¿Creéis que no os aman? Seguramente.

Apenas llegaba... iba a instalarse a vuestro lado, y permanecía allí, pensativo y silencioso; tanto, que durante varios días me pregunté, perdonadme que os hable con esta franqueza, sabéis que es mi costumbre, si no os amaría a vos, mi Zuzie.

¡Qué! ¿no os amo ya?

¿Pues qué, no os amo yo?

Si no os amara, si no fuérais para mí antes que todo, ¿me hubiera casado con vos, sin pretender aclarar antes de nuestro casamiento el misterio de tal casamiento?

Por lo mismo; porque vos no sois vuestra siendo mía, os lo digo: que si yo no os amara...

Tomad á sueño lo que ha pasado, señora, como yo lo tomo á locura y maldición mía, y entendedme y no me digáis que no os amo, que al revés de otros, mi amor os pruebo cuando de vos me aparto, y con esto, dejadme que mi barca fabrique, que la tormenta arrecía y el puerto está lejos, y no por mí, sino por otros, á piloto me meto.

Y además, si no os amo, no es porque no quiero amaros, sino porque no lo merecéis.

No os amo yo menos.

No de balde me burlo, sino que bien de veras pago el no tener el corazón de corcho, que si yo no os amara tanto, no me acontecería esto.

¡Pero si decís que no os amo! No me amáis todo lo que yo quisiera... pero me amáis... sí; me amáis... y yo os haré tanto... yo seré para vos tanto... ¿Qué seréis para mí?

¿Y pensábais que mi hermana no os amaba? dijo don Diego.

No os amo porque no debo amaros, señora; no os amo, porque perteneceis á otro hombre; porque me habeis engañado

No os amo porque no debo amaros, señora; no os amo, porque perteneceis á otro hombre; porque me habeis engañado

Doña Beatriz, disgustada de encontrar la galantería estudiada del mundo, donde quisiera que sólo apareciese la sinceridad más absoluta, respondió con firmeza y decoro: —Pero yo no os amo, señor conde, y creo bastante hidalga vuestra determinación para suponer que sin el alma no aceptaríais la dádiva de mi mano.

¿y no os amo yo tambien? ¿No sois vos el dueño de mi vida y de mi alma?

¡Perdonaros, seguiros amando! nunca, ya no os amo: haced cuenta Don Cesar que no me habeis conocido.

No andemos con hipocresías, Don Melchor, vos sabeis bien que yo no os amo, y yo conozco que no habeis tenido por mí mas que un capricho que se ha prolongado merced á nuestro pacto y á nuestro aislamiento en vuestra residencia de Metepec.

Don Melchor, yo os estoy agradecida y os quiero, aunque no os amo con ilusion, pero mi venganza comienza ya á realizarse.

No te amaré, dijo Yémina.

¿por qué no os amo?

¿Porque no os amo?

OTBERTO.Por vos moriría y me condenaría ¡y decís que no os amo!...

¡Que no os amo! ¡Ah! Por un beso vuestro os daría yo toda mi sangre.

Regina, decid al sacerdote que no ame á su Dios, al toscano sin dueño que no ame su ciudad, al marino en el mar que no ame la aurora después de las noches de invierno, al prisionero cansado de vivir que no ame la mano que le da su libertad; pero no me digáis que yo no os ame á vos, pues sois para mí más que la libertad y más que la luz.