63 oraciones de ejemplo con ay, no

¡Ay, no, no! no se baje ustedgritó la viuda con espanto.

De verse ahora tullida «¡Ay, no se sabe lo que es la salud hasta después de que se pierde!» exclamaba sentenciosamente, sobre todo los días en que el dolor artrítico le atarazaba las junturas.

¡Ay, no, no!exclamó Currita.

¡Ay, no, no!dijo Currita muy displicente.

¡Ay, no, no, Pulido, por Dios!... ¡Si así se llama la confitería de la Carrera de San Jerónimo! La duquesa salió entonces a la palestra, y con habilidad mujeril disparó el más certero saetazo, sirviéndole de ballesta una mentira muy gorda.

¡Ay, no, amigo mío!repuso la dama.

Todos paseaban en aquel día de San Juan, todos estaban alegres, todos parecían felices; los tranvías iban llenos de gente, ávida de respirar, de divertirse, satisfecha de vivir... Quisiera hacer como todos hoypensaba el joven,reirme, gozar... ¡parece que soy yo solo el triste y el desgraciado! ¡ay, no! que están mis viejos, que ya no volverán a reír ellos tampoco... ¿por qué he tomado esta calle?

ay, no! el ahogarse cuesta mucho, se sufre y la muerte tarda en venir... ¿Qué hora era?

¡Ay, no, Padre!se apresuró á decir Pepita aprovechando la ocasión para defender á su novio.es muy buen católico: me lo dijo el otro día cuando hablamos en el jardín.

¡Ay, no! Quien la sacase de Salta, la mataba.

¡Ay, no se acerquen ustedes! Estamos horribles.

Deseaba hacer partícipes de sus emociones a las señoras de la familia, pero todas se habían negado: «¡Las máquinas! ¡Ay, no! ¡Qué suciedad!».

¡Ay, no me digas! Trabajas brutalmente.

El boticario me dijo que era veneno, y entonces yo... ¡ay, no me pegue!...

¡Ay, no me hable! Es el más frívolo y el más insulso de todos.

Vino Mayo ¡ay, no viniera! y los lirios del balcón su corola azul abrieron á los céfiros y al sol.

Sin sospecharlo misma, estás solicitada por el pecado que ya te hundió en los abismos... ¡Ay, no puedes apartar de esa víbora! Confiésalo, reconócelo.

(~Cogiéndola de la mano.~) Y si usted quisiera, Florita, si usted quisiera, todavía... Flora (~Tratando de desasirse.~) ¡Ay, no!, por Dios, Picavea, suélteme usted; suélteme usted, por compasión, que no me pertenezco.

Flora ¡Ay, no, Gonzalo! Pic.

¡Ay, no sabes cuánto apetezco la tranquilidad, aunque mi vida resulte de las más modestas; trabajar algo, tener seguros el hoy y el mañana, y luego una familia en cuyo seno encontrar el amor y la paz! LA SOMBRA.

¡Ay, no me lo diga! Reviento yo antes que hacer tal comedia.

¡Ay, no lo crea usted! Estoy muy benigna de algún tiempo acá.

) ¡Apagás! FELICIANA.—¡Pero, ay, no me asesines!

Luégo dijo así á su hermanita: Hija mía, si nuestra buena madre volviera al mundo y te impusiera un deber, ¿dejarías de cumplirle por penoso que fuera? ¡Ay, no! respondió al punto la niña, mirando de reojo á don Sotero y arrimándose mucho á su hermana.

Pero, ¡ay! exclamó Urrea desalentado súbitamente, llevándose la mano al cráneo, no me acordaba de... ¡Ay, no puede ser, Paco de mi alma, no puede ser! ¡Qué tontos y yo!

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