58 oraciones de ejemplo con cosméticos

Por entre los botes de pomadas y cosméticos; por entre las cajas de alfileres y juguetes, se descubría el perfil arqueológico de una vieja que era ama, dependiente y aun fabricante de algunas drogas.

Los ojos chinos no los corrige ni las conjunciones de sangre, ni el bisturí del operador, ni los cosméticos del tocador.

Sabido es que la manteca de cacao es la base de muchos cosméticos y pomadas de tocador.

Tenía cuatro altares en el centro; las paredes estaban adornadas con profusión de hojarasca, arabescos y otros cosméticos del género decadente a que pertenecía.

Disimula mucho, a lo que yo presumo, el cuidado que tiene de su persona; no se advierten en ella ni cosméticos ni afeites; pero la blancura de sus manos, las uñas tan bien cuidadas y acicaladas, y todo el aseo y pulcritud con que está vestida, denotan que cuida de estas cosas más de lo que se pudiera creerse en una persona que vive en un pueblo y que además dicen que desdeña las vanidades del mundo y sólo piensa en las cosas del cielo.

Terminados estos preparativos, que nos será lícito clasificar y dividir en cosméticos, indumentarios y religiosos, Pepita se instaló en el despacho, aguardando la venida de don Luis con febril impaciencia.

Luego fue Rafaela a la rua do Ouvidor, donde están las mejores tiendas, y en la perfumería de moda, compró cepillos de dientes y pelo, polvos y loción vegetal para limpiárselos, y aguas olorosas, cosméticos, peines y otros utensilios de tocador.

Por tres reales le daba cama de a peseta, y en obsequio a la excepcional decencia del parroquiano, por sólo un real de añadidura le dejaba tener su baúl en un cuartucho interior, donde, además, le permitía estar una hora todas las mañanas arreglándose la ropa, y acicalándose con sus lavatorios, cosméticos y manos de tinte.

Tenía, además, otra particularidad: recibía toda su correspondencia en la redacción; no se pudo averiguar dónde vivía; se llegó a sospechar que tenía en una buhardilla una mala cama, un gran lavabo con muchos frascos, tintes, pomadas o cosméticos, y una percha cargada de ropa; pero nadie logró poner en claro la verdad.

Nadie pensó sino en hacer viajes o enviar recados a casa de la modista, autora del traje que había de sacar a escena, en peinar y repeinar a la nueva artista, y en prepararle una banasta para las ropas y una caja para los untos, cosméticos, polvos, mano de gato y otros afeites.

Luego que hubo invertido la fabulosa cantidad en lazos, cosméticos, afeites y menjurjes, pidió más, exigiéndolo con tal imperio que don Quintín, de un lado sujeto al hechizo de su Circe, y de otro confiado en que tenía por banquero a don Juan, determinó ir a su casa y darle un fenomenal sablazo.

Ya no era su fisonomía enteramente la de un perro ratonero como de niño; había mejorado un poco; no mucho; la mejoría principalmente consistía en que andaba más limpio, sin mocos en las narices, ni repegones en las mejillas; aquel pelo indómito había conseguido, a fuerza de pomadas y cosméticos, domeñarlo, y lo llevaba aplastado sobre las sienes como los chulos.

Las artes cosméticas e indumentarias y todas las demás invenciones, trapacerías y mañas, provocantes y fomentadoras del erotismo, habían llegado a la perfección hace más de tres mil años y desde entonces nada han adelantado.

Pasaba de los cincuenta, aunque las pomadas, tinturas y cosméticos le diesen aspecto de joven a cierta distancia.

Las patillas grises estaban unidas al bigote; la raya del peinado descendía hasta la nuca, y por encima de las orejas avanzaban, brillantes de cosméticos, dos mechones recortados y teñidos.

Las tinturas y cosméticos seguían en armonía con los últimos adelantos de la química; la faja y los tirantes en relación con los progresos de la ortopedia; el mejor zapatero de Madrid, el dentista más hábil, el sastre y el perfumista más acreditados.

Baños eléctricos administrados por diestros operadores, y hasta baños cosméticos perfumados, para entonar la complexion delicada, encontramos entre estos prodigios neptunianos.

Un perfumista entrometido no es cosa que choque, y con el pretexto de vender sus pomadas, cosméticos y bandolinas pudo andar por todas partes.

Aviraneta no quiso insistir en sus preguntas, y cambiando de conversación se puso a hablar con volubilidad de sus cosméticos y de sus elixires.

En aquellos instantes, la madre bañaba al calmuco, el cual había llegado á tal punto de cólera, que de verde aceituna se había puesto de color berenjena, y no se daba reposo á berrear, patalear y expresar á su modo rabia y odio felinos al agua y á las artes cosméticas.

Los espíritus grandes, escogidos, no necesitaban los mismos preceptos que el vulgo materialista y grosero; demasiado aborrecía la carne el alma enferma de idealidad; lejos de hacérsela odiosa, como un peligro, se la debía inclinar a transigir con ella, con la carne, mediante los cosméticos del arte, mediante el dogma de la santa alegría.

Difícil de creer es, por lo tanto, que Cumandá, viviendo entre salvajes, feroces, viciosos, groserísimos, moral y materialmente sucios, y expuestos á las inclemencias de las estaciones, conserve su pureza virginal, y sea un primor de bonita, sin tocador, sin higiene y sin artes cosméticas é indumentarias.

Algo he extrañado, pero no para censurar, sino para aplaudir, que el Sr. Bellamy, que tantas cosas reforma ó trueca, todo lo deja como está ahora en lo tocante á las artes cosméticas é indumentarias, flirt, noviazgos y belenes.

El dolor de don Sabas era a pesar suyo tan sincero que en un punto destruía el artificio de sus adobos y cosméticos, dejando al descubierto una ancianidad herida, dolorosa y claudicante.

Poseen cosméticos para sus fisonomías arrugadas: la grandílocua rancidez de programas á cuyo pie buscaríase de inmediato la firma de Bertoldo, si los vastos soponcios no traslucieran prudentes reticencias de Tartufo.

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