37 colocaciones para faro

Apenas se durmió usted bajo la influencia del narcótico, empezó esta operación á la luz de los faros de nuestras máquinas volantes y rodantes.

Desde la barandilla del faro, el espectáculo es extraordinario; abajo, al mismo pie del promontorio, hay una sima con fondo de roca, y allí el agua, casi siempre inmóvil, poco agitada, es de un color sombrío; a lo lejos, el mar aparece azul verdoso; cerca del horizonte, de un tono de esmeralda.

A poco trecho del Moral se hallaba la boca del puerto, por donde salieron, dejando a la derecha la torre del faro colocada sobre una eminencia.

De las chimeneas del taller de la estación salían columnas apretadas de humo blanco; las pupilas rojas y verdes de los faros de señales lanzaban un guiño confidencial desde sus altos soportes; las calderas en tensión de las locomotoras, bramaban con espantosos alaridos.

En la pared había un mapamundi, el plano del faro, en papel azul, clavado con tachuelas; un cronómetro y un barómetro.

Quedaron completamente al descubierto, con la limpieza de un cuadro recién lavado, la superficie del estuario y la costa negra con sus resplandores de faros y de pueblos.

Por lo mismo que estaba segura de salvarse de la tentación francamente criminal de don Álvaro, entregándose a don Fermín, quería desafiar el peligro y se dejaba mirar a las pupilas por aquellos ojos grises, sin color definido, transparentes, fríos casi siempre, que de pronto se encendían como el fanal de un faro, diciendo con sus llamaradas desvergüenzas de que no había derecho a quejarse.

Primeramente vió unas tierras bajas en las que parpadeaban los últimos fuegos de los faros.

Su cuerpo estaba revestido de escamas metálicas y tenía en su parte delantera una cabeza de monstruo quimérico, con dos globos de faro á guisa de ojos.

Los de la barca veían en el avanzado promontorio las luces de las habitaciones del faro.

En ausencia de la barbarie irruptora que desata sus hordas sobre los faros luminosos de la civilización, con heroica y a veces regeneradora grandeza, la alta cultura de las sociedades debe precaverse contra la obra mansa y disolvente de esas otras hordas pacíficas, acaso acicaladas; las hordas inevitables de la vulgaridadcuyo Atila podría personificarse en Mr.

La augusta verdad brillaba y se desvanecía, con desesperantes intermitencias de fanal de faro.

El admirable invento de los faros á eclipse se debe á Descroirilles y á Lemoine, ambos hijos de Dieppe (V. M. Ferey.

A popa, el mar libre quedaba casi oculto detrás de unas islas peñascosas con faros en sus cumbres.

Iba en busca de la ventana que refleja el rescoldo hospitalario del hogar, y tropezaba con la lente del faro, dura é insensible como un muro, acostumbrada á repeler la cólera de las tempestades.

Después, cuando nos íbamos a acostar, entrábamos un momento en la habitación del fondo, hecha un revoltijo de cadenas, grandes pesas, depósitos de estaño, calabrotes, y allí, a la luz del candilejo, el torrero escribía en el gran libro del faro, abierto constantemente.

En un lejano promontorio, en la boca de la ensenada, la linterna del faro parecía morir por instantes.

Del pueblo próximo, y para ver el célebre faro que se levantaba en aquel paraje, iban gentes que querían pasar un rato allí y se sentaban a tomar algo en la cantina del antiguo farero, que tenía una bella niña de ojos azules hija indudablemente del faro, como sueño de las olas y la noche.

No puedo decirle a usted hasta qué punto resultaba extraordinario aquel espectáculo de la inmensidad dos veces repetida, de extensión doble por lo tanto, tan alta como profundavista desde la plataforma del faro,ni es tampoco descriptible la emoción que a todos nos embargaba.

Entre esta red de acero alzábanse numerosos postes, con sus faros eléctricos semejantes á lunas apagadas.

Esos templos que se levantan por los bosques y por los desiertos, á las orillas de los mares, en los altos promontorios, como faros del espíritu, donde quiera que el hombre ha sentido la hermosura de la naturaleza, no serian otra cosa más que huesos mondados, hogares extintos, ruinas eternas, montones de piedra cubiertos de hiedra, donde pueden sólo habitar los lagartos y donde jamas hubo el fuego de una idea.

Carece de hogar y de afecciones; tenía un corazón y se lo clavaron en la Cruz: así le lleva en el pecho, encendido de rojo como la antorcha providente de los faros...

La marea ha rebasado Cherburgo y Barfleur, dado vuelta violentamente á la punta del faro; sus aguas divididas siguen el Cavaldos, se elevan en el Havre, viniendo hacia , en Etretat, Fécamp y Dieppe, para sumirse en el canal, á pesar de las corrientes del Norte.

Coloreaban en torno de la barca como peces de fuego los encendidos reflejos del faro, rotos y arrollados por la incesante movilidad de las aguas.

Al regreso, como un faro, me guió Sirio.

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