La elección de reyes, príncipes y emperadores la dejaron hasta conocer toda la partida que requiriese el argumento.

El concejo se quedó tamañito bajo tan contundente argumento.

Lo de los vocablos lo trató Aristóteles con tanta extension, que en la enumeracion de los sofismas puso una buena parte de ellos en las voces, ponderando la necesidad que hay de aclararlas, para que se sepa el sentido en que se toman en qualquiera argumento.

Desembarazándolos conviene ver, si los términos son unos mismos, é invariables con las mismas propiedades, ampliaciones, restricciones, &c. porque una variacion, que no aparece á primera vista, hace defectuoso el argumento.

Sólo en las novelas malas se ven esos hijos de sorpresa que salen cuando hace falta para complicar el argumento.

En la desesperación de su inevitable derrota, encontró aún la dama otro argumento.

Don Basilio solía llevar en la boca un palillo de dientes, y tomándolo entre los dedos lo mostraba, accionando con él, como si formara parte del argumento.

Y hasta nombraba el albéitar a quien había de llamar y tapar los ojos, con todo lo demás del argumento.

Ana soñó en adelante más que nada batallas, una Ilíada, mejor, un Ramayana sin argumento.

«¡Esta es la moral positiva!decía el Marquesito muy serio cuando alguien le oponía cualquier argumento.

Un argumento presentaba Rafaela a veces contra las pretensiones de D. Joaquín, pero éste refutaba victoriosamente el argumento.

v. [ritórt] Redargüir, retorcer un argumento.

Sonriendo ante esta fe, empleó Ferragut su último argumento.

Lo hace cuestión de probidaddije a Magdalena, como último argumento.

El principal es contener demasiado argumento.

Hay plétora de argumento.

Pues hallo en tu entendimiento, Como en tus brazos, defensa, Oye un argumento.

] Formulemos con mas precision el argumento.

Mala exposicion del argumento.

Y las impías proposiciones que su amigo sustentaba le llegaban tan al alma, turbaban de tal manera sus facultades, que apenas tenía alientos para formular un argumento.

Vamos, ¿qué tenemos? repetía el catedrático gozándose en el efecto de su argumento.

Debo añadir aquí que no se prescindió de medio alguno, ni se excusó diligencia para procurar que los trajes y la pompa y aparato escénicos correspondiesen y hasta realzasen la grandeza y solemne majestad del argumento.

Pero lo he visto comprobado prácticamente, y contra los hechos no hay argumento.

Pero mi propósito no es hundirme en consideraciones metafísicas acerca del amor; tengamos lástima al que le ha dejado tomar incremento en su corazón, y pasemos como sobre ascuas sobre tan quisquilloso argumento.

Casi no hay en ella lo que se llama enredo o argumento.