67 oraciones de ejemplo con de acá para allá

Era preciso que librara la subsistencia con oficios que le permitieran al propio tiempo viajar, moverse de acá para allá, preparar el movimiento revolucionario en definitiva.

Errante siempre, de acá para allá; en la propia España, en Cuba solo de paso, en los Estados Unidos, en las tierras todas de la América latina; lo principal de su existencia fue preparar y hacer estallar la revolución cubana.

Los tres iban anda que anda, Pedro siempre contento, Pablo hablándose solo, y Meñique saltando de acá para allá, metiéndose por todas las veredas y escondrijos, viéndolo todo con sus ojos brillantes de ardilla.

En verdad, nada tenía de muy seductor aquel pequeño agujero, y la chusma de cosacos de fronteras, que trotaban de acá para allá amodorrados sobre sus rocines extenuados, no era como para realzar su prestigio.

Tomé un átomo de ella en la punta de una aguja, y el átomo, visto al microscopio, me ofreció lo siguiente: Un torbellino de animales, cortos y sólidos, rechonchos, ardientes (cólpodos), que se movían de acá para allá, ebrios de vida, arrebatados de haber nacido (permítaseme la expresión), celebrando su natalicio con una extraña bacanal.

Encontró en mi un niño salvaje, inculto, en plena ignorancia, fácil de someter, difícil de convencer, vagabundo en toda la extensión de la palabra, sin la menor idea de disciplina y de trabajo y que se quedó con la boca abierta la primera vez que le hablaron de estudio y empleo del tiempo, asombrado ante la idea de que la vida no estuviera reducida al hecho de corretear de acá para allá por el campo.

Tenía la seducción de la pureza confiada en misma, que por nada se alarma, que nada teme: iba de acá para allá, y me lo revolvía todo.

¡Ah, doctor, es usted! ¡Ah, querido papá Juan Claudio! Todos se miraban hasta el fondo de los ojos, y en los rostros rebosaba la alegría; cogidos del brazo unos y otros, hablaban e iban de acá para allá en la sala; la señora Catalina con la mochila, Luisa con el fusil, Duchêne con el saco, continuaban riendo, secándose los ojos y las mejillas; nunca se había visto nada semejante.

Los enredos son mi sombra; en viniendo yo á la corte, se vienen á mi los tales á bandadas, y lo que es peor, enrédanme, me sofocan, me traen de acá para allá, me sudan y me trasudan, y ni con reliquias de santo que lleve encima, dejan de acometerme.

La Dorotea, destrenzados los cabellos, desarreglado el traje, iba de acá para allá pálida, sombría, llorosa, sin acuerdo de lo que hacía, obrando maquinalmente, irritada, poseída por una pasión tremenda.

Maese Barbillo y Mariblanca estaban indudablemente en mala disposicion de ánimo, iban de acá para allá evitando tropezarse, no se miraban y se mostraban silenciosos y ceñudos.

Este último, por su parte, daba por concluida la guerra; pero para desmentirle se levantaban Ohañez y el marquesado del Zenete con nuevo empeño y temeridad increible; apenas castigados estos lugares, se alzaban otros, y los vencidos volvian á levantarse cuando el ejército cristiano, yendo de acá para allá, los desalojaba para ir á sujetar nuevas insurrecciones.

Todo cuanto allí se decía ó se acordaba, provocaba sus gruñidos; y con su pipa rabona entre los dientes, los brazos cruzados sobre el pecho, la cabeza gacha y torcida, el gesto de ira y de tedio, y puerco y sin afeitar, iba torpe y perezoso, de acá para allá, respondiendo á todo sin hablar con nadie, y renegando hasta del sol que caldeaba la escena.

Otras veces se la oia rugir como una leona, y cuando acudian los esclavos encargados de sujetarla en aquellos accesos, la veian ir de acá para allá levantando tapices corriendo á todos los lugares oscuros, revolviéndolo todo como si buscase algo.

Las iglesias, los conventos, las Asociaciones jesuíticas eran agencias de noticias y de informes, que iban de acá para allá y terminaban en Roma.

Haciendo expediciones de acá para allá, tomaron á Uruápam; por asalto, á Puruándiro; los santanistas de la Piedad se rindieron.

Éstos se apearon, arrendaron sus caballos a sendas estacas y empezaron a vagar de acá para allá fumando y mirándolo todo con la recelosa curiosidad peculiar de los mejicanos.

Había gran animación en la plaza; iban de acá para allá los soldados, llevando calderos de rancho; los oficiales, con papeles en la mano, entraban y salían en la casa del Ayuntamiento; un grupo de sargentos charlaba en corro.

Supe que estaban condenados a semejante tormento los pecadores carnales que sometieron la razón a sus lascivos apetitos; y así como los estorninos vuelan en grandes y compactas bandadas en la estación de los fríos, así aquel torbellino arrastra a los espíritus malvados llevándolos de acá para allá, de arriba abajo, sin que abriguen nunca la esperanza de tener un momento de reposo, ni de que su pena se aminore.

Del mismo modo que el otoñal Bóreas arrastra por la llanura unos vilanos, que entre se entretejen espesos; así los vientos conducían la balsa por el piélago, de acá para allá: unas veces el Noto la arrojaba al Bóreas, para que se la llevase, y en otras ocasiones el Euro la cedía al Céfiro á fin de que éste la persiguiera.

12 Estos son manchas en vuestros convites, que banquetean juntamente, apacentándose á mismos sin temor alguno: nubes sin agua, las cuales son llevadas de acá para allá de los vientos: árboles marchitos como en otoño, sin fruto, dos veces muertos, y desarraigados: 13 fieras ondas de la mar, que espuman sus mismas abominaciones: estrellas erráticas, á los cuales es reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas.

Pintadas mariposas revolaban de acá para allá, no ménos lindas que las flores en que libaban, y más libres que ellas; miéntras que tímidas alimañas y recelosas aves codiciadas por los cazadores retozaban descuidadamente, áun en el odiado camino de herradura... ¡Todo, todo era paz, y amor y delectacion en la tierra y en el ambiente!...

La ligereza es otra cualidad sumamente necesaria al que ha de torear; pero no se crea que la ligereza del torero consiste en estar siempre moviéndose de acá para allá de modo que jamas siente los pies; este es un defecto muy grande, y el distintivo del mal torero.

Mis ojos se han vuelto hacia el príncipe que, corriendo de acá para allá, pedía que se le diese una espada; que se le dijese dónde estaba su mujer, no su mujer, sino la que llevó en su seno al padre y a los hijos.

Tras de esto aquel correr codicioso de acá para allá, seguido de su hermano el pillaje.

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