32 colocaciones para acusado

Al comenzar sus críticas cuidaba siempre de colocar al autor en el banquillo de los acusados, subiéndose él al sillón del presidente del tribunal.

Uno a uno ocuparon los reos el banco del acusado.

merece especial mención la que le hizo su compañero D. Pío Valenzuela, que según, la propia manifestación del acusado, fue á decirle que se proyectaba un próximo levantamiento, teniéndoles con cuidado lo que á él pudiera pasarle, á lo que le contestó que no era oportuna la ocasión para intentar aventuras, por no existir unión entre los diversos elementos de Filipinas, carecer de armas y barcos, debiendo tomar [Fol.

Para establecer la culpabilidad de un acusado hacen falta presunciones numerosas y evidentes, y aquí no sólo tenemos que perseguir á un criminal, sino rehabilitar un inocente.

¿Olvida usted que he visto la causa, el acta de defunción, la diligencia de confrontación, el interrogatorio del acusado, que no negó estar en presencia del cadáver de su querida, y, en fin, todo, todo... ¡Vamos á ver! No somos niños y no debemos decir chiquilladas...

Presente ya en la liza el defensor del acusado, requirieron los farautes por pregon al campeon del acusador por tres veces consecutivas, el cual no pareciendo, comenzó el oficio de la misa.

Estos testigos eran; el doctor Zosimoff, los antiguos compañeros del acusado, su patrona, los criados, etc.

Dispone el juez que se oficie al Gobierno General pidiendo antecedentes sobre la conducta del acusado.

¿A quién no llama la atención el acto de ese juez que suspende la confesión del acusado, posponiéndola para el día siguiente, cuando tenía la certidumbre de que éste no llegaría á ver la luz del subsecuente día?

El crimen del acusado era una de esas terribles hazañas que, de cuando en cuando, rompen la uniformidad de la vida diaria, calofriando la sociedad con un estremecimiento de horror.

Salió Jacinto en defensa del acusado y sostuvo que no había tal delito, que no podía haberlo, porque él, compañero inseparable, y a mucha honra, de su primo, tenía que estar enterado, como lo estaba, de que el otro no pensaba en semejante cosa; pero, la tía Goya, sin dar su brazo a torcer, llamó a la barra a la supuesta cómplice, y entre todos se la sometió a minucioso interrogatorio.

¿La delación contra el acusado, es pública o secreta?preguntó el presidente.

Si todos los que tenían que formular una opinión sobre su culpabilidad no hubieran estado imbuídos en el sumario, si hubieran querido reflexionar un poco sobre la semejanza que existe entre el estupor indignado de un acusado que no puede probar su inocencia y la insolencia endurecida de un culpable que se aferra en negar su crimen, hubieran vacilado en el momento de pronunciar la sentencia.

] 3 Diciembre 1896.Dispone el juez que se oficie al Gobernador de La Laguna para que remita la partida de bautismo, informes de conducta, etc., del acusado.

Presentada la lista al acusado, éste eligió por defensor á D. Luis Taviel de Andrade, primer teniente de Artillería: 10 de Dbre.

Confieso que no ha sido posible demostrar que esas relaciones y esos estados sean de puño y letra del reo, pero eso no tiene importancia, nada significa, y en todo caso, será circunstancia agravante, puesto que pondrá de relieve la artera malicia del acusado.

La muger acusadora por una parte, y el marido campeon del acusado por otra.

¿Entonces, mi dimisión?pregunta mirándome fijamente como el acusado que espera el fallo del consejo de guerra.

Don Juan I.º oyó la demanda de boca de los judíos; i como estaba ocupado en enterarse de los negocios del estado, i en lo que se trabajaba en las Cortes, i era al fin rei nuevo, no paró su consideracion en lo que de él se solicitaba, i así sin saber lo que hacia, dió el albalá para que su alguacil dispusiese la muerte de los acusados de malsines.

El juez creyó ver que la presencia del acusado impedía a la criada hablar libremente.

Hace menos de un año estaba juzgando un caso de homicidio, cuando una noche, en una comida con varios amigos, apostó con el abogado defensor que obtendría sentencia de muerte contra el acusado.

Aferraba su hija su brazo y se estrechaba contra su cuerpo impelida por el espanto que la escena la producía y la piedad que el reo la inspiraba, espanto y piedad tan elocuentemente retratados en su frente y en sus ojos, que los espectadores, inconmovibles ante la triste suerte del acusado, no pudieron ver sin profunda lástima el estado de la joven.

En aquel trastorno de todas las ideas recibidas, cualquiera habria tomado al acusado por un testigo, á y los testigos por acusados.

De la misma manera que las emociones del alma humana se filtran a través de la envoltura material, así la engendrada por la situación en que se veía colocado se manifestaba por medio de una palidez superpuesta a la tez morena y curtida del acusado, demostrando que su alma era más fuerte que el sol.

Al cabo de una hora se hizo público el veredicto de inculpabilidad del acusado.

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