41 colocaciones para aulas

A no ser por semejante desgracia, acaso hubiera tenido carrera: los Moscosos conservaban, desde el abuelo afrancesado, enciclopedista y francmasón que se permitía leer al señor de Voltaire, cierta tradición de cultura trasañeja, medio extinguida ya, pero suficiente todavía para empujar a un Moscoso a los bancos del aula.

Allí estuvo largo rato, oyendo el rumor hondo del aula, tan semejante al del mar, y como éste, músico y peregrino.

De tarde en tarde nos escribíamos mi hermano y yo, y de este modo supo él mis venturas y desventuras, y yo tu nacimiento y el de tu hermana, el casamiento de ésta después con un americano rico que se la llevó a su tierra, la muerte de tu madre y los rumbos que tomabas con los libros de las aulas, según ibas esponjándote y haciéndote hombre.

Maltrana se marchó con todos sus libros a una casa de huéspedes cercana a la Universidad, donde vivían algunos de sus compañeros de aula.

Eran dos guapos chicos, alegría de las aulas, ornamento de los cafés, esperanza de la ciencia, martirio de las patronas.

Cuantas veces no esclamaba bajo las bóvedas de sus aulas: qué haya uno nacido en un suelo en que el jénio oprimido pierde su vigor!....

El juez, el abogado, el escribano futuros, salían ya bribones de aquellas aulas, cuya tortura mental, deformando los espíritus, daba por fruto una moral igualmente contrahecha.

Pues no tendrías precio para catedrático... Para catedráticopoeta, que es la calamidad de las aulas.

Así allanó el camino de la recepción; así logró calarse la muceta de ordenanza, ascender a la cátedra del aula magna, ponerse en la coronilla de la cabeza la birreta colorada, pronunciar un ininteligible discurso en latín, y obtener el título de Bachiller en Leyes «némine dissentiente»[60] el 12 de abril de 1831.

La Cámara de diputados es el antiguo claustro universitario de San Marcos, de cuyas aulas pedantescas se volaban anualmente bandadas de bachilleres y licenciados, llevando en el pico, en vez de gajo verdeciente, una astilla de enjuta escolástica.

De esa niñez suya, estudiosa, contaba Fermín Valdés Domínguez y cuenta todavía el doctor Eduardo F. Plá, sus condiscípulos dichosos en las aulas felices, rasgos asombrosos de inteligencia y de carácter.

Mas acontece aquí lo que en el viejo mundo con los aprendices del libre pensamiento: se llaman á propios modestamente ilustrados cuantos piensan que mostrándose despreciativos con los sacerdotes y religiosos dan señal de ciencia y de talento, siendo así que buena parte de los que de ese modo se expresan no han podido entre nosotros acabar una carrera, y son el deshecho de nuestras aulas.

Es un fenómeno que observé en la tormenta pasada y que se repetirá, no lo duden ustedes, en las que han de venir; y así veremos siempre que toda trasformación política de carácter progresivo viene precedida de grandes eflorescencias de sabiduría infantil y discursos en las aulas.

Y esto lo saben los doctores de esas aulas de tragicomedia que están siempre abiertas en las aceras cortesanas.

No habían abierto aún la entrada a las aulas, y el golpe como de doscientos estudiantes de derecho, filosofía y latín, la flor de la juventud cubana, se dilataba desde las gradas de piedra de la portería hasta el cuartel de San Telmo por un lado, y por el otro largo trecho hacia las bocacalles del Tejadillo y de San Ignacio, a causa de la estrechura de la vía.

Cada conquista que el estudiante hacía en estas regiones, la aseguraba en su razón con el dictamen del sabio más de su agrado; y así reunió en poco tiempo un caudal inapreciable de atrevidas negaciones, que le crearon una fama ruidosísima en aulas, ateneos y casinos.

Todos estos conocieron al Sr. Rivadavia en la íntima familiaridad de las aulas, sin que pudieran comprender entonces que la frente noble y desenvuelta, sombreada por abundante cabello renegrido, que el aspecto grave y la seriedad adulta de aquel jóven eran otras tantas promesas de las calidades de iniciador y de reformador que habia de desenvolver en alto grado cuando invistiese la autoridad para cuyo lustre habia nacido.

No quiere decir esto que supiera más que cualquier infeliz sometido á los estudios regulares, la frecuentación de las aulas, los exámenes, etc.

Lo conseguido constituye, por tanto, ofrenda de amor á mi país, fruto del culto ferviente á la gloriosa aula española; pero obra incompleta, mezquina, que deploro sinceramente sea tan inferior á vuestros homenajes, tan desproporcionada con las tradiciones de la Universidad, y tan indigna de los merecimientos de nuestro infortunado país.

Jamás hubo de formularse una protesta paternal contra el rigor de aquellos castigos: léjos de ello, á solicitar su aplicación solían acudir algunas madres obreras, á las horas del aula, por consecuencia de grave rebeldía infantil ó pecaminoso callejeo filial tras de las músicas militares ó de las distracciones más peligrosas del hoyuelo y la raya.

Había conocido á Ulises cuando huía de las aulas para remar en el puerto, y él, por el mal estado de sus ojos, acababa de retirarse de la navegación de cabotaje, descendiendo á ser simple lanchero.

Uno de los lados del aula se distinguia con el nombre de Roma, y el opuesto con el de Cartago, y estos nombres, escritos en sendas tablillas, campeaban en la pared correspondiente, viéndose debajo de aquellas una abrazadera de hierro, destinada á sostener la bandera ó pendon en que estaba pintada la imágen de la patrona del aula, que lo era generalmente Santa Catalina.

Concluídos los estudios universitarios con aprovechamiento asombroso, pues no hubo clase en que no ganase las más eminentes notas, empezó a trabajar, prometiendo con su aplicación y buen tino para la abogacía perpetuar en el foro el lozano verdor de los laureles del aula.

De acuerdo con la limitación de sus aulas, es el edificio escolar más hermoso y apropiado de la Pampa.

Así don Román Aldao, caballerete de provincia, poseedor de una renta mediana, se permitía a veces sus pujos de competencia... ¿con quién? con don Vicente Sotopeña, el renombrado político, la lumbrera del aula de Derecho, el famoso Santo, el gran cacique de Galicia, el jurista abrumado de negocios, el poderoso, el millonario, la influencia universal.

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