51 oraciones de ejemplo con hammam

» Le llevé conmigo á la tienda, lo acompañé luego al hammam y le regalé un magnífico traje de la mejor clase.

Cuando el médico Ruyán vió que el remedio había circulado suficientemente, mandó al rey que volviera á palacio para bañarse en el hammam.

Entonces el rey entró en el hammam y tomó el baño, se vistió de nuevo y salió del hammam para montar á caballo, volver á palacio y echarse á dormir.

Y así siguió bajo mi protección durante cinco años, hasta que fué un día al hammam, después de haber mandado al cocinero que preparase los manjares para nuestra cena.

Por fin volvió del hammam.

» Entonces, ella, mostrando una gran satisfacción, se levantó en seguida, me cogió de la mano, me llevó por unas galerías y llegamos por fin al hammam, cómodo y agradable con su atmósfera tibia.

Después de bañarnos, nos sentamos en la tarima del hammam, uno al lado del otro, y me dió de beber sorbetes de almizcle y á comer pasteles deliciosos.

Después de esto, fui al hammam á tomar un baño antes de salir de la ciudad.

Pero ella dijo: «Antes de entrar en el hammam, desearía satisfacer un antojo.

Pero un día, después de salir del hammam, descansé un rato, almorcé un pollo, bebí algunas copas de vino, me lavé en seguida las manos, me perfumé con esencias aromáticas y me fuí al barrio de la kaisariat Guergués, para sentarme en la tienda de un vendedor de telas llamado Badreddin Al-Bostaní.

Por eso lo mejor para ti y para ella es que la conserves en tu casa diez días, y así reposará y ganará en hermosura y tomará un baño en el hammam y se cambiará de vestidos.

Porque algunos días después, Dulce-Amiga fué al hammam del palacio del visir, y las esclavas emplearon toda su habilidad en darle un baño que fuera el mejor de su vida.

Después la envolvieron con una sábana embalsamada con azahar y rosas, le sujetaron la cabellera con un paño caliente, y la sacaron del hammam para llevarla al aposento donde la aguardaba la mujer del visir, madre del hermoso Alí-Nur.

» Entonces la madre de Alí-Nur mandó que llevasen á Dulce-Amiga sorbetes y pastas, y se dispuso á marchar al hammam para tomar su baño.

» Y entonces la madre de Alí-Nur, rodeada de sus doncellas, se fué al hammam después de haber besado otra vez á Dulce-Amiga, que le deseó un baño delicioso.

Y las esclavas, intentando rechazarle, le contestaron: «¡Oh, no, amo Alí-Nur, no está ahí nuestra ama! ¡No está ahí! ¡Ha ido al hammam! ¡Está en el hammam, amo Alí-Nur!»

Y las esclavas, intentando rechazarle, le contestaron: «¡Oh, no, amo Alí-Nur, no está ahí nuestra ama! ¡No está ahí! ¡Ha ido al hammam! ¡Está en el hammam, amo Alí-Nur!»

Acaba de salir del hammam y está desnuda, sin más ropa que la sábana del baño.

¡Por Alah, que desearía verle!» Y no pudiendo aguantarse, se puso de pie, y perfumada aún con todos los aromas del hammam, llena de frescura, con los poros abiertos á la vida, se acercó á la puerta, la entreabrió poco á poco y se puso á mirar.

Y gritando, huyeron espantadas, yendo á refugiarse en el hammam, cuando precisamente salía del baño la madre de Alí-Nur, humedecida por el sudor que le corría por el cuerpo.

Y he aquí que un día el visir Fadleddín fué al hammam, salió apresuradamente todo sudoroso del baño, y cogió un enfriamiento, que le obligó á meterse en la cama.

que después que Kuat Al-Kulub dijo á la madre y á la hermana de Ghanem: «¡Salid de vuestra aflicción!», se dirigió al jeique, le dió mil dinares de oro y le dijo: «¡Oh jeique! Ahora irás con ellas á tu casa y dirás á tu esposa que las lleve al hammam, y les hermosos trajes, y las trate con toda consideración, sin escatimar nada para su bienestar.

Después llamó á la madre y á la hermana de Ghanem, que habían ido al hammam y habían salido de él completamente transformadas, con los rostros radiantes de hermosura y nobleza.

Y volvió á la casa, y los llevó á todos al hammam.

Los llevó otra vez al hammam, les hizo mudarse de ropa, y los dejó en casa del jeique.

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