36 oraciones de ejemplo con pampero

pueden muy bien navegar chalupas, y barquear de una parte á otra víveres y algunos útiles, teniendo agua en el paraje à donde ahora dejè las pipas: y aunque salgan del Rio Negro con un pampero desecho, no hay que temer, porque van abrigadas, no separándose mas que una cuadra de la costa; y como mandan poca agua, hallan entrada á cualquier hora en Punta Rubia, y doblada esta, cualquier bote con seguridad puede navegar al Colorado.

El español creía notar ahora en la Presa la presencia de Gualicho, el diablo pampero, maligno y enredador.

424 Es triste dejar sus pagos y largarse a tierra ajena llevándose la alma llena de tormentos y dolores; mas nos llevan los rigores como el pampero a la arena.

Allí están; ahí ha fondeado el Salto, allí el Pampero, más atrás el Hércules; aquel que viene andando todavía es el Pintos, y los otros dos barcos de la izquierda son de vela, el San Juan Bautista y el Río Bamba.

Entre sus manos robustas Una guitarra se mira, Que blandamente suspira Como querella de amor, Y mientras ruge en los cables El pampero embravecido, De su guitarra al sonido Entona aquesta cancion.

Sigue el buque francés su derrotero Impelido del soplo del Pampero Por el piélago azul.

Pero las ramas del tala Son mil arpas sin modelo, Que formó Dios en el cielo Y arrojó á la soledad; Si el pampero brama airado Y estremece al firmamento, Forma místico concento El árbol y el vendaval.

Las fiestas populares De un pueblo de valientes Semejan á las rudas Caricias del leon, Porque el pampero raudo Batiendo en esas frentes Parece que inocula Vigor al corazon.

Y de esas mil espléndidas cuchillas Ricas de gracia y aromadas flores, Que en tiempo de la mies son amarillas Nubes que flotan, ricas de colores; Y cuando hiela Julio sus orillas Y el Pampero desata sus rigores, Son las oscuras y robustas ondas Que en el centro del mar se alzan redondas.

El pampero, el terrible pampero, que nos viene embocando hace sesenta horas desde El Plata.

El pampero, el terrible pampero, que nos viene embocando hace sesenta horas desde El Plata.

El pampero viene arreciando hasta hacer verosímil la posibilidad de que seamos nosotros los que les sirvamos de festín á los peces y á las aves.

Los de familias pudientes habían sacado esa mañana por primera vez en el año, sus capas o sus abrigos de invierno, porque el pampero que traía el frío de las nieves del Sur, daba la señal de cambiar de ropa.

Si han incendiado el Sur, el viento que es pampero, ha de haber hecho correr el fuego por todo el poniente.

Buscó una salida y no hallándola, oblicuó hacia el norte, porque la gran masa de fuego llegaba del sur, arrastrada por el pampero.

Puede decirse que Vespucio fué el primero que esperimentó el Pampero que se hace sentir hasta en esas latitudes.

Estas calamidades peores que la guerra serían en sus rigores atenuadas, si la superficie del suelo estuviese en parte a cubierto de los rayos del sol; si el sud-oeste o el pampero no pudiesen arrastrar consigo las emanaciones húmedas, si en fin, los vapores encontrasen obstáculos para detenerse, condensarse i convertirse en nubes, funcion que desempeñan las montañas i los bosques.

No se había agregado un solo ciudadano más, ya eran las ocho, y las esperanzas con tanto entusiasmo expresadas y exageradas la noche antes allí mismo, iban desvaneciéndose una tras otra, tan vertiginosamente como las nubes con el pampero sucio...

En esto, como si la empujara el pampero en persona, ábrese de par en par la puerta del Club y entra desalado el oficial de policía, produciendo en los presentes, hasta en los más entusiasmados, la impresión acongojada de que acaba de ocurrir algo muy grave, alguna desgracia, algún cataclismo... Como por encanto reina en el Club entero un silencio pavoroso.

El 12 de agosto, el mismo día en que fué fusilado Agüero, desembarcó en Playitas Narciso López, á bordo del Pampero.

Gruesos álamos, en hileras dobles, alineados como cancerberos junto al alambre divisor, ponen vallas a las furias del pampero.

Los vientos reinantes dominan del este y sudoeste o pampero; pero nunca son tan bravíos que impidan el cultivo de la tierra.

Falta circunscribir la zona peligrosa que se abre a merced de los vendavales ordinarios y del pampero.

Azuzado por la justicia, pobre y errante, necesita poner su memoria en la dama de sus pensamientos y canta: Es triste dejar sus pagos y largarse a tierra ajena, llevándose el alma llena de tormentos y dolores; mas nos llevan los rigores como el pampero a la arena.

Sólo el viento pampero, de largo en largo, brota súbito como del mismo seno de la llanura y hace estremecer los pajonales y retumba siniestra y poderosamente en la infinita soledad del desierto.

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