de la familia; representaba el cebo capaz de atraer novios con la tentación de una herencia, y aunque lo encontraban poco simpático, por su carácter y la ruindad de sus regalos, sonreíanle y le adulaban, con gran contento de la mamá.

Rompía los ojales del chaleco con la enorme cadena cargada de dijes, y él, que antes cuidaba de salir con poca calderilla en el bolsillo, por miedo a los compromisos o a la tentación de entrar en algún café, sacaba ahora, a tuertas y a derechas, su gran cartera de hombre de negocios repleta de billetes del Banco, y muchas veces escandalizaba a los camareros presentando para pagar un refresco un papelote de mil pesetas.

Dios me libre también de recaer en la mala tentación de presumir de princesa.

Doña Inés perdió el miedo y sintió la irresistible tentación de ver el sainete y aun de hacer en él uno de los principales papeles.

» No lo traduzco no vaya á caer en la tentación de hacer este potingue la gente menuda y se envenene.

Pero a veces no puede uno más, y ¡Dios me perdone! he sentido la tentación de levantar el cayado para empezar a golpes con el rebaño rebelde que se guarece en la catedral.

Bueno, pues no necesito añadir nada más... porque si caes en la tentación de querer a un hombre indigno, adiós mi dinero, adiós decoro...

Después se sentó en una mecedora junto a su tocador, en el gabinete, lejos del lecho por no caer en la tentación de acostarse, y leyó un cuarto de hora un libro devoto en que se trataba del sacramento de la penitencia en preguntas y respuestas.

«No, no caería en la tentación de convertir aquella dulcísima amistad naciente, que tantas sensaciones nuevas y exquisitas le prometía, en vulgar escándalo de las pasiones bajas de que sus enemigos le habían acusado otras veces.

Don Álvaro clavó los ojos en el rostro de Ana con audacia y ella levantó los suyos, grandes, suaves, tranquilos y miró sin miedo al seductor, a la tentación de años y años.

La tentación, la vieja tentación de don Álvaro, le había sabido a cosa nueva; se le figuró un momento que aquel dolor que sintiera al saber lo de la ministra, era más de las entrañas que sus demás penas; era un dolor que la aturdía, que pedía remedio a gritos desde dentro....

resistir a la tentación de preguntarle si se había divertido mucho aquel verano....

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