50 Adjetivos para describir paraíso

Nosotros nos imaginamos ver abiertas las puertas del paraíso terrenal.

Sírepuso el sepulturero avergonzado de la mezquindad de su paraíso artificial.

El vulgo creyó esta fábula y se puso á buscar la «Fuente la Juventud,» esperando encontrarla, no en la entrada de los infiernos, como la laguna Estigia, sino al contrario, en un paraíso terrestre, en medio de flores y verdura, bajo una primavera eterna.

El nuevo ser (foca), más ágil, buen nadador, pescador excelente, viviendo del mar, pero celebrando en tierra sus festines amorosos (la tierra es el pequeño paraíso de las focas), empleará su vida en el esfuerzo de volver á ella continuamente y llegar á la roca donde le convidan á estar su mujer y sus hijos, y donde les provee de pescado.

En un paraíso, tan lleno de esperanzas y de armonías, el alma no piensa; se embriaga y duerme.

Si el espíritu de Colón pudo presenciar tanta belleza, bien pudo creer que aquel paraíso soñado lo crearon los hombres para su gloria, en un solo día y una sola fiesta, á orillas del gran lago Michigan.

Y otro día, en saliendo de casa, abro mi paraíso panal y tomo entre las manos y dientes un bodigo, y en dos credos le hice invisible, no se me olvidando el arca abierta.

La pintaba como un paraíso lleno de huertas con palmeras, limoneros y naranjos, cruzada por riachuelos cristalinos.

La existencia es un arroyo de llanto que fluye en corriente infinita, fecundizando el eterno paraíso de las almas...

Yo pertenezco a la burguesía y que si ella muestra a la plebe crédula un paraíso distante, de goces inefables, es para apartar la atención de sus cofres repletos y de la abundancia de sus sementeras.

Algunos fueron más audaces, y ganosos de ver de cerca aquel mundo musical que se les aparecía dentro de sus conventos como un paraíso fantástico, entraron en las orquestas de los teatros, viajaron, hicieron sus calaveradas allá por Italia, transformándose de tal modo, que ni en cien años los hubiera reconocido su antiguo prior.

Parece que pasase con los pueblos lo que con los individuos, que estas embriagueces fuesen semejantes a la de aquellos que buscan alivio u olvido de sus dolores refugiándose en los peligrosos paraísos artificiales.

Miraban furtivamente el dorado paraíso de lo interior, y roídas por la envidia descargaban su indignación acuosa sobre la cabeza de los filósofos que escuchaban al descubierto.

Sólo que, recordando mi desolación, añadí rápidamente: ¡Un paraíso perdido, un paraíso estúpido.

Ya, en la mañana, hemos probado la amable hospitalidad del colono italiano, bella persona que ha formado su paraíso familiar con dos generaciones y que se siente feliz en entregar a la Pampa su tranquila vejez.

Además, nunca fuí excesivamente desgraciado, porque no tengo imaginación; no me consumía rodando en torno de paraísos ficticios, nacidos de mi propia alma deseosa, como las nubes de la evaporación de un lago; no suspiraba mirando las lúcidas estrellas, por un amor espiritual a lo Romero o por una gloria humana a lo Camoens.

¿Qué importan los eucaliptus, el sauce campechano, los paraísos fragantes, el jardín sencillo, en la fonda de la estación o la tienda de abarrotes, destinados a servir al elemento movedizo y migrador de la colonia?

Para la gloria, gloria amargada, y para el arte, propicio encadenamiento de hechos; más terremoto sentimental y mental en el mal herido de desesperanza que, antes que el paraíso católico, dignamente ganado a son de tiorba y salterio, tuvo que pasar largos años en el, más que purgatorio, infierno del alcohol.

Y, en realidad, este caballero, digno y entusiasta, no estaba equivocado, a pesar de que, según la afirmación de no pocos compatriotas suyos, hay algunas comarcas cuyos habitantes no están limpios, ni mucho menos, del pecado original; así, por ejemplo, los valencianos suelen decir de su deliciosa huerta: Es un paraíso habitado por demonios.

De tal modo comprendía su bondad que creía estar viendo, como el interior de un hermoso paraíso abierto, el alma de Florentina, llena de pureza, de amor, de bondades, de pensamientos discretos y consoladores.

Las vacas estaban inmóviles, mirando fijamente el verde paraíso inalcanzable.

¿Qué vena le daba de apoyar la inicua idea de Víctor, llegando hasta defender á Quintina y pintando su casa como un paraíso infantil?

¡Ah! las ilusiones de tantos jóvenes americanos cuyas cartas recibo, en que me hablan como de un soñado paraíso intelectual de esos centros en que ellos juzgan triunfantes a la bella Poesía y al Arte adorado.

Miraban furtivamente el dorado paraíso de lo interior, y roídas por la envidia descargaban su indignación acuosa sobre la cabeza de los filósofos que escuchaban al descubierto.

Los semitas inventaron un paraíso materialista (en el mal sentido) en el principio del hombre; el cristianismo, otra forma de semitismo, colocó el paraíso al final y fuera de la vida del hombre y los anarquistas, que no son más que unos neo-cristianos, es decir, neo-semitas, ponen su paraíso en la vida y en la tierra.

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