50 colocaciones para cascabeles

Reían los mozos, charlaban las doncellas, regañaban las viejas, y la chiquillería iba de un lado para otro, con incesante ruido de cascabeles y de pitos de agua que remedaban a maravilla los gorjeos de un coro de alondras.

J. H. vió claramente que un cocodrilo nunca tiene una mirada tan fascinadora como cuando se le ponen ojos de cristal, y que una serpiente de cascabel nunca parece tan de cascabel como cuando se le ata uno de estos adminículos a la cola.

Toda la tierra que habitan es fértil de muchas víboras de cascabel y de las pequeñas que habemos dicho;

El joven le tomó una de sus manos, la llevó a los labios y en voz queda comenzó a cantarle al oído el himno del amor acompañado de los chasquidos del látigo y del tintineo de los cascabeles.

Fué tanto el temor que de la yegua tuvieron y del sonido de los cascabeles, pensando que cada uno era un millar de enemigos (cosa maravillosa es de decir), que no pararon, hombre ni mujer ni hijos, huyendo hasta otra provincia llamada Camagüéy, la penúltima luenga, que distaba de aquella 50 leguas, y áun de despoblado camino.

Dijo esto el marqués con aquella entonación vehemente y sombría que adoptaba al tratar de sus propios asuntos, por insignificantes que fuesen; y mientras hablaba, entretenía las manos ciñendo su collar de cascabeles a la Chula, con la cual iba a salir a matar unas codornices.

Y mientras el gran vaho nocturnal se disipaba en aquella mañana de enero, pudo oírse, a lo largo de las calles, el repiqueteo del cascabel y el firme trotar de la soberbia yunta de zainos que arrastran la victoria de Lorenzo Fraga, en el inusitado madrugón de aquel día.

En medio del silencio resonó en la terraza festivo ladrar de perros y música de cascabeles.

O se calzan el coturno o se encasquetan el gorro de cascabeles.

León había dejado caer de sus manos el periódico de la noche, otro repique general de timbres rotos, de cascabeles chillones y de ásperos cencerros, y contemplaba á su mujer, cavilando en la espantosa burla que había hecho él de su destino.

El disfraz de labrador era un pretexto para toda clase de expansiones brutales; y acompañados por el retintín de los cascabeles de las ligas, trotaban los grupos de zaragüelles planchados, chalecos de flores, mantas ondeantes y tiesos pañuelos de seda.

Tablillas de San Lázaro, especie de cascabeles con los cuales se recogían las limosnas para los hospitales.

unas cuentas transparente, algunos cascabeles y monteras rojas, que es la color que le contente; vi luego por señales verdaderas con aquesto holgarse grandemente: con todo lo solté, y de allí camina para su población, que está vecina.

Rafael Reyes Espíndola, el propietario y editor de El Imparcial, ha causado mayor daño al país que el que pudiera una inmensa nidada de culebras de cascabel esparcida en el territorio.

De pronto, ya las estrellas en el cielo verde y transparente, cobra el canto un dulzor melodioso de cascabel libre.

Luego que los suyos cambiaron espejos de oro por cascabeles, partió bruscamente y sin despedirse de Colón.

Y Dupont se fue a la ciudad en su carruaje, que alborotaba la carretera con el estrépito de sus cascabeles.

Vsan de çierto genero de ynstrumento, hecho a manera de fretales de cascabeles con que entran haziendo estruendo por los pueblos en donde entran a rrobar.

La silla de posta caminaba por una vieja calzada: Las mulas del tiro sacudían pesadamente las colleras, y el golpe alegre y desigual de los cascabeles despertaba un eco en los floridos olivares.

¿En eso pensáis tan temprano? Púsose entonces a canturriar, mirando hacia arriba, y mostrándose, al parecer, más dispuesta a rendir su mejilla y su boca allí mismo, que aquel loco espiritillo que palpitaba en su cabeza cual una guija de cascabel.

Detrás iba la Góndola, atronando al vecindario con horrísono estrépito de cascabeles, latigazos, cristales saltarines, y voces y carcajadas que sonaban dentro.

Y miraba su oficina, la ancha acera, con su incesante corriente de transeúntes y sus vendedores, de plantón, pregonando billetes del próximo sorteo, gomas para los paraguas, libros baratos y perrillos de cría con un cascabel al cuello.

Con decir que la jarana era de las llamadas de cascabel gordo, ahorro gasto de tinta.

Ella con mil monadas El cascabel parlero sacudía; Pero cesando al fin el sonsonete, Dijo, que por juguete, Quitó el collar al perro su señora, Y se lo puso á ella.

Continuó la funcion: á la entrada del proscenio habia unas sillas de palo y en ellas sentados negros y negras, falsificados con perfeccion; los unos tocaban el tambor, otro agitaba una pandereta con cascabeles, el otro tenia unos palillos pequeños entre los dedos, los que sacudiendo fuertemente la mano, castañetean, repican y forman una ruidera espantosa.

50 colocaciones para  cascabeles