70 Adjetivos para describir manzanas

El edificio abarca una manzana entera, y el hospital de la universidad, situado enfrente, ocupa también igual extensión de terreno.

MÁXIMO (cogiendo una hermosa manzana).

No es para la mayor parte de los hombres una obra santa, y una copa de espíritu la hermosura; sino una manzana apetitosa.

Por el contrario, el segundo, al que la condesa llamaba siempre «mi querido tabelión» con cierto aire de protección, olvidando que el abuelo Neris había sido jardinero en casa del abuelo Hardoin, era, a pesar de sus patillas grises, un cincuentón tan verde de espíritu como de cuerpo y cuyas respuestas, de una bondad maliciosa, hacían a veces rechinar los dientes como una manzana agria.

Entre la hacienda del Mezquite y la venta del Potrero, próximamente a mitad de camino entre aquellos dos puntos, es decir, a unas cuarenta millas de uno y otro, en la noche del día en que comienza nuestra historia, había dos hombres sentados a la orilla de un riachuelo ignorado, y conversaban cenando un poco de carne tostada y manzanas cocidas.

En otros tiempos, sino guapa, a lo menos tuvo la frescura de las manzanas maduras; después de su ida al hospital, de aquella belleza no quedó nada.

Lo primero que vió fué el rostro de manzana seca, verdoso y arrugado de Kataliñ, su ama de llaves, y los dos cuernos del pañuelo que llevaba la vieja arrollado á las sienes.

En este mar de tinieblas, más allá de las columnas de Hércules, habían colocado Homero y Hesiodo el Eliseo, morada de los bienaventurados, las Gorgonas, tierra de eterna primavera, y las Hespérides, con sus manzanas de oro, guardadas por un dragón de fuego.

A mediodia se halló una manzana á la orilla del rio, ya mordida de boca humana: á la parte del S por una llanura corta, pasa un camino ancho y muy trillado, por el cual poco tiempo que pasó bastante caballada.

Eran sin duda menos felices, porque eran menos inocentes; ambos sabían algo más de la malicia humana; sin ser pecadores, habían probado las amarguras de la sospecha, la manzana apetitosa é indigerible, y de buenas á primeras se habían avergonzado de la desnudez de su inocencia.

La cabeza era exigua; su rostro tenía el arrugamiento de las manzanas invernizas, de las ciruelas, de todas las frutas que se contraen y momifican, perdiendo su líquido.

==Manzanas á la inglesa== Un kilo de manzanas pequeñas.

Muchachitas de catorce a diez y seis años de edad, la mayor parte de ellas alimentadas con pan seco y con manzanas verdes en una buhardilla de obreros o en la garita de un portero, vienen al teatro con vestidos de tartán y con zapatos viejos, y su primer cuidado es correr a mudarse de traje, sin que nadie pueda notarlo.

Pero no estaba por los amores lícitos: gustaba de morder en la manzana prohibida, y es fama que en poco tiempo le dio muchos y fuertes bocados.

Señor Baranda, a la manera que la manzana podrida se separa de las otras para que no las contamine, me hará usted el favor de apartarse de sus compañeros y sentarse en aquel rincón de la derecha.

Una de esas fuentes está situada en el lugar donde el terrible Gessler hizo colocar al hijo de Guillermo para que este traspasase con su flecha la manzana puesta sobre la cabeza del inocente niño.

En el interior, las casas se distribuyen en manzanas regulares, son bajas y se hallan perfectamente alineadas; la construcción es de sillería; allí todo tiene un aspecto militar.

Tomando por texto el plano de la ciudad, que, por orden del virrey Avilés, levantó en el año de 1800 el señor don Pedro Cerviño, agrimensor y piloto muy competente, se ve que los suburbios, es decir, la parte en que no había paredes sino cercos de tunales, comenzaban, por el sur, en las manzanas limitadas hoy por las calles de Méjico y de Chile.

Adquiría, sin regatear, diariamente cuatro libras de pan, y hasta, a veces, solía regalarse el estómago con un trozo de queso o de cebolla, o con media docena de manzanas, compradas en el puente nuevo.

Allí Cleopompo muerde la manzana epicúrea y Heliodemo fía al aire su confianza en la eterna armonía.

No hay mucha originalidad que digamos, pues el mencionado sacerdote no era arquitecto, y se atuvo estrictamente á la cuadrícula, tomando como base la manzana española con sus conocidas dimensiones (125 ms.×125); pero el dato histórico tiene su valor evidente en arqueología.

Esperaba, sin duda, desde que nos hablábamos así confidencialmente, que tarde o temprano se me fuese a la lengua y saliese a relucir la cuestión vedada, la eterna manzana conyugal.

En las calles lateral y trasera, las dependencias de Gravelinas, abarcando una extensísima manzana, quitan á la vía pública toda variedad, y le dan carácter de triste poblachón.

¿Qué tenía dentro la fatal manzana del Paraíso, que después de seis mil años de maldición la misma Iglesia comenzaba a venerarla, esforzándose por hacerla olvidar las antiguas persecuciones?

Lo mismo crean las Horas las manzanas gruesas y hermosas que las feas y ruines.

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