65 oraciones de ejemplo con apeles

GERONIMO DE MORA llegó en esto, Pintor excelentisimo y poeta, Apeles y Virgilio en un supuesto: Y con la autoridad de una gineta, (Que de ser capitan le daba nombre) Al caso acude y á la turba aprieta.

Yo así lo creo dijo don Juan; y si fuera posible, se había de mandar que ninguno fuera osado a tratar de las cosas del gran don Quijote, si no fuese Cide Hamete, su primer autor, bien así como mandó Alejandro que ninguno fuese osado a retratarle sino Apeles.

Estaba pensando en el traje que escogerá la señora de Martínez para ir al baile... Como no sea el de Teresa Panza, la mujer de Sancho... III El trato continuo con Bonnat había despertado en París las aficiones artísticas de Currita, y no contenta con el papel de Mecenas, quiso cultivar ella misma el arte del divino Apeles.

El docto señor de Mújica exclamó por último: Es digno de Apeles y de Parracio.

111.=Máximas de Epicteto=, traducidas por Apeles Mestres.

Sucede en esto que Apeles, que era muy orgulloso, se pelea con el gobernador, se queda pobre y se aflige al ver que su madre se va á morir de rabia por tener á Febe en casa.

El alma de Zoe ó de Febe, alma comodín que se adapta á todos los palos como la espada y el basto en el tresillo, ha tenido ya tiempo de transmigrar y se halla infundida en el cuerpo de una grave matrona, severa y llena de virtudes, mujer legítima de Apeles.

Razón tuvo Apeles de desdeñar el juicio del menestral, diciéndole: zapatero á tus zapatos; pero el zapatero no podía en cambio recusar á Apeles como juez de su calzado, ya que Apeles, si no sabía hacerle, tenía que pagarle, gastarle y andar con él cómodamente.

Razón tuvo Apeles de desdeñar el juicio del menestral, diciéndole: zapatero á tus zapatos; pero el zapatero no podía en cambio recusar á Apeles como juez de su calzado, ya que Apeles, si no sabía hacerle, tenía que pagarle, gastarle y andar con él cómodamente.

Razón tuvo Apeles de desdeñar el juicio del menestral, diciéndole: zapatero á tus zapatos; pero el zapatero no podía en cambio recusar á Apeles como juez de su calzado, ya que Apeles, si no sabía hacerle, tenía que pagarle, gastarle y andar con él cómodamente.

Con dificultad hubieran podido reproducir en el lienzo sus admirables facciones el célebre Zeuxis ó el mismo Apeles, ú otro pintor más eminente que estos, si es que ha existido.

Apeles pintaba siempre á Antígono por el lado en que no tenia el defecto del ojo; y Homero quando pinta á Ulises, que despues del naufragio va corriendo por aquella selva tras de las voces de las mugeres, por no hacerle ir desnudo, le hace que coja una rama de un arbol, y se cubra su desnudez.

Pero sobre todos ponen á Arístides Tebano, émulo de Apeles, el qual expresó estos afectos del ánimo con tal vehemencia, que no es posible lleguemos nosotros á aquel punto de perfeccion, por mas estudio y diligencias que hagamos.

10 Saludad á Apeles, probado en Cristo.

10 Saludad á Apeles, probado en Cristo.

Me refiero a la venta de copias de aquellos lienzos maestros, ejecutadas, no diré por artistas, mas por obreros del arte de Apeles que, a centenares, invaden las espaciosas crujías del palacio y asaltan al curioso con ofertas tentadoras y en competencia sin igual.

No obstante, para ellos era la mejor y mas vistosa gala de que vanamente se gloriaban, como Apeles de sus delicadas pinturas.

Los llamados el Pincelillo, el Apeles y el Morlaco la sostuvieron con la misma nombradía que Rodríguez.

Vieron ya en las oficinas del tiempo y del ejemplo formar un grande hombre, copiándole más felizmente de siete héroes, que el retrato de Apeles de las siete mayores bellezas.

¿Qué pincel habrá tan sabio, Supuesto que Apeles sea El que le gobierna y rige, Para imitar tu belleza? ¿Qué rayos, aunque el sol Nos los de su madeja, Que igualen a la hermosura De esas tus castañas trenzas? ¿Qué luces a las que miro En esas claras estrellas; Vislumbres que a los diamantes Eclipsan sus luces bellas?

Que si cual otra Campaspe, Mostráis tan divinas prendas; ¡Ay del Apeles que os mira, Y sin esperanzas de ellas! Decid, zagala, al Apeles, Cuyos pinceles se emplean En trasladar de este cielo Vuestra hermosura a la tierra, Que él y yo seremos cortos, Pincel y plumas se quedan Sin saber sacar la estampa, Que al natural se parezca.

Que si cual otra Campaspe, Mostráis tan divinas prendas; ¡Ay del Apeles que os mira, Y sin esperanzas de ellas! Decid, zagala, al Apeles, Cuyos pinceles se emplean En trasladar de este cielo Vuestra hermosura a la tierra, Que él y yo seremos cortos, Pincel y plumas se quedan Sin saber sacar la estampa, Que al natural se parezca.

A Apeles vió Alejandro enamorado de su Campaspe, y dársela consiente, no siendo su soldado exprimentado en algún duro cerco, o guerra urgente.

En esta apasionada reconstrucción de un cuadro de Apeles, descrito por Luciano, parece adquirir dramáticas firmezas el suave pincel que desborda dulzuras en la «Virgen del Granado» y el «San Sebastián,» invita al remordimiento con «La Abandonada,» santifica la vida y el amor en la «Alegoría de la Primavera» y el «Nacimiento de Venus.

Toda maledicencia le parece escasa para traducir su despecho; en ella debió pensar el griego Apeles cuando representó á la Envidia guiando con mano felina á la Calumnia.

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