3744 oraciones de ejemplo con cruel

Martin se contuvo y se puso á observar: su respiracion era agitada, su corazon latia de una manera espantosa, y sus oidos zumbaban, y enmedio del vértigo que se habia apoderado de él, le parecia oír de cuando en cuando la burlona carcajada de la Sarmiento, que en aquellos momentos comprendia cuanto tenia de cruel y de sangrienta.

Era además cruel y se gozaba con la sangre, con la muerte y el estrago.

Aquella soñadora, á quien la morfina había abierto breves instantes el paraíso, guardaba particular rencor á los que sólo se lo habían hecho entrever; y cuando fumaba, muda, entornando los ojos, veía entre nubes de púrpura tiendas asirias, cabezas exangües que agarraban por los negros cabellos blancas manos, y suspiraba, porque ya el mundo antiestético ha olvidado los ritos de la fábula hermosa y cruel...

Empezaba por compadecerse á propio; se declaraba y reconocía enfermo, solo, abandonado, pobre, despreciado, en París, entre la indiferencia ambiente, la sordera espléndidamente cruel de una ciudad inmensa; y en su necesidad momentánea y egoísta de afectos, decidió escribir á cuantos creía sus amigos, para obtener de ellos una palabra cariñosa.

No era su lenta agonía la extinción suave, insensible, de la vida del pájaro, que habían predicho las monjas; entre todas las formas del mal, había tocado en suerte á Silvio la más cruel.

Y porque despachada esta Carta real, la Reina, como se dijo, murió luego, no supo de esta cruel perdicion nada.

Puesto que si la historia de Oviedo llevara en la frente escripto como su autor habia sido conquistador, robador y matador de los indios, y haber echado en las minas gentes dellos, en las cuales perecieron, y así ser enemigo cruel dellos, como se dirá, y él mismo lo confiesa, al ménos entre los prudentes y cristianos cuerdos, poco crédito y auctoridad su historia tuviera.

Bastaba dormirse por segunda vez en la guardia, y en circunstancias normales, para castigar la reincidencia con pena tan inhumana, bárbara y cruel.

No tienden estas palabras á disculpar ni siquiera á atenuar el proceder del Capitán del San Lucas, dado que realizara el cruel hecho que motiva la acusación; sólo tratan de discernir la diferencia de épocas, para establecer bajo su verdadero punto de vista el comentario sobre un suceso que hoy sería un crimen y entonces podía buscar amparo en la ley.

¡Oh muerte cruel! EMILIA.

¡Bestia cruel! ¡Estúpido! ¿Cómo habias de poder contra esa santa?

Y ¡que sea cruel, muy cruel!

Y ¡que sea cruel, muy cruel!

Versado estoy en los combates y en las matanzas de hombres; mover á diestro y á siniestro la seca piel de buey que llevo para luchar denodadamente, lanzarme á la pelea cuando en prestos carros se batalla, y deleitar á Marte en el cruel estadio de la guerra.

También los teucros se armaron dentro de la ciudad; y aunque eran menos, estaban dispuestos á combatir, obligados por la cruel necesidad de proteger á sus hijos y mujeres: abriéronse todas las puertas, salió el ejército de infantes y de los que peleaban en carros, y se produjo un gran tumulto.

Dos hombres belicosos y señalados entre todos, Eneas é Idomeneo, iguales á Marte, deseaban herirse recíprocamente con el cruel bronce.

Como ya no tenía seguridad en sus pies para recobrar la lanza que arrojara, ni para librarse de la que le tiraran, evitaba la cruel muerte combatiendo á pie firme; y no pudiendo tampoco huir con ligereza, retrocedía paso á paso.

El Priámida dió con la saeta en el pecho de Menelao, donde la coraza presentaba una concavidad; pero la cruel flecha fué rechazada y voló á otra parte.

Muchas veces los aqueos me han increpado por lo ocurrido, y yo no soy el culpable, sino Júpiter, el Hado y la Furia que vaga en las tinieblas; los cuales hicieron padecer á mi alma, durante la junta, cruel ofuscación el día en que le arrebaté á Aquiles la recompensa.

Vayamos todos juntos y excitemos al cruel Marte contra los teucros, domadores de caballos.

» 266 Dijo; y con el cruel bronce degolló el jabalí que Taltibio arrojó, haciéndole dar vueltas, al gran abismo del espumoso mar para pasto de los peces.

Hoy te salvaremos aún, impetuoso Aquiles; pero está cercano el día de tu muerte, y los culpables no seremos nosotros, sino un dios poderoso y el hado cruel.

Más tarde, hirió en medio de la cabeza á Equeclo, hijo de Agenor, con la espada provista de empuñadura: la hoja entera se calentó con la sangre, y la purpúrea muerte y el hado cruel velaron los ojos del guerrero.

Ya es posible que los teucros á quienes maté resuciten de las sombrías tinieblas; cuando éste, librándose del día cruel, ha vuelto de la divina Lemnos donde fué vendido, y las olas del espumoso mar que á tantos detienen no han impedido su regreso.

Pues también me aguardan la muerte y el hado cruel.

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