179 oraciones de ejemplo con refriega

Bien se me alcanza eso respondió Sancho, pero, ¿dónde pondremos a este asno que estemos ciertos de hallarle después de pasada la refriega?

Todos los encamisados era gente medrosa y sin armas, y así, con facilidad, en un momento dejaron la refriega y comenzaron a correr por aquel campo con las hachas encendidas, que no parecían sino a los de las máscaras que en noche de regocijo y fiesta corren.

Animóle a esto haber visto que de la refriega de los galeotes se había escapado libre la despensa que sobre su asno venía, cosa que la juzgó a milagro, según fue lo que llevaron y buscaron los galeotes.

De don Pedro Miranda, absteníanse de murmurar los murmuradores, no por otra razón sino por tenerle solicitado para que dejase la participación en el periódico, a lo cual le veían inclinarse desde la refriega de los clérigos; pues era don Pedro cristiano viejo y muy grande amigo del capellán de las Agustinas.

El Gerif, a cuyo desplacer tuvo principio tan grande revuelta, y que por más demostraciones que hizo no pudo apaciguarla, quiso interponer su respeto para excusar de la prisión a su sobrino; pero todo fué en balde, pues las sospechas de que andaban en tratos de rebelión, y apellidarle Príncipe durante la refriega, eran capítulos de no fácil enmienda.

Ha sido en su viage tan dichosa, Que al Rio de la Plata presto llega, Sin refriega de mar y sin tormènta, Que al bueno Dios le ayuda y le sustenta.

El Obispo al Brasil en breve llega Con su preso, y la gente, aunque temieron En golfo y alta mar la gran refriega, En San Vicente alegres pues surgieron, A al preso el Obispo da y entrega A gentes, que encerrado le tuvieron: El cual de la prision se ha escabullido, Y anduvo algunos dias escondido.

En tanto la refriega había cesado, y el Majito, con la cara soplada, los ojos encendidos, el corazón hirviendo de rabia, se había subido a una colina de las inmediatas al barranco, y desde allí gritaba que iba a matar a uno y a reventar a seis si no le devolvían su sombrero.

Comienza la refriega,

¿Se ha acabado la refriega de la calle? 3.

Al tercero dia de la espantosa refriega, viendo Taric que en los muslimes iba cayendo el valor, alzándose en los estribos i dando á su caballo aliento, soltó la voz á estas razones: «Esforzados muslimes, siempre vencedores, nunca vencidos; ¿qué ciego furor os guia á dejar el campo i la victoria, por el godo enemigo?

Mientras mas recia estaba la refriega, doblado esfuerzo mostraban los de á pie, que aunque heridos i con mas heridas de refresco, no curaban de apretárselas por no pararse á ello; pues el coraje de los enemigos no daba lugar mas que para matar ó morir.

Esta espantosa refriega acaeció en el año de 711.

Se escupe con calma las manos, refriega las palmas en el suelo, guiña el ojo izquierdo como si fuera a apuntar con escopeta, mira bien la taba con el otro ojo, la blande, la sopesa varias veces, echa un desafío mudo a la redonda.

¡Pero, hombre!... ¡Parece mentira que dos amigos tan... amigos como vosotros, hagáis esto!dijo el mozo, tercero en la refriega.

Por ambas partes corrió la sangre en abundancia, y después de la refriega, Martín Pérez de Irizar apresó a Juan Florin, a sus barcos y a toda su gente.

Rechazados en aquella calzada, al llegar huídos al canal, cayeron al agua y murieron en gran número, cegando la corriente, tan grande fué el número de los que perdieron allí la vida en la refriega.

Los soldados del Duque salieron de esta refriega en menos número, y cubiertos de sangre, de polvo y de heridas; pero su conducta mereció al Rey los mayores elogios, y desde aquel dia no se volvió á hacer mas burla de sus galas y bordados.

Su posición es tan ingrata que sus íntimos y correligionarios deciden instarlo a la refriega, pero se hallan con que el metódico trabajador tiene entre manos, en esos mismos instantes, un proyecto de Constitución para su país, que forma el complemento de las Bases.

En la refriega, sostenida cuerpo á cuerpo, uno de los guardias recibió un navajazo en el vientre.

Don Isidro y don Dimas también perdieron, en su refriega con la suerte, algunos reales.

Trabóse la refriega, que fué empeñada y reñida.

Empezada la refriega, los combatientes, sin orden o en tumulto, y dando feroces alaridos, avanzaban disparando flechas, hasta llegar a las manos con el enemigo.

Fué mi alférez; y despues, Sacando de una refriega Una penetrante herida, Le curé en mi cama mesma.

Prosiguió su camino a la provincia de Chacopata, donde asentó su campo y donde trabó reñida refriega, teniendo la fortuna de coger prisionero al cacique Cayaurima.

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