50 Adjetivos para describir sucio

Allí se juntaron sabios de todos colores y clases: unos sucios, vestidos de andrajos y con luengas barbas; otros afeitados, peinaditos y con quevedos de oro; unos viejos, amarillos, sin dientes, que todo lo hallaban difícil y malo; otros jóvenes, petulantes, que para todo encontraban salida y respuesta.

Cerca ya de los sotabancos, muchedumbre de sucios chiquillos á todas horas invadía la escalera, estorbando el paso, haciendo infernal ruido que ni un momento se interrumpía de la mañana á la noche.

La tarde en que se terminó la siembra vieron avanzar por el inmediato camino unas cuantas ovejas de sucios vellones, que se detuvieron medrosas en el límite del campo.

Al entrar en los pueblos gritaban: «¡Viva la religión!», pero a la más leve contrariedad, los combatientes de la Fe se hacían esto y aquello en Dios y en todos los santos, no olvidando en sus sucios juramentos ni a los más sagrados objetos del culto.

Sus tablas se habían impregnado del tufo de los cestos de anguilas y de la suciedad de centenares de pasajeros: una mezcla nauseabunda de pieles gelatinosas, escamas de pez criado en el barro, pies sucios y ropas mugrientas, que con su roce habían acabado por pulir y abrillantar los asientos de la barca.

Creyó soñar; chocaron sus dientes, su cara púsose verde, y le cayó la capa, dejando al descubierto un viejo gabán y los sucios pañuelos arrollados á su cuello.

Ha hecho él más por la gloria de Vizcaya con sus empresas industriales, que todos aquellos Jaunes, sucios, barbudos y llenos de costras.

Al través de los sucios vidrios, barnizados de polvo de rapé, que se había ido depositando lentamente, y en cuyos ángulos trabajaban muy a su sabor las arañas, se divisaba la concha de la bahía, el cielo y la lejana costa.

Rafael miraba avergonzado al suelo; tenía miedo de verla, miedo de contemplarse con las ropas en desorden, sucio de tierra, batido y golpeado como un ladrón al que sorprende un amo fuerte.

Dio un gran suspiro mostrando un papel donde había varías monedas y un sucio billete de Banco.

El seno de Tumalung es una entrada que profundiza 3 1/2 millas para el S. en la isla Olutanga, de cómodo braceaje y resguardado de todo tiempo, que comunica al N. con el seno de Tantanang y al O. con el seno de Síbuguey, por el sucio canalizo que separa la Olutanga de Mindanao.

el monte suministra en las aguas que vierte cantidad bastante para ahogar el polvo, no originando sucios charcos el suelo por su esencia arenisca al par que la compacta superficie que lo forma.

Los niños estaban echados en filas en sucios colchones, a lo largo del suelo, sin asistencia y sin cuidado alguno.

Y procuraba librar su traje de sucios contactos al abrirse camino entre una muchedumbre de gentes mal vestidas y entusiastas que se agolpaban a la puerta del hotel.

Extraña que la policía no haya impedido la venta de esas deyecciones de sucios cuervos.

La cocinera se mostró en la puerta de su santuario, limpiando sus manazas en el sucio delantal.

En los rincones de las callejuelas, un verso latino grabado en el muro rogaba al transeúnte que se abstuviese de sucios desahogos.

¡Cómo volvían escurridos, sucios, desaliñados, taciturnos y maltrechos aquellos mozos que, horas antes, habían venido emperejilados, alegres, sueltos y provocativos!

Fregar en tabernas, donde tenía las propinas por salario; ayudar a un chulo a vocear quincalla; recoger y vender colillas; dormir en los quicios de las puertas: esta existencia llevó por espacio de unos cuantos meses, sucio, descalzo, desarrapado, hambriento y ostentando por entre los desgarrones de la camiseja el pecho dorado y fuerte como un bronce antiguo.

, la fachada con sucio revoque amarillento, y el sol de Madrid alegrándolo todo; el sol, que rosea y dora los sucios revoques descoloridos como si fueran mármoles y jaspes de palacios señoriales.

Todos los obstáculos que tiene la banqueta no son bastantes para detener el raudal de gente que va saltando por entre tercios y barriles, confundiéndose el carretero y los cargadores, sucios, aguardientosos, desmelenados y groseros, con ladies con sus velos de gasa y sus sombrillas, y caballeros que acaban de dejar alfombrados salones.

El amigo de la dama del macaco, aun cuando sabía que los sucios dicterios de esta y sus truculentas palabrotas eran proferidos con ánimo sencillo y sin otro propósito que el de hacer reír, sentíase en extremo conturbado al ver los muchos curiosos que afluían.

Aquel río lleva primero su débil curso por entre sucios puercos, más dignos de bellotas que de otro alimento condimentado para uso de los hombres.

La imaginación no puede concebir un marco más siniestro para el drama de la muerte: un camastro en una choza; ni eso siquiera, un montón de trapos sórdidos en una cabaña abandonada, podrida y agrietada, en la que, por lástima, se ha dejado instalarse a aquella desgraciada con sus crías, abortos demacrados, medio desnudos, sucios, enmarañados y rabiosos como animales hambrientos que se disputan un hueso.

Alrededor del Jesús de quince años van juntándose, saliendo de las paredes de la cripta, que parece trasudarlos, docenas de chiquillos, otros Bambinos, pero feos, encanijados, sucios, envueltos en andrajos ó desnudos, mostrando la enteca anatomía.

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