95 colocaciones para águila

Doble era la altura de la montaña; llegaba entonces su vértice á aquella región en que está tan enrarecida la atmósfera, que ni aun puedo sostenerse en ella el ala del águila.

Tendieron su mirada de águila por las estrechas paredes, las gruesas columnas y el pesado techo del local, y unánimes convinieron en que lo principal era poner unos capiteles á aquellas columnas.

Esto era de búho, lo otro de mochuelo, lo de más allá de cuervo, y hablaba con respeto de cierto nido de águilas que su padre había visto de joven en aquel sitio: feroces animales que pretendían picarle los ojos, y obligaban al buen campanero a pedir la escopeta al guardia nocturno cada vez que había de visitar las bóvedas.

Derramó primero su mirada fascinadora, olímpica, por las butacas, dejando temblorosas y subyugadas a todas las niñas casaderas que por allí andaban esparcidas: después, con arranque sereno como el vuelo de un águila, alzóla al palco número once.

Pero la Dura tenía todo su ser embargado por la ardentísima ansiedad física que experimentaba, y sus ojos de águila se fijaron en Severiana que escanciaba en un vaso algo del contenido de una botella.

Y en vez del salacot oriental, cubría su cabeza un airoso sombrero tirolés adornado con una pluma de águila.

489 Tiene la vista del águila, del leon la temeridá; en el desierto no habrá animal que él no lo entienda, ni fiera de que no aprienda un instinto de crueldá.

Temblaba en los amantes brazos varoniles, como la paloma en las garras del águila.

Su nariz (la parte más prominente de su cuerpo), se retorcía majestuosa en forma de pico de águila.

Su cabeza de águila está reclinada sobre el pecho.

En el quicio de su casa cantaba un carpintero, remendando con mucha habilidad una silla en figura de águila, que tenía caída la guarnición de oro y seda de la piel de venado del asiento.

El Consejo Ejecutivo le regaló una máquina rodante que tiene la forma de un águila con una lira en las garras, pero ella ha guardado este tributo de la gratitud nacional, y prefiere seguir yendo á todas partes, como otras señoras viejas de su época, en un carrito ligero tirado por tres hombres que están á su servicio, y á los que acaricia frecuentemente con el látigo....

Y su cerebro estaba como petrificado, y los grandes himnos estaban en el olvido, y el poeta de la montaña coronada de águilas no era sino un pobre diablo que daba vueltas al manubrio: ¡tiririrín! Y cuando cayó la nieve se olvidaron de él el rey y sus vasallos; a los pájaros se les abrigó, y a él se le dejó al aire glacial, que le mordía las carnes y le azotaba el rostro.

¡Dios mío! Mira tu obra: la flor abre sus pétalos; El águila ya altiva levanta el vuelo audaz; ¿Y permitir puedes que el cierzo la marchite, Y que cobarde flecha alcance el nido íntimo Y rompa las entrañas del águila real? ¡Dios mío, tu justicia es grande cual mismo, Y mi esperanza toda de hoy más cifraré en ti! ¡No arranques de mi cielo este lucero fúlgido Que no hace falta al tuyo!

10 Y la figura de sus rostros [era] rostros de hombre; y rostros de león a la parte derecha en los cuatro; y a la izquierda rostros de buey en los cuatro; asimismo había en los cuatro rostros de águila.

Del techo cuelga, verde y blanca y roja, la bandera del águila.

¿Vuela el hombre como el águila? 4.

En aquellos, atardeceres mincosos de la gran Metrópoli, en que Martí solía pasearse por las alamedas de Green Wood, ¡quién iba a imaginarse que de aquella mano tan sencilla pendía un mundo, que tras aquella cabeza silenciosa iba una bandada de águilas libertadoras! Su erudición, pasma.

Todos ellos y ellas se adornaban las orejas de zarcillos tan grandes como manillas, y las narices y los pechos con unas águilas y collares como medias lunas; joyas de oro cuantas ellos podian haber traian.

Después lo descuartizó la Ciencia y lo expuso la Tradición... * * * * * Se le ha comparado con un águila, con un águila blanca, con una blanca águila vieja.

Y fué primero el gran recuerdo de Hugo, narrando la formidable caída del dueño del águila, y a los sonoros clarines líricos y a las terribles trompetas épicas apareció todo lo que el arte ha creado por obra del más tempestuoso derrumbamiento de gloria y de soberbia que hayan visto los siglos.

Encima de la entrada se cierne un enorme ejemplar del águila americana, con las alas abiertas, un escudo en el pecho y, si la memoria no me es infiel, un haz de rayos y dardos en cada garra.

Aquí yo quedé absorto y totalmente enajenado de mismo, puesto en él, émulo del águila más atenta.

Había nacido Víctor para las esferas superiores de la vida, como el águila para remontarse á las alturas.

El espíritu planea sobre estos prodigios, como el águila en los vientos, y en la aspiracion á lo eterno, desparece, como la película de la hoja, este conjunto de maravillas!....

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