39 colocaciones para verja

Salió de su pabelloncito el portero a abrir la puerta de la verja y luego la del coche.

Pero las ojivas que lo cerraban, los andenes pavimentados con grandes losas berroqueñas, en cuyos intersticios crecía la hierba en festones, la cruz del cenador central, el olor mohoso del hierro viejo de las verjas y la humedad de la piedra de los contrafuertes cubiertos por la verde capa de las lluvias, daban al jardín un ambiente de vetustez cristiana.

Sonó la campana de la verja repetidas veces.

Terminó el alguacil de arreglar el tribunal y plantóse á la entrada de la verja, esperando á los jueces.

Variada muchedumbre de arbustos, entre cuya frescura descuellan camelias como árboles, recortados mirtos, tamarindos, rosales y un pueblo inmenso de pensamientos, geranios, imperiales y otra gente menuda, se ve por los huecos de la verja de hierro, allí donde no lo impiden las oficiosas enredaderas, tan cuidadosas siempre de que el transeunte no se entere de lo que pasa en el jardín.

La estufa del jardín tenía inmediato a la verja un horno pequeño hecho de ladrillos y recubierto de baldosas, que servía para entibiar la atmósfera en que crecían las flores: Pateta se acercaba allí, espiando el momento en que ningún criado pudiera verle, y metiendo el brazo por entre los barrotes de la verja, depositaba la carta bajo una de aquellas baldosas mal afirmadas.

Sin duda respondió el ciego afirmativamente, porque cinco minutos después se les veía sentados, uno junto a otro, en el zócalo de la verja que rodea la estatua de Mendizábal.

Tomaron todos asiento, con la gorra calada, en los peldaños de la verja del altar mayor.

Tenía por delante un pequeño jardín con verja; aislábala por detrás un ancho patio con cuadras y cocheras, y a derecha e izquierda la limitaban una pared medianera y fuertes tapias a una calle poco frecuentada.

De codos en la verja contemplábamos nosotros el espectáculo arrobador de aquel espléndido crepúsculo, el panorama de Villaverde alumbrado por los rojos fulgores del naciente día que incendiaba con reflejos de hornaza los celajes que bogaban en el horizonte.

Me apeé a cierta distancia de la verja, en pleno bosque.

No pudo menos de volver los ojos, y vió con espanto detrás de la verja, tocando casi con la frente en las rejas doradas, un rostro de mujer, del cual partía una mirada dividida en dos rayos que venían derechos á herirle en sitios del corazón deshabitados.

Toda la gente de la verja mostraba en sus ojos cierta ansiedad, como si ellos fuesen los sentenciados.

Entró en una corta avenida formada por una doble hilera de verjas de jardín.

Todos los demas, añadió ella, con cierta intencion, están en sus celdas separadas, i tienen cada uno un guardian... como yo... ¿Seré yo furiosa? dije entre ... A las sazon les tiraban el almuerzo por la verja a los furiosos.

Se piensa allí además que la pátina es el secreto de la estética, puesto que un hermoso palacio recién construído, con sus piedras blancas y virginales, está recordando con exceso al albañil y al maestro cantero; parece haber salido de un taller, limpio, brillante, con la firma del arquitecto bien visible y las huellas de las manos del herrero en las verjas del parque.

Los tres ganaron el terreno comprendido en el interior de la verja, donde permanecieron algunos minutos, tendidos en tierra... probablemente escuchando.

Pedro hizo un esfuerzo para seguir en su camino, llego á la verja, y subió la primera grada de la capilla mayor.

Por fin, á la dudosa luz mal reflejada en los mármoles, bajo lujoso templete, tras una verja dorada, veis el sepulcro de San Francisco.

El sol iba ya retirándose, pero aún doraba las moharras de las lanzas, en la verja.

Y el público, no queriendo perder palabra, hombres, mujeres y chicos estrujábanse contra la verja, retrocediendo algunas veces con violentos movimientos de espaldas para librarse de la asfixia.

«¡Ahora, ahora!»gritó Mesía con el único valor grande que tenía; y ya a diez pasos de la verja volvió atrás furioso, gritando: ¡Ana! ¡Ana!

Por una y otra banda, las caras o fachadas tienen anchuras, quiere decirse, patios cercados de verjas mohosas, y en ellos tiestos con lindos arbustos, y un mercadillo de flores que recrea la vista.

María Teresa, apoyada contra uno de los pilares de piedra de la verja, siguió con la vista al joven que se alejaba.

Estos se hallaban, desde tiempo inmemorial, divididos en dos bandos, los de la Casona y los de la Casiña, llamados así porque los primeros se reunían en un edificio grande, oscuro, con dos torres almenadas, que había en lo alto del pueblo, y los otros en una casa de un solo piso, construída con lujo de adornos, hermoso portal con verja de hierro y dos grandes miradores, sita en el muelle.

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