101 oraciones de ejemplo con de un señor

Vivía con una amiga de su madre, vieja y casi ciega, antigua criada durante veinte años de un señor enfermo y malhumorado, que al morir le legó una renta de dos pesetas, lo suficiente para no morirse de hambre.

Mas no queriendo que su señora se enterase de tanta desventura, armó el enredo de que le había salido una buena proporción de asistenta, en casa de un señor eclesiástico, alcarreño, tan piadoso como adinerado.

Huberto Martholl no me hace el efecto de un señor decidido a casarse con una joven sin fortuna, y dudo mucho que las de Blandieres tengan ni sombra de dote.

No obstante, yo sospecho que esa hache es de manufactura catalana, y, en vez de combatirla estérilmente, creo que debiéramos unir nuestras fuerzas a las de un señor que en un gran hotel protestaba, días atrás, contra la frase five o'clock, empleando una argumentación llena de lógica.

Pero el comprador no compraba por su cuenta, sino por cuenta de un señor a quien, quince días antes, le había oído decir que quería brea.

¡Pues ya se ve! ¡como era tan hermosa!... y como era querida de un señor...

En cambio, ¡oh terrible humillación!, me entusiasmaban las novelas de un señor Pérez Escrich (que Dios perdone) y de una doña María del Pilar Sinués (a quien Dios perdone también).

Hallándome, algún tiempo después de publicarse, en el pueblo de Marmolejo tomando las aguas salutíferas que allí manan, me anunciaron en la fonda donde me hospedaba la visita de un señor sacerdote.

¡Venir a proponerme que le venda mi hija! Como si yo fuese una cualquier cosa... ¡Una mujer que ha servido diez años en casa de un señor con cuatro títulos! ¡Señora, tenga usted la bondad de escucharme!exclamé yo en el colmo de la confusión.

En los cabarets berneses se sienta uno al lado de un señor vestido descuidadamente, con sombrero de paja viejo, el chaleco abierto, la panza en libertad, mientras lee un periódico de apretados caracteres alemanes, y resulta luego que es un ministro federal ó un presidente de cantón venido á Berna para hablar mano á mano con los gobernantes centrales.

Aburridas por la soledad del harem y la indiferencia de un señor en el cual el exceso de cantidad embota y debilita todo afecto, ¡cuántas veces su pequeño cerebro de niña, apenas educada, experimenta la embriaguez del deseo, viendo en este barrio cristiano la gran abundancia de hombres, venidos solos del otro extremo de Europa, y á los que un celibato forzoso da audacias y ademanes de lobo carnívoro!...

Mientras él jugaba, á mi lado vi á un chico que estaba haciendo un retrato, al lápiz, de un señor.

Al cabo de este tiempo salió la muchacha al portal acompañada de un señor de aspecto venerable.

La Coronela, Chuchita y la hermana de ésta, la rubia, acompañadas las tres de un señor senador, de un periodista y de un torero de fama, se preparaban para cenar en un gabinete del Círculo.

Manuel tuvo la suerte de tomar un bulto de un señor y llevárselo á un coche.

«¡Cómo estará esa pobre gente de los tendidos!dijo una dama que en compañía de otra y de un señor mayor salía de su palco.

«¡Cómo estará esa pobre gente de los tendidos!dijo una dama que en compañía de otra y de un señor mayor salía de su palco.

Con esto se lograba que, continuando sus bienes en secuestro, perdiese aquella insigne milicia la esperanza de mejorar su causa al abrigo de un señor poderoso y valiente, mientras el tiempo y el decaimiento a que habían venido acababa de todo punto con su lustre y prestigio.

Llevábamos veinte días en Tánger, cuando recibí una carta de un señor Gargollo, representante de mi tío Ibargoyen, el mejicano.

Siguiendo por él, á cinco ó seis leguas de la boca del rio, entraron en los términos de un señor Abenamachéi, en la penúltima el acento.

Aquel dinero no era suyo, sino de un señor que se lo había confiado, para emplearlo, y el señor lo necesitaba para ir á tomar baños de ola.

Las masas graníticas se elevan sobre los verdes valles o los amarillos sembrados, semejando los castillos de un señor feudal, dueño de todo lo que está a sus pies, pero demasiado orgulloso para descender a tener nada de común con ello.

En 1852 el genio de Tolstoi da sus primeras flores: Infancia, La Mañana de un Señor, La Incursión, Adolescencia; y él da gracias al Espíritu de Vida que lo ha fecundado.

La Mañana de un Señor no fué concluida hasta 1855-56.

Véase La Mañana de un Señor, o bien, en Las Confesiones, los retratos extremadamente idealizados de estos hombres sencillos, buenos, contentos de su suerte, tranquilos, que comprenden la vida; o bien, al fin de la segunda parte de Resurrección, esta visión de una humanidad, de una tierra nueva, que aparece a Nekhludov, cuando encuentra a los obreros que vuelven de su trabajo.

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