46 oraciones de ejemplo con centelleante

En el Betis Ved del Tercer Fernando alzarse airada 25 La augusta sombra; su divina frente Mostrar Gonzalo en la imperial Granada; Blandir el Cid su centelleante espada, Y allá sobre los altos Pirineos, Del hijo de Jimena page 50 Animarse los miembros giganteos.

Era un hombre de facciones bastas, moreno, de fisonomía tan inteligente como sensual, labios gruesos, pelo negro y erizado, mirar centelleante, naturaleza incansable, constitución fuerte, si bien algo gastada por el clima americano.

Había asistido á otros reos, pero eran hombres... ¡Ayudar á bien morir á una mujer hermosa, perfumada, centelleante de piedras finas, como si fuese á montar en su automóvil para ir á un de moda!...

Algunos objetos más elevados se hacen notar aún con sus reflejos de oro entre las nubes de púrpura; pero esas luces mortecinas no brillan en ninguna parte con más esplendor que sobre la superficie del río, que se precipita centelleante y lo envuelve todo en una amplia franja de fuego.

El conde obedeció muy a gusto y comenzó a traducir el primer canto a libro abierto, desarrollando ante los ojos de Germana el bello estilo homérico, más rico, más pintoresco y más centelleante que los brillantes tejidos de Beyruth y de Damasco.

Dentro de la linterna centelleante y cálida, nada más que el constante chisporroteo de la llama, el ruido del aceite cayendo gota a gota, y el de la cadena que va desenrollándose, y una voz monótona, que salmodia la vida de Demetrio de Falerea.

Mi enemigo, agarrado por todas las manos, me dirigió una mirada centelleante de cólera.

Alrededor de aquella hendedura crecían algunas malezas salpicadas de escarcha centelleante; más arriba se divisaba la coronación de un antiguo muro.

El agresor dirigió á Roger una mirada centelleante, que denotaba su furor.

castigar una insolencia, señor mío, replicó Roger, airado el rostro y centelleante la mirada.

Sólo el recuerdo me llevo de vosotros, pero juro que en adelante no habrá escaparate parisién de la rue de la Paix que me haga detener el paso con asombro, y que sonreiré como hombre que está en el secreto cuando en noches de gala vea en la Grande Opera ó en el Real de Madrid el desfile de la centelleante pedrería sobre los hombros desnudos.

Salió el jesuíta rápidamente de la habitación, y Pepita, secándose las lágrimas con dos rudos restregones, fijó su centelleante mirada en la puerta, y dijo con voz colérica: ¡Imbécil! Huye, como el casto José, de una mujer hermosa.

El conde, con el ceño fruncido y la mirada centelleante, estuvo algunos momentos contemplando frente a frente al doctor Zarzoso, que seguía impasible.

Y Alvarez, al hablar así, estaba magnífico, con su mirada centelleante y sus nerviosos ademanes, que delataban una gran agitación interior.

la puerta del palacio estaba; y por ella cruzaba flotando, flotando centelleante, una multitud de Ecos cuyo deber grato y único era entonar con voz de sin par melodía de su rey el talento y cordura.

Alma centelleante de amor y de poesía, también derramaba ternuras y bellezas al son de las cuerdas de su lira.

Su centelleante espada cortaba el más duro acero cual si fuese blanda cuajada.

Y entre aquellos viejos soldados endurecidos con la fatiga de los combates, un mancebo imberbe, hermoso como una dama, pero de mirada severa, y centelleante como la de un leon, atravesó en paso apresurado el Real, y al otro estremo entró en una tienda aislada.

Pues chasco te llevas, que, aunque viejo, todavía arde en mis venas la sangre que triunfó en Luchana; y bien sabes que si esta mano rugosa no esgrime el hierro centelleante en el campo del honor, no es culpa mía, sino de la raza afeminada y cobarde que me rodea y me oye, y se encoge de hombros, y se ríe de mi ardimiento, y se burla de los ayes de la patria roída por el cáncer del absolutismo.

Y de este centelleante Alcázar encantado, Que en hielo está labrado Y entre la nieve está, Al interior radiante, Do alguna maga habita, El noble Nazarita Adelantando va.

Sereno sobre su silla, Con mirada centelleante Espía un propicio instante En liza tan desigual, En tanto que en torno suyo Van los tres caracoleando, Á cada vuelta cerrando La peligrosa espiral.

¿Qué se te ofrece?dijo, asombrado, sin duda, al ver que semejante desharrapado no bajaba los ojos ante su centelleante mirada.

Por la noche los hombres se acomodaban en grutas que después se llamaron templos de las ninfas, donde brotaban claros manantiales que lavaban las húmedas rocas; las húmedas rocas de centelleante musgo cubiertas, desde las cuales caían las aguas lentamente sobre las planicies para correr después abundantes por los campos.

Perdemos, bruscamente sugeridos, el sentido de la existencia positiva, y nos dejamos arrebatar, como por la tormentosa corriente de un río, por las peripecias de la acción excepcional, de la situación centelleante, que, siendo rayanas en lo imposible, no dejan, sin embargo, de ser humanas.

En el fondo de la gruta, inmóvil, con el cuello erguido y la mirada centelleante, el corcel de batalla de Boabdil, mostraba sobre su espalda el cíngulo de Rhadhyah, la corona, el caftan y las armas del rey.

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