Qué preposición usar con caminaba
O muy temerario era o muy poca vergüenza debía de tener éste cuando saltó a la calle en pos de ella y comenzó a seguirla por la del Caballero de Gracia, caminando por la acera contraria para mejor disfrutar de la figura que tanto le apasionaba.
SABELITA ¡Don Juan Manuel! ¡Madre de Dios! LA ROJA ¡Señor, adónde camina con la blanca cabeza descubierta a la lluvia? EL CABALLERO ¿De qué infierno habéis salido? ¿Por qué me detenéis?
Se adelantó este comandante con sola su compañia de granaderos, haciendo la extraordinaria diligencia de caminar en dos dias, 50 leguas y aunque llegó en tiempo oportuno para contener á los atrevidos milicianos, algunas consideraciones prudentes detuvieron las providencias, y aquellos hombres feroces, dejando las armas, volvieron dispersos á sus idolatrados domicilios.
Por eso, hasta llegar a la calle de Jorge Juan, no advirtió la presencia de un joven que desde la acera contraria y caminando a la par con ella la miraba con más admiración aún que curiosidad.
Los pastores y zagalas Caminan hacia el portal, Llevando llenos de frutas El cesto y el delantal.
Pues a pesar de que estas ideas bullían alborotadas en su cabeza mientras caminaba de prisa para doblar la esquina y ocultarse a las miradas de aquél, no estaba tan irritada contra sí misma como otras veces.
Siguieron caminando al través de llanuras interminables, amarillentas, sin que a ninguno se le ocurriese enderezar hacia el paisaje los magníficos gemelos ingleses.
Ambos eran justos ante Dios, caminando sin culpa entre los mandamientos y ordenanzas del Señor.
Luego empezó á caminar sobre la arista huesosa de la pantorrilla, pasando la redonda plaza de la rótula, para seguir avanzando por el lomo redondo del muslo, deteniéndose únicamente junto al abdomen.
Éste, que caminaba á pie delante de su interlocutor, llevando en la mano un farolillo, parecía servirle de guía por entre aquel laberinto de calles obscuras, enmarañadas y revueltas.
LOS CHALANES ¡Santos y buenos días! LOS SEGUNDONES ¡Santos y buenos! RAMIRO DE BEALO ¿El Señor Don Mauro camina para su casa de Bealo?
El Caballero camina entre ellos como un viejo patriarca entre su prole: Dolor, Miseria y Locura.
no se le permitió caminar hasta reponerse.
La parte baja del palacio mostrábase roída, lacerada y polvorienta, como unos pies que hubiesen caminado durante siglos.
Subió a caballo, y también su amigo el barbero, con sus antifaces, porque no fuesen luego conocidos de don Quijote, y pusiéronse a caminar tras el carro.
Para un observador que camina del ecuador hácia un polo, este se levanta de continuo sobre el horizonte; para otro que permanece en un mismo lugar, el polo está quieto.
¿Pues no sabes que el sol no camina desde que Josué le mandó parar su carrera?
Sentía lástima por aquellos muchachos, obligados a caminar bajo la lluvia.
Como en el primer día, vuelvo á buscar la soledad disolvente y triste, en que el alma, según la deliciosa imagen de un drama indio—Çakuntalâ—que me persigue, «vuela hacia atrás, como el pendón del soldado que camina contra el viento».
Enormes mulas, lerdas y toscas pero de suma resistencia y solidez, y habituadas á caminar según su instinto y voluntad por los mas agrios desfiladeros y páramos, aguardaban á sus caballeros y amazonas prosáicas, modestamente ataviadas; en tanto que muchos peones cargueros alistaban sus sillas de manos para trasportar á las señoras enfermas ó incapaces de montar.
Y sabiendo yo por las espías que tenía en el campo del enemigo, el estado en que estaban las cosas de él, daba priesa al Maestre de Campo D. Alonso de Mendoza que caminase é hiciese diligencia, y él la hizo, y sabiendo que estaba cerca, tomé la avanguardia con la gente que acá estaba, para informarme de más cerca de cómo se podia socorrer.
Ron pasea por la caja, camina boca arriba por el cristal, se deja caer y cae de pie con suave movimiento elástico.
Caminaba de prisa y me arrastraba como si estuviese apremiado por la hora.
Tú caminabas con un manto tenue y dorado; tus reflejos alegraban las vastas aguas palpitantes.
En aquella santa paz el acompasado son de mis espuelas despertaba un eco sacrílego y marcial, y como amedrentadas por él, la monja y la Marquesa caminaban ante mí con leve y devoto rumor.