51 Metáforas para frases

Citaré, por último, otras frases con que un personaje de La Regenta, gran devoto del teatro clásico, comenta los aires y maneras de Don Juan, que lo incorporaba un actor que imitaba a Calvo: «¡Qué movimientos tan artísticos de brazo y pierna...! Dicen que eso es falso, que los hombres no andamos así... ¡Pero debiéramos andar!

Cada frase suya es un alfiler candente que penetra hasta el hueso y hace chisporrotear la carne.

Esta última frase es un amaneramiento modernista, y aquí monotoniza todavía los dos primeros versos del cuarteto, porque los dos primeros hemistiquios comienzan con la misma acentuación: nang ma y yaong, cosa que, como diría Rizal, no podría consentir el oído tagalo, que exige variedad de ritmo.

Increpad á un indio sobre el no cumplimiento de sus deberes, y si á la última frase de la filípica os contesta con un yo cuidado, aquella frase es la atrición completa de la enmienda.

La fisonomía de la buena mujer es más bien simpática, sus frases son bastante benévolas y sus recetas culinarias, en las que sobresale, son exquisitas.

El Diccionario de la Academia, hasta su edición 14.ª, no traía más que la frase, evidentemente corrompida, ser cabeza de bobo.

Y es el caso que aquella frase de su tio: «el duque no os dará su hija» habia impresionado sobremanera al jóven, causándole una triple herida en su amor, en su vanidad, en su voluntad.

Ya el cortesano combate de ingenio y galanura comenzaba á hacerse de cada vez más crudo; las frases eran aún corteses en la forma, pero breves, secas, y al pronunciarlas, si bien las acompañaba una ligera dilatación de los labios, semejante á una sonrisa, los ligeros relámpagos de los ojos imposibles de ocultar, demostraban que la cólera hervía comprimida en el seno de ambos rivales.

Verdad es que la frase trágica ¡ay, ay infeliz de ! es de gran efecto en el Florante como en la tragedia de Sófocles, pero la tagala ¡sa aba co! (ay, infeliz de ) es tan castiza en tagalo que es más bien idiotismo característico de la lengua que del poema.

Ya adoptaba gallardas actitudes, y elegía mentalmente huecas frases de honor y de venganza y severas palabras de justicia.

Es una alta frase... una falta de frase sin par... Es una falta de frase, pero oíd lo demás.

» Hoy, Valera es un autor clásico reconocido en toda historia de nuestra literatura, pero la frase final de la cita transcrita no es sólo fórmula de buena crianza para evitar la propia ponderación, sino confidencia íntima de un hombre que ha corrido mucho pero sin asiento ni rumbo seguro.

La frase de Michelet: «La mujer es la fatalidad» no es una mera frase en la apasionada historia de Francia.

tal fué la frase popular con que se ridiculizaba el fracaso del Gen.

Esta frase, lanzada con arrogante menosprecio, fue como un fustazo en las orejas de un tigre.

El vulgo generalmente dice: ¡Amigo, que todavía haya tontos que se claven con estas cosas! Esta frase es hija de la ignorancia: no es que la víctima sea un tonto, no es que haya visto el lazó que le tienden: es que las cosas se le presentan con tal habilidad y con tal disimuló, que no hay previsión ni desconfianza que valgan.

Aquella frase era para la humanidad una puñalada terrible; ¡una puñalada de presidiario! LA ABUELA La abuela Francisca se quitó los gafas, restañó las lágrimas que arrancó de sus ojos el penoso esfuerzo de una lectura demasiado larga, y el periódico resbaló de sus rodillas al suelo.

Pero la frase de Mommsen es incompleta.

No es propio decir que hacía calor, porque esta frase, común al verano de todos los países europeos, es inexpresiva para indicar la espantosa inflamación de aquella atmósfera de Andalucía en el día infernal que presenció la batalla de Bailén.

La frase mortificante era injusta sobremanera, y los autores han sido los primeros en declararlo lealmente, apresurándose á retirarla de la obra en cuestión.

Mas, ¡ah!, que estas frases, más que encomiásticas, son un verdadero insulto y un denuesto a la razón, porque ésta viene a ser como una parte integrante de la Filosofía, y, de tal manera, que bien pudiera decirse que es una cualidad sine qua non que puede estar en la Filosofía.

Su primera frase era una interrogación: «¿Cómo le va a usted?

Parodiando á la inversa la frase de Mahoma, decían: «No vayáis á la felicidad; dejad que la felicidad venga á vosotros».

En todo el diálogo, cada exclamación, cada frase es una joya poética.

» Las frases puestas entre comillas son variantes lectiones, ó mejor dicho, falsificaciones del texto.

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