422 colocaciones para besar

¡Mucho besar su mano y quedar ante ellas con la cabeza descubierta y acoger sus palabras con gestos galantes de protección ó admiración!...

La vieja, ¡maldita hipocritona! viéndose sin huida, se arrojó al suelo, se arrastró por la tierra besando los pies de los unos, abrazándose á las rodillas de los otros, implorando en su ayuda á la Virgen y á los Santos, cuyos nombres sonaban en su condenada boca como una blasfemia.

Una mujeruca del pueblo, que lleva el manteo a modo de capuz, suspira al terminar sus rezos y besa la tierra con la lengua.

Peninsulares ambos; pero emigrantes en edad moza al Archipiélago, allí besaron las pimpleides su frente de elegidos.

Así dice el Cautivo en el Quijote (I, 41): «Embestimos en la arena, salimos a tierra, besamos el suelo, y con lágrimas de muy alegrísimo contento dimos todos gracias a Dios....

Quiso Julián besar al niño, pero éste se puso en polvorosa antes de que pudiese lograrlo; y el capellán experimentó otra vez compasivos remordimientos, causados por la vista de la ya repudiada criatura.

El nuevo organista, después de atravesar por en medio de los fieles que ocupaban las naves para ir á besar el anillo del prelado, había subido á la tribuna, donde tocaba unos tras otros los registros del órgano; con una gravedad tan afectada como ridícula.

Sin embargo, la Novena afirma que milagros los "hace continuamente el Santo Niño" (pág. 15) y "a él recurren todo los visayas de Bohol, Cebú, Leyte, Samar, Mindanao y muchos tagalos para besar sus sagrados piés, y venerarle, y encomendarle sus necesidades y desgracias pidiendo alivio en sus enfermedades, ayuda en las navegaciones y su protección en todos los sucesos de la vida" (págs.

Don Baldomero y Barbarita besaron a sus hijos y se fueron a acostar.

Celedonio sintió un deseo miserable, una perversión de la perversión de su lascivia: y por gozar un placer extraño, o por probar si lo gozaba, inclinó el rostro asqueroso sobre el de la Regenta y le besó los labios.

Se retorcía los brazos, y cayendo de rodillas, besó los pies a su madre.

Aquella tarde Chacón abrazaba y besaba tiernamente á su hija, que, al ver llorar á su padre, lloraba también sin saber porqué.

Y , Señor mío Jesucristo (besando el crucifijo), ya que me perdonas, como perdonas a todos en tu infinita bondad, que si no fuese así llovería fuego sobre la tierra, por lo menos, cada diez minutos.

, de nieve y carmín teñida, besa su boca encendida y en su cabellera posa

La señorita Nancy besó respetuosamente la mejilla de su tía, y respondió con igual afectación de amabilidad: En muy buena salud, mi tía, y espero que vos estéis lo mismo.

Si las chicas quieren un novio marinome dijo, tienen que besar la cruz por el lado del mar; y si lo quieren terrestre, por el lado de tierra.

Tal como llega al nido la paloma amorosa, trayendo en el pico el alimento para su prole, las alas fatigadas, pero satisfecha de no haber perdido el viaje, así entraba en su casa míster Robert cada noche; besaba a su mujer, a su hijo y a su padre, ya octogenario y medio baldado, y se sentaba sonriente, mientras la sopera humeaba sobre la mesa.

De vez en cuando, pocas vedes, la cogía doña Andrea en un brusco movimiento en sus brazos, y besando con locura la cabeza de la niña rompía en amarguísimos sollozos.

María Teresa le entregó el diario, riéndose del aire de convicción con que el señor Aubry había pronunciado: Es todo un hombre... Evidentemente, es un hombre, no lo dudamos... pero a me quieres más, ¿cierto, papá querido?dijo besando a su padre.

Besó a las niñas como fuese su abuelo, y a doña Manuela diole algunas palmadas en la espalda con una alegría de viejo campechano, asegurando que cada vez estaba más gorda y hermosota.

La dama se adelantó sonriente, y mientras besaba a las señoras y daba la mano a los caballeros, respondía a la cariñosa reprensión de su cuñada.

Ana besó la imagen y volvió los ojos al cielo.

Y algún pez con cien colores, Tornasolada la escama, Saltaba á besar las flores, 15 Que exhalan gratos olores, Á las puntas de una rama.

Él que no merecía besar el polvo que pisaba aquella señora.

Cuando guardaba algún pesar, al punto inquirías su motivo, y, hasta que lo conseguías, ibas besando mi rostro con tus labios de rubí.

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