30 Adverbios para describir cómo apuntan

Andrés calló un instante; después apuntó tímidamente: Tanto te puede maltratar, que al fin no tengas más remedio que hacer lo que él te manda.

¿No es ciertamente notable que en una sola iglesia haya todo lo que brevemente he apuntado? ¡Ah! nada como Venecia, su impresion me durará siempre, el arte está allí en todas partes, ¡y qué arte! ¡qué arte! Y aquí solo se leen los apuntes de mi cartera, no todo lo , hay mucho mas, es admirable.

Por eso, y por las observaciones y peligros que más atrás apunté, los señores bailarines de las romerías determinaron amparar su diversión favorita con un muro sólido y elevado, contra la curiosidad irreverente de la muchedumbre.

Aterrorizada la cigüeña llegó á unos cien pasos de los arqueros y el ave de rapiña empezó á trazar pequeños círculos, como si se preparase á caer sobre ella, cuando el ballestero, apuntando rápidamente, atravesó con su dardo á la pobre cigüeña.

Algunos comediantes que, como Coquelin y Pepe Santiago, saben algo de dibujo, tienen un álbum donde apuntan ligeramente las cabezas y los gestos que más interesaron su atención.

Á proa del palo mayor me detuve, saqué una pistola de mi bolsillo, apunté fríamente, á pesar de que él había ya vuelto sobre sus pasos y se dirigía una vez más sobre ; preparé mi arma y oprimí el fiador....

-XVI- Meditaciones El P. Enrique, según hemos apuntado anteriormente, no estaba ocioso: no limitaba la actividad de su vida a hablar en la tertulia de D. Acisclo.

cuando allá en el parque había estado apuntando a la cabeza de Mesía, no recordaba que el cartucho mortífero tenía carga de perdigón; suponíalo lleno de postas o de balas.

Pero yo, que estaba más cerca que él de la fiera y mereciendo los honores de su mirada rencorosa como si a solo quisiera pedir cuentas de los horrores cometidos allí con su familia, sin hacer caso de consejos ni de mandatos, apunté por encima de Canelo, que defendía valerosamente la entrada y a riesgo de matarle, disparé un cañón de mi escopeta.

" 772 Y gangoso con la tranca, me solia decir: "Potrillo, recién te apunta el cormillo, mas te lo dice un toruno: no dejés que hombre ninguno te gane el lao del cuchillo.

No apuntaba siquiera el propósito de levantarse, porque no se lo permitía la extenuación de sus fuerzas; pero creía en la posibilidad de volver a tomar el sol antes de morirse, aunque fuera sacándole en un cesto a la solana si le duraba al tiempo aquel buen semblante unos cuantos días.

Ahora apuntaba francamente su rifle contra los dos, para que no pasasen adelante, y tuvieron que mantenerse inmóviles, dudando entre obedecer á la amenaza ó arrojarse sobre aquel bandido.

Y se me figura apuntó Urrea irónicamente, que ha de ser sumamente divertido.

No tiraba muchos tiros, pero cada disparo suyo era casi seguro que hacía una víctima, porque apuntaba largamente, amorosamente, a fin de que su bala fuese eficaz.

¿Cómo se explicaría, si no, esa manera de apuntar tan minuciosamente todo lo que a él se refiere?

El agujero quedaba perpendicularmente sobre su cabeza, y la cola de gato apuntaba, naturalmente, a sus narices.

A mediodía, para probar los cañones recientemente montados, Liniers en persona apuntó sucesivamente a una lancha cañonera y a una fragata enemigas, con tan raro acierto que, después de dar en el casco de la primera, cortó con el segundo tiro la pena de su mesana, donde tremolaba la bandera británica, que cayó al agua.

Tiene dosvolvió a apuntar tristemente Rufo.

Al día siguiente, después de otro altercado con su sobrino, apuntaron vagamente en su alma las ideas de transacción.

¿Qué mosca le habrá picado?... ¡Ya; que apuntó mal anoche, y como las cartas no tienen entrañas...! ¡Lástima de hombre, entregado á un vicio tan feo...! FEDERICO, para .

Deseo consultarte una cosa... una idea, que ayer apuntó en , y hoy, en el momento que entraste, cuando tu voz, ¡ay! me hirió la mente, así como si entrara de golpe, dándose de cabezadas con todas las demás ideas que hay en el cerebro, y espantándolas y dispersándolas... no te lo puedo explicar.

El jefe me preguntó entonces mi nombre y señas, y lo apuntó cuidadosamente, con bien sentado pulso, en un libro.

¡Y vaya si estaban bien probados (T) y requeteprobados los lechos aquellos, según apunta delicadamente aquí el Arcipreste con este epíteto ultrahoraciano! En S y G, poblados, que todo es lo mismo.

Las manos del esqueleto apuntaban directamente hacia el Islote y la brújula marcó, con toda claridad: Este Sudeste, cuarta al Este.

El pobre joven no salía de apuros: dudaba si incluir el kamagon entre los metales, el marmol entre los cristales y el azabache dejarlo como neutro, hasta que su vecino Juanito Pelaez le apuntó disimuladamente: ¡El espejo de kamagon entre los espejos de madera!...

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