259 oraciones de ejemplo con escocesa

Venía el delincuente con las manos en los bolsillos y una gorrita escocesa en la cabeza, las botas nuevas y la ropa de dentro de casa, tan mustio y abatido que era preciso ser de bronce para no compadecerle.

se abrió la colgadura granate y apareció el cuadro disolvente, el hombre de la bata escocesa y el gorro verde, con una palmatoria en la mano.

Ayudábala a comprar bien un antiguo catedrático de psicología, lógica y ética, gran partidario de la escuela escocesa y de los embutidos caseros.

Un movimiento brusco de la dama, que traía falda corta, recogida y apretada al cuerpo con las cintas del delantal blanco, dejó ver a Paco parte, gran parte de una media escocesa de un gusto nuevo.

Es más; si la media de Obdulia no hubiera sido escocesa, tal vez el mozo no hubiese perdido la tranquilidad de su reposo idealista; pero aquellos cuadros rojos, negros y verdes, con listillas de otros colores, le volvieron a la torpe y grosera realidad, y Obdulia notó en seguida que triunfaba.

Se veía otra vez la media escocesa.

Así pensaba don Víctor, ceñida al cuerpo la bata escocesa, y clava que te clavarás, en su nuevo taller, en un cuartucho del piso bajo, con puerta al patio.

Un día, a poco de haberse injerido Jacobo en la amistad íntima del matrimonio, pintaba Currita en su estudio un retrato que decía ser de Byron, el poeta querido que en sus cuadros, bustos y estatuas tenía representado por todas partes; pero que era en realidad la imagen de Jacobo perfeccionada por Reguera, ceñida la frente de laurel y abierto hasta la mitad del pecho el ancho cuello de su camisa escocesa a la antigua.

Pero Betzy, que se hallaba presente, respondió: ¿Quién sabe? La animosa escocesa había encontrado un medio de evasión, y pensaba emplearlo de seguida, de la manera que va a verse.

Nací en el norte, en Beverley, cerca de la frontera escocesa, y bien puedo decir que por muchos años no hubo mejor arquero desde Trent hasta Inverness.

Pero no puedo creer que haya llegado hasta Salisbury una fuerza enemiga francesa ó escocesa bastante numerosa para atacar el castillo.

Aquí tenemos el robusto tubo para la ducha escocesa.

Conocíamos á otra bailarina escocesa, y le propusimos que se uniera á nosotros.

La novísima filosofía, cómoda, especiosa, albergaba y acariciaba en su seno las cosas más heterogéneas, aliando la claridad y simetría oratoria de la literatura clásica francesa al idealismo relativo de la filosofía escocesa, á la crítica de Kant, al idealismo absoluto de Hegel, amén de otros ingredientes, sin olvidar los precursores y antepasados que contó Hegel muchos siglos antes en Alejandría.

«Angela, el sombrero negro de paja con cinta escocesa

Nada más acabado y completo que su traje de touriste; nada más curioso que sus mil cachivaches de viaje, todos blancos y relucientes; aquí la manta escocesa, sujeta con sus hebillas de acero; allá

El inglés, que hubo de comprenderlo así, se envolvió silenciosamente en su magnífica manta escocesa; la joven, por consejo del aya, que se lo dijo en alta voz, se puso un abrigo; yo, á falta de otra cosa, me levanté el cuello del gabán y hundí cuanto pude la cabeza entre los hombros.

En el medio de la cabeza tenia una raya á guisa de mujer; añadid una camisa bordada, un cuello parado, una cinta escocesa de corbata.

Cuando, de regreso, se presenta el proco, ya tengo á Maggie, la doncella, no inglesa, sino escocesa, pero vezada y amaestrada en Londres, nada menos que en la casa de Lady Mounteagle, lo más superfirolítico.

Se enteraron de Dick, de Maggie, y el gesto admirativo de las caras cuando agregué: Bah, mi escocesa... Salió, para venir á servirme, de casa de lady Mounteagle.

Aviraneta afirmaba que los motines militares que estallaron en esta época fueron dirigidos por los progresistas y por la masonería escocesa, que querían desacreditar a Espartero, porque temían que un general, al parecer moderado, acabara la guerra con éxito y pudiera erigirse en dictador.

Según Aviraneta, el general Seoane, progresista y afiliado a la masonería escocesa, entonces enemigo acérrimo de Espartero, había sido el promotor del motín de Hernani.

Con estas tiernas palabras se renovaron las lágrimas en todos, y Ricaredo salió á decir á sus padres como en ninguna manera se casaria, ni daria la mano á su esposa la escocesa, sin haber primero ido á Roma á asegurar su conciencia.

Tales razones supo decir á ellos, y á los parientes que habian venido con Clisterna, que así se llamaba la escocesa, que como todos eran católicos fácilmente las creyeron; y Clisterna se contentó de quedar en casa de su suegro hasta que Ricaredo volviese, el cual pidió de término un año.

A causa de que tres galeras españolas procedentes de tierra americana y cuya capital era San Agustín, cayeron sobre Edisto, colonia escocesa, saqueándola y destruyéndola (1680), los demás colonos del país se dispusieron a tomar el desquite.

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