Que en Madrid fueron novios o cosa tal, 195 se ha dicho en Agramante.

Y varias muchachas alemanas que van a casarse a América sin conocer a sus novios.

Los novios de Hornachuelos.

Lo que más importa, hija mía, es que tengamos formalidad... que las personas timoratas no hallen nada que censurar... Me han dicho... creo yo que habrá exageración... me han dicho que hormiguean los novios... ELECTRA.

Contaban que acosada indecorosamente del enjambre de novios, se deleita recibiendo y mandando cartitas a todas horas del día.

Pues que entre la cáfila de novios hay un preferido.

¿Usted? ¡Imposible! Apuesto a que es el miedo del viaje de novios lo que le ha impedido a usted casarse.

Nos van a tomar por novios.

Luego, si Presentación me ayudase un poco a soportar la carga; pero ¡que si quieres! En efecto, cuando por algún apuro imprescindible D.ª Carolina la llamaba para que se estuviese al lado de los novios, mientras ella permanecía fuera, Presentación levantaba los brazos al cielo exclamando: ¡Dios mío, qué pecado habré cometido para desempeñar tan joven estos papeles! Y si la señora tardaba mucho, se escapaba diciendo: No puedo más.

«Son unos novios,» se dijeron los fieles rebosando de curiosidad y penetración.

¿Yo no he sido joven también y no he tenido novios? ¡Pobresita!añadió, acariciando la cabeza de su hija.

Los novios de Hornachuelos.

¿Le gustan las camisas abiertas, D.ª Demetria? Vaya, vaya, callen los novios y empiece ya

Sentáronse todos con el estruendo acostumbrado, y como de costumbre también quedaron juntos los novios.

El padre de Pepa, que era maestro carpintero y había adquirido en sus contratas un razonable caudal, tenía demasiado apretados los cordones del bolsillo, no se decidía á señalar dote á su hija, contentándose con responder á las instancias de los novios que «los ayudaría en todo lo que pudiese».

Señalado el día por los novios, pedida la novia oficialmente por el señor Rafael y arreglados los papeles á toda prisa, se tomaron los dichos en la vicaría.

El estrépito de los coches y su número desusado sorprendían á los transeuntes, que se detenían, y al enterarse de que era boda gritaban riendo: ¡Vivan los novios! Y los de la comitiva respondían con vivas aún más sonoros, golpeando al mismo tiempo con los bastones hasta romperlos.

¡Viva la sal de la tierra! ¡Vivan las mujeres castizas! ¡Vivan los novios! ¡Vivan los padrinos! El señor Rafael, entusiasmado, arrojaba puñados de almendras y monedas de cinco céntimos á los chicos.

Venga un tango, Luisillo, que voy á bailar á la salud de los novios y de toa la compañía.

Y todos le increpaban con ira mientras el señor Rafael se retorcía de risa en un rincón gritando: ¡Vivan los novios rumbosos! Las mujeres, más irritadas que los hombres de aquella falta de galantería, echaron mano igualmente á sus mantones y se disputaron el placer de limpiar también con ellos la mesa.

Y al oir el grito de ¡vivan los novios! que repetía sin cesar el cortejo nupcial, sus cándidas mejillas se coloreaban, sus labios de coral se dilataban con sonrisa dulce murmurando: «¡Una boda!» y tornaba al lecho y se dormía soñando escenas de felicidad que el cielo bendice.

Los novios, que habían regresado juntos en una berlina, dieron esquinazo á su cortejo y se escabulleron bonitamente para casa.

¡Tiene gracia! ¡Venir á un duelo y salir un casorio!...Á mí me daba el corazón que los dos se querían...¡Y á mí!¡Y á mí! El señor Rafael, loco de alegría, gritaba: ¡Vivan los novios!

Hincáronse de rodillas los novios y los padrinos.

Dios sabe cuántos novios tendrá a estas horas la niña.