308 oraciones de ejemplo con postrada

Aquella violenta confesión la dejó postrada y sin aliento, como si con sus palabras exhalara la mitad del alma.

Lidia tenía ella misma bastante qué hacer cuidando a su madre, postrada al fin.

Postrada En los escombros de tu antigua gloria, 20 La negra adversidad, con férrea mano, Comprime los latidos de tu pecho page 145 Y el aire que respiras envenena.

; Pero diz que se oculta y desparece, O se demuda roja, Cuando patria postrada se sonroja, Y vagan por las nubes sus raíces Lloradas por las musas infelices.

Tuve a mis pies postrada la Fortuna, y trajo del copete mi cordura a la calva Ocasión al estricote.

Cuando la alzaron y la transportaron a la cama se le declaró una violenta fiebre que la tuvo postrada muchos días y amenazó su vida.

En una tarde plácida y serena de las postrimerías del invierno, María se hallaba en su cuarto haciendo oración, postrada ante la imagen de Jesús.

Vuelve á aparecer la inmunda casa de los pobres y el angosto lecho en que Hannele está postrada.

» La última fiebre teníala postrada en cama.

El vil y miserable interes de unos, la negligencia de otros, y la execrable maldad de los que dejo relacionados, han tenido adormecido el Gobierno bajo de una piedad mal entendida, y este que no ha podido, ó no ha querido dar un movimiento de felicidad á la provincia, la tiene postrada, yerma de poblaciones y haciendas, y en un estado agonizante.

la Fadrique Vélez, pintada, empavesada, dislocada, porque tiene cerca, de uniforme de gentilhombre, al consabido... Ahí Adolfina Mendoza, que no cabe en su pellejo de contenta, porque la han puesto con la Lanzafuerte y las Vegamillar, la pura crema de la pura nata... Y un vapor de recuerdos me forma y dibuja la silueta de una carmelita, postrada en un coro donde hay sarcófagos de piedra, góticos, de Infantes de Castilla y León...

Fray Lorenzo me manda que os pida perdon, postrada á vuestros piés.

Por último, María cayó postrada en cama con una gravísima enfermedad.

Imponer a una reina viuda resoluciones violentas cuando aun no se ha enfriado el cadáver de su regio consorte, es cruel e inhumano, y más cuando se trata de una reina todo bondad como la excelsa Cristina, que, postrada como se halla en el lecho del dolor, desde él ha manifestado al marqués de Miraflores que su mayor anhelo es procurar la felicidad de España.

Postrada en este sofá pasé un día horrible, y tuve que dominar ante mi marido mi pena inmensa, aparentando otra pena muy distinta y menor.

): Mencía, á quien adoré Con la vida y con el alma, Anoche á un grave accidente Vió su perfeccion postrada, Por desmentirla divina Este accidente de humana.

¡Que una razon, O que una sinrazon pueda Manchar el altivo honor Tantos años adquirido, Y que la antigua opinion De honrado quede postrada A lo fácil de una voz! ¡Que el honor, siendo un diamante, Pueda un frágil soplo (¡ay Dios!) Abrasarle y consumirle, Y que siendo su esplendor Más que el sol puro, un aliento Sirva de nube á este sol!

Yo lo todo, porqué Así como aquí llegué, El palacio examinando, A Aristóbolo buscando, Hasta el sepulcro me entré, Donde él rendido al valor, Y ella postrada al dolor Yacen, porque de esta suerte Aun no divida la muerte A dos que junta el amor.

Y Catalina, postrada, sintió que al fin el Amor, como un vino muy añejo cuya ánfora se quiebra, inundaba su alma y la sumergía.

Quiso ya el cielo apiadarse della y dar fin á su prolixa jornada; y asi llegando á la ultima, antes de entrar en su ciudad, á la que descubrió, y reconoció el campanario de su monasterio, fue tal el sentimiento que hizo postrada en tierra, que no hay lengua ¡oh discretos señores! que lo acierte á pintar.

Una hora después, casi aniquilada, postrada en el suelo, con la cabeza apoyada en el libro de recortes, la cabellera en desorden, imploraba aún con un gemido infantil, entrecortado por hondos suspiros: «¡Papá! ¡Papá!...» CAPITULO VIII LUTO

¡Mal haya Rendimiento tan postrado, Pasion tan avasallada, Afecto tan abatido, Y voluntad tan postrada, A más quejas, más amor, A más agravios, más ánsias, A más traicion, más firmeza!

Postrada... IRA.

¿Qué pides ahí postrada delante de los dioses de nuestra ciudad?

Mírame postrada ante ti, fugitiva y errante como vaquita perseguida del lobo, que se sube a las rocas escarpadas, y desde allí avisa con sus mugidos al pastor el peligro en que se halla, esperando que la acorra.

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