23 colocaciones para momia

Dedúcese esto de la casi perfecta preparación de las momias; circunstancia que induce, de paso, a suponer el conocimiento de otra rama completamente moderna en la medicina europea, llamada de los métodos de asepsia y antisepsia.

Y no obstante, yo estoy firmemente convencido, no sólo de las anteriores afirmaciones, sino de que el Sr. Alarcón, en el santuario de su conciencia, sigue más aficionado á los brazos y á las piernas de la señá Frasquita que á la carne de momia del Padre Manrique.

El señor Antonio, tal vez por ser pequeño de estatura y falto de carnes, no andaba encorvado humildemente, como muchos de su clase; pero a falta de tal rasgo de servil amabilidad, disponía de una sonrisa que, aunque afeaba más aquel rostro chato propio de una momia, le daba cierto tinte de seráfica inocencia.

Segun me dijeron en Turin, la coleccion de momias y bustos egipcios de que hablo, fué reunida y comprada por un frances que queria vendérsela á Luis Felipe.

Para , eso de Borbón es una cosa arqueológica y deletérea, como una momia que hiede; así, cuando me dicen: «Ahí va el príncipe tal de Borbón», me dan ganas de taparme las narices con el pañuelo.

Eran casi siempre cuerpos esqueléticos, amarillos, como momias.

La fe ha muerto, pero queda el cadáver, con apariencias vitales, ocupando el mismo sitio, obstruyendo el paso con su dureza de momia.

15 Pero el señor cura estaba prevenido, y suplió la falta de elocuencia del predicante momia, acomodándole, por entre las sotanas, un largo tubo de hoja de lata, de manera que ocultándose detrás de él, podía hablar por boca de ganso a sus sencillos feligreses, sin que éstos 20 lo echasen de ver.

A pesar de su cansancio, intenta auxiliar al hombre, que es una especie de momia.

En realidad no lo vió, pues sólo tuvo ante sus ojos una bola de algodones y vendajes sobre una almohada; un fajamiento de momia, del que partían ronquidos de dolor y una mirada vidriosa y resignada.

Es un entendimiento serio y reflexivo, aislado de las bulliciosas tentativas de un arte de moda, como de las filas de momias que duermen entre sus bandelettes tradicionales.

Luego, como un paso de Semana Santa, sentado en un colchón y sostenido en unas parihuelas apareció en la plaza de Santo Domingo un hombre flaco, amarillo, ictérico, como una momia, ya viejo, con patillas grises.

Permanecía inmóvil, con la inercia de una momia, que tenía fijos sus muertos ojos en el pasado.

Y el gesto despreciativo del artista encerró en una misma repugnancia la Academia de la Lengua y las demás Academias; la pintura, la literatura, todas las manifestaciones del pensamiento, amojamadas y agarrotadas, con una inmortalidad de momia, en los vendajes de la tradición, las reglas y el respeto á los precedentes.

Para la baronesa, los niños debían ser seres automáticos, sin voluntad y con una vida regulada por el capricho del superior, y de aquí que pasase gran parte del día entretenida en la tarea de obligar a fuerza de amenazas y de cachetes a que sus dos hermanastros permaneciesen horas enteras quietecitos en sus sillas, con la inmovilidad fúnebre de una momia.

Fuensanta hizo girar la llave de la luz, el gabinete se iluminó y sobre la extensión turbia de las paredes reaparecieron las viejas sillas vestidas de gris; la cómoda vetusta, llena de rumores inquietantes; los retratos pálidos; el espejo, las marchitas coronas, expresivas y tristes como momias, tras sus cubiertas de cristal.

Ese royo de la momia es ni ni meno que un papé que verás ar final del libro.

Fuéronse pues metiendo los unos tras la pipería de los caldos, los otros en los intersticios de los balotes de gramíneas; y así se formaban parapetos con los sacos de harina y los cajones de conservas, como se atrincheraban en los montones de legumbres o hacían reducto del sarcófago de la momia.

La tertulia de momias realistas alegrábase por esta distinción que la dispensaba el padre Tomás.

Cada mujer trae cargada en la espalda á su progenie, arrollada con bandeletas en un cuévano angosto que semeja una vaina de momia.

Su mucamo, un viejo criado, el único que tenía derecho a violar el sanctasantórum de su dormitorio, extrañado de que siguiera durmiendo después de las ocho, entró en la habitación y le halló arrebujado en las ropas del lecho, todo encogido, en una actitud de momia, blanco y rígido ya.

Una de ellas, los brazos sobre el pecho, tiene la verticalidad de una momia.

El gargarismo rasposo de la palabra alemana, el chillido del chino, el salvaje gruñido del yankee, una música que aulla, unas bebidas que queman, unas mujeres que azotan la piel con su mirada, como la ortiga, ojos destilando aceite, pechos con maque de alcohol, brazos de momia, vientres salidos de quicio, tabernas como infierno, el humo, el tifo, el absurdo, la contradiccion social, el asco y la muerte.

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