452 oraciones de ejemplo con genios

Desde el cisma entre iranienses é indios, este nombre de Div se había aplicado al príncipe de las tinieblas, á los genios negros, á los espíritus tenebrosos.

Daba culto asimismo á los genios buenos ó espíritus que le servían; á las almas de los héroes, á quienes llamaba Anses; al fuego del altar y al Soma ó licor sagrado.

En el aire, en el agua, en el fuego, en la luz, en las tinieblas hay, á mi ver, inteligencias recónditas, seres vivos de una naturaleza superior á la nuestra, genios emanados de Ahura-Mazda ó del Espíritu contrario, poderes benéficos ó maléficos, que tal vez influyen en nuestro destino.

Si toda la naturaleza está poblada de virtudes, de genios, ¿cómo es que permanece siempre desierta para ?

Son contados los genios poderosos que en la oratoria, en el teatro ó en el periodismo lograron «eternizar el instante».

los pocos sabios que en el mundo han sido,» esto es, los pocos genios que han alumbrado con la llama imperecedera de su divina esencia los tristes derroteros de la humanidad, han dirigido siempre sus dichosas empresas y sus extraordinarias conquistas á dos objetos, á dos fines igualmente útiles y asombrosos: 1.º Ganar tiempo.

Como el hombre es holgazán y de todas sus fuerzas la que mejor emplea es la de la inercia, la otra fase de los descubrimientos y del progreso á que han contribuído genios y sabios ha sido la de economizar el sudor de la frente á los seres humanos condenados al trabajo eterno.

Por esprit fort que se sea, ¿quién no ha oído sonar alguna vez aquellas místicas campanas de Is de que habla Renan, ó sentido rebrotar lozana la creencia en genios, duendes y aparecidos?

el hombre inclinaciones de siete en siete años: ¡cuánto más alternará genios en cada una de sus cuatro edades! Comienza á medio vivir quien poco ó nada percibe.

] Al mismo punto que metieron el pie en Francia, conocieron sensiblemente la diferencia en todo, en el temple, clima, aire, cielo y tierra; pero mucho más la total oposición de sus moradores, en genios, ingenios, costumbres, inclinaciones naturales, lengua y trajes.

, ¿qué quereis de ? contestó el morabhita mirando á aquellos que le parecieron hombres y no eran otra cosa que genios.

Elige el sitio donde hemos de edificar el alcázar, exclamaron los genios que se habian agrupado á su alrededor.

¡No! ¡Esta es la Alhambra de los genios!

Y así sucedió: los genios guardaban el alcázar, y servian al príncipe Aben-al-Malek, como jamás ha sido servido príncipe alguno; ofrecíanle los más exquisitos manjares, los perfumes más suaves, los lechos más frescos y regalados, donde velaban su sueño halagándole con sus alas invisibles: Abu-Kalek pasaba todo el dia á su lado, desarrollando en él las dotes que debe poseer todo buen muslim: temor de Dios, generosidad y valentía.

En cuanto el morabhita, una vez terminada su peregrinacion sobre la tierra, los genios le sepultaron en el alcázar maravilloso, que sirvió de morada en su infancia al príncipe Aben-al-Malek.

Algunas mañanas, cuando el sol empieza á romper las neblinas, creen ver las caravanas que atraviesan el Hedjaz, las fuertes torres de un altísimo castillo: es la Alhambra de los genios; la Alhambra del Hedjaz; la sepultura del Almorabhid Abu-Kalek.

Betsabé describió un círculo en el suelo con el anillo, murmuró algunas palabras misteriosas, y añadió con voz potente: ¡Espíritus que escuchais mis conjuros, esclavos de mi poder, salid á luz! X. Del centro del círculo trazado por Betsabé, salieron tres genios horrorosos.

Esa inquietud se exacerba en los grandes hombres, en los genios mismos si el medio es hostil á sus quimeras, como es frecuente.

Jamás fueron tibios los genios, los santos y los héroes.

Desfilan bajo nuestro lente como simples casos de historia natural, con tanto derecho como los genios y los imbéciles.

Las mediocracias contemporáneas tejen su sorda telaraña en torno de los genios, los santos y los héroes, velando su gloria ante la multitud: ciérrase el corral cada vez que cimbra en las cercanías el aletazo inequívoco de un águila.

Ésta ofrece á todos un mismo fardo de rutinas, prejuicios y domesticidades; basta reunir cien hombres para que ellos coincidan en lo impersonal: «Juntad mil genios en un Concilio y tendréis el alma de un mediocre.

¿Por qué, entonces, la humanidad admira á los santos, á los genios y á los héroes, á todos los que inventan, enseñan ó plasman, á los que piensan en el porvenir, lo encarnan en un ideal ó forjan un imperio, á Sócrates y á Cristo, á Aristóteles y á Bacon, á César y á Napoleón?

En el culto de los genios, de los santos y de los héroes, tienen su arma; despertándolo, señalando ejemplos á las inteligencias y á los corazones, puede amenguarse en las mediocracias la omnipotencia de la vulgaridad.

Fracasados hay que se creen genios no comprendidos y se resignan á ser modestos para no estorbar á la mediocracia que puede hacerlos funcionarios; y son mediocres, lo mismo que los otros, con más la cataplasma de la modestia sobre las úlceras de su mediocridad.

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