20 oraciones de ejemplo con chis!

¡Chis, chis! ¡Prudencia, Pepa, prudencia!exclamó Castro con susto, levantando los ojos hacia su querida.

¡Ah... chis! DON GONZALO.

¡Ah... chis! DOÑA LAURA.

¡Ah... chis! DON GONZALO.

¡Ah...chis! DOÑA LAURA.

¡Ah... chis! DON GONZALO.

¡Ah... chis! DOÑA LAURA.

Pero debo ir solo, enteramente solo, señor; les cogeré in fraganti... ¡Silencio...!, ¡chis!...

Entonces el corrido y avergonzado Pepe de la Esguila montó en cólera de pronto, dejó el instrumento en el suelo, y alzándose del asiento con los ojos encendidos y agitando los puños frente a la cazuela, gritó: ¡Ya te arreglaré en cuanto salgamos, Percebe! ¡Chis, chis! ¡Silencio, silencio!—exclamó todo el público.

¡Chis, chis!

¡Por esa cochina!... ¡por esa sinvergüenza!... ¡por esa metebaza!... ¡Chis! ¡chis!... ¡Silencio, niño!dijo D. Bernardo, frunciendo aún más la frente, lo cual, en verdad, parecía imposible.

¡Por esa cochina!... ¡por esa sinvergüenza!... ¡por esa metebaza!... ¡Chis! ¡chis!... ¡Silencio, niño!dijo D. Bernardo, frunciendo aún más la frente, lo cual, en verdad, parecía imposible.

¡Lo que yo quiero saber es por qué me pega a ese tío gordo! ¡Chis! ¡chis! Un gran siseo sumergía y apagaba aquel grito interrogante.

¡Lo que yo quiero saber es por qué me pega a ese tío gordo! ¡Chis! ¡chis! Un gran siseo sumergía y apagaba aquel grito interrogante.

¿Pues no parecía estrella mía haber traído esta noche un dominó igual al de todos los amantes, más feliz, por cierto, que Quevedo, que se parecía de noche a cuantos esperaban para pegarles? ¡Chis! ¡chis! Por fin te encontréme dijo otra máscara esbelta, asiéndome del brazo, y con su voz tierna y agitada por la esperanza satisfecha.

¿Pues no parecía estrella mía haber traído esta noche un dominó igual al de todos los amantes, más feliz, por cierto, que Quevedo, que se parecía de noche a cuantos esperaban para pegarles? ¡Chis! ¡chis! Por fin te encontréme dijo otra máscara esbelta, asiéndome del brazo, y con su voz tierna y agitada por la esperanza satisfecha.

«¡Silencio! ¡Chis, chis!... ¡Que se callen!¡Silencio! ¡Fuera!¡Chis, chis!» En medio de un silencio religioso, el famoso vate de Peñascosa comenzó a leer con voz dramática una Oda a la Religión.

«¡Silencio! ¡Chis, chis!... ¡Que se callen!¡Silencio! ¡Fuera!¡Chis, chis!» En medio de un silencio religioso, el famoso vate de Peñascosa comenzó a leer con voz dramática una Oda a la Religión.

¡Eh! ¡Chis! Velázquez... Atraca, hijo... ¿Dónde va el hombre?

Mas desde aquel momento andaba de puntillas y hacía callar a los pequeños, diciéndoles: «¡Chis! ¡

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