374 oraciones de ejemplo con antesala

En la antesala jugaban a los naipes varios amigos.

Algunos de estos veían a Juanita en la antesala, y como allí estaba sin cubrirse la cabeza y sin ocultar y dar sombra a la cara, con el mantón muy echado hacia adelante, según el recato y el beaterio lo exigen, Juanita, sin poderlo evitar, no les parecía saco de paja, y a menudo la miraban por estilo pecaminoso.

También don Andrés, que no faltaba nunca a la tertulia, encontró no pocas veces a Juanita, ya en la antesala, ya en los corredores, ya en la escalera, ya en el zaguán cuando ella se iba.

A fin de tener esta satisfacción honrosa, y tal vez para ganar algunos reales, porque se jugaba a diez por cada cien tantos, y él ganaba casi siempre, se violentaba el médico hasta el extremo de afeitarse un día y otro no, y dejar en la antesala la capa y el sombrero, sin entrar con la capa sobre los hombros, cuando no embozado y con el sombrero encasquetado hasta las cejas, según solía entrar en las demás casas donde iba de visita.

Don Paco obedecía y venía, de suerte que de diario Juanita le veía entrar, cuando ella estaba en la antesala, si bien don Paco, desdeñado y despedido, no se detenía a hablar con ella y pasaba de largo, limitándose a decir buenas noches.

Tentaciones tenía a menudo de detener a don Paco cuando pasaba por la antesala, de decirle que se arrepentía de haberle escrito la carta despidiéndole y de encomendarle que no entregase a doña Agustina el corazón, porque ella le quería para y le cuidaría con más regalo y mimo que ninguna otra mujer de la tierra.

Cuando Juanita veía pasar por la antesala a doña Agustina, que iba muy pomposa a la tertulia, la sangre del valiente oficial de Caballería que circulaba en sus venas se alborotaba toda, y necesitaba ella del dominio que tenía sobre para contener sus ímpetus y no arañar a doña Agustina.

Y con estas palabras o con otras por el estilo se apartaba Juanita de don Andrés y se iba a otro extremo de la antesala.

En vez de buscar a Juanita en la antesala, la aguardó en el zaguán, sin entrar en la casa hasta que saliese Juanita para irse a dormir a la suya.

Cuando pasaron muchas noches escapándose siempre ella, apesadumbrado don Andrés, exaltado y como fuera de , le dio las más sentidas quejas, hallándola sola en la antesala.

Poco antes había entrado don Paco en la antesala; de suerte que si vio el empujón, vio también los besos que lo habían motivado.

Y él, lleno de sospechas y apesadumbrado de creerme liviana, siguió espiándome, y anteanoche, en la misma antesala de doña Inés, me sorprendió cuando don Andrés me abrazaba y me cubría de besos la cara y hasta la boca.

Nuestro héroe, en efecto, había tenido el más cruel desengaño al ver primero a Juanita, acompañada por don Andrés, atravesar a oscuras las calles, charlando y riendo, y después al presenciar la última parte del coloquio de la antesala y el animadísimo fin que tuvo en los abrazos y en los besos.

Inventor de maravillosos negocios, financiero proyectista de empresas colosales, había pasado su existencia asediando á los directores de los grandes establecimientos bancarios y haciendo antesala en los ministerios.

rehusa clientela... hay que aguardar turno... hacer antesala... y yo quisiera uno

Al llegar a la antesala del primer piso tuvo como una llamarada de presencia de espíritu.

Pero oigo ruido en la antesala.

MARINO.Una dama, que, si bien envuelta en velo argentino, deja traslucir que está dotada de majestuosa hermosura; una dama, cuyo traje de seda y cuyas joyas riquísimas manifiestan lo elevado de su clase, acaba de bajar de una silla de manos y se halla en la antesala aguardando que la recibas.

Por supuesto que tuve que hacer una antesala digna de un pretendiente, porque una de las cosas que mejor se saben hacer aquí, es esto de antesala.

Por supuesto que tuve que hacer una antesala digna de un pretendiente, porque una de las cosas que mejor se saben hacer aquí, es esto de antesala.

La villana de la Sagra comienza en una posada: dos criados se entretienen en la antesala jugando á las cartas, mientras sus señores, en la habitación contigua, hacen lo mismo.

En la víspera de aquel terrible dia, presté el oido imprudentemente a una conversacion que ciertos infames satélites de mi hermano tenian en una antesala.

Allá, en el fondo de la antesala, brillaba la lámpara del Nazareno, y tuve miedo de cruzar ante la imagen desmelenada y lívida.

Para llegar hasta la alcoba de Concha era forzoso dar vuelta a todo el Palacio si no quería pasar por la antesala.

Quedó el escribano solo con el amo, y los dos nos salimos a la antesala, donde encontramos al sangrador, que venía a hacerle otra sangría.

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