242 oraciones de ejemplo con enfurecida

¿Me tomas por una ladrona?exclamó enfurecida.

¡Qué impresion tan vigorosa la que experimenté al sentirme por primera vez arrastrado, con la rapidez del huracan, por ese animal de hierro, animado por el espíritu del hombre y silbando como una enorme serpiente enfurecida, que se llama locomotiva!

Si no pone usted ahí mucho lloro, mucho suspiro, mucho amor contrariado, mucha terneza, mucha languidez, mucha tórtola y mucha codorniz, le auguro un éxito triste, y lo que es peor, el tremendo fallo de reprobación y anatema de la posteridad enfurecida.

Y doña Manuela, enfurecida por lo difícil de la situación, crispaba sus manos arañando los adornos de su bata.

Las chispas rodaban sobre los volúmenes hasta hacer presa en ellos, y sus puntos rojizos, agitándose como larvas ardientes, roían las hojas antes que se cebara en ellas la enfurecida llama.

Rufo se mantuvo firme; los marineros, cansados de aquella brega, dijeron a una voz: Vamos, déjele ya, señá Teresa; no sacará nada en limpio.[68.3] La viuda persuadida, hasta la evidencia[68.4] de que la autora de su infortunio era la señá Isabel, y rabiosa y enfurecida por no habérselo podido sacar del cuerpo al idiota,[69.1] corrió derechamente a casa de aquélla.

Más enfurecida amenazó: ¡Cuando lleguemos a tierra, sabré castigar las traiciones... Dudo que llegue nadieinterrumpió su interlocutor.

La juventud masculina, lo mismo que la femenina, tratan de calmar a la enfurecida Carmelita.

Pero enfurecida la canalla con este justo castigo, se puso en sedicion con propósito firme de estorbar á todo trance que fuese ejecutado.

Y que te brinde copa reluciente, Y al apurarla lleno de embriaguez, En la lengua te pique una serpiente, Que surja enfurecida de la hez.

Enfurecida la mujeruca se desasió violentamente cubriéndole de dicterios y se metió en el interior de la casa.

Gloria celosa y enfurecida cita a Suárez para la reja a la misma hora en que solía hablar con Sanjurjo.

¿Qué le vas a hacer , estúpida, cuando te quedes sin cenar?gritó enfurecida Doña Enriqueta, clavando en su hija una mirada iracunda.

La Comisión se retiró enfurecida y comunicó la respuesta a sus compañeros que igualmente montaron en cólera y no se ocultaron ya para vociferar y amenazar con la huelga.

Á duras penas se salvaron cuatro mil infantes y novecientos caballos al mando de D. Juan de Arce, encaminándose al Rosellón, haciendo mucho daño la soldadesca enfurecida en las comarcas por donde se ejecutó la retirada; y D. Felipe Filangieri, que mandaba la mayor parte de la caballería, pudo salvarla, entrándose con ella en Aragón, á favor de la noche.

«¡Callen todos!»... dice ella enfurecida.

La otra escena representa la mar enfurecida y el célebre naufragio, que se verifica ántes que el protagonista, que no recuerdo cómo se llama, llegue al término de su viaje.

La muchedumbre, enfurecida, experimentó un ligero consuelo.

»Tal cuando en mieses subitánea llama, Soplando el Austro, enfurecida prende; Ó bien si desbordado se derrama Y valles, surcos y sembrados hiende Bravo raudal, y en remolinos brama Arboles arrastrando que desprende; Sobre un peñon, de la tormenta aquella Testigo inmóvil el pastor descuella.

»Haber caido entre enemiga gente Nuestra respuesta adviértele indecisa, Y cortando el discurso de repente, Arredra el pié con azorada prisa; Bien cual trémulo salta el que serpiente Inesperada entre malezas pisa, Que se le vuelve enfurecida de ello Y enhiesta ensancha el azulino cuello.

Esto la vírgen pronunció en la entrada De la inmensa caverna: en ese instante Tartamudea, la color mudada, Crespo el cabello, atónito el semblante: Enfurecida, aérea, agigantada, Hínchale el Dios el seno jadeante, Y ya llena del númen soberano, Vibró puro su acento áun más que humano: XII.

La señá Josefa golpea enfurecida a la Sole.

Llamaron á una de abuela y ella enfurecida dijo: Nieta y muy nieta.

Mas ella, que tal oyó, enfurecida dijo: Yo me tengo lengua para llamarla, cuando la hubiere menester.

En los primeros accesos del dolor que mis malaventuras me hicieron experimentar, cuando deseé dejar mi patria, les negasteis tal gracia a mis deseos; y cuando mi alma enfurecida se calmó, cuando empezaba a encontrar grato vivir en mi casa, entonces me echaste, me desterraste; entonces los lazos de la sangre que invocas ahora no te eran tan caros.

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